La campaña que introdujo los cereales en los desayunos

Tazón de cereales con arándanos, una fresa en una mesa cubierta de más cereales
El desayuno es la comida más importante del día, o eso dicen. A este le ligamos un cierto tipo de alimentos, en el que el tazón con medio hectolitro de cereales ocupa una posición destacada. Es un clásico como el típico desayuno americano con huevos y panceta. Pero, ¿por qué?

El desayuno en la historia

Para ello retrocedamos en el tiempo uno siglos atrás. Como tantas cuestiones, podemos pensar que esta ha permanecido así desde siempre, que el desayuno siempre ha estado ahí y que no ha cambiado, pero no es así.

Para los romanos, si tenían desayuno (ientaculum), solía ser bastante ligero. Los plebeyos disponían de pan, queso, aceitunas, ensaladas, nueces, pasas o carne fría de la noche anterior. Aquellos más adinerados podían añadir leche, huevos y mulsum (mezcla de vino y miel), que condimentaban con especias aromáticas como Cassia fistulosa (Similar a la canela), mirra (Myrrhis odorata), nardo (Nardostachys jatamansi), hierba de Santa María (Tanacetum balsamita), azafrán (Crocus sativus) o pimienta (Piper nigrum), convirtiéndolo en Conditum Paradoxum.

En el período Tudor (1485-1603) de la historia inglesa, los historiadores se debaten entre que era un lujo para ricos, una necesidad para los pobres o que solía omitirse. Los colonos americanos, aunque desayunaban, solían hacerlo tras horas de trabajo matutino.

Se acepta que el desayuno a primera hora se convirtió en costumbre cuando los trabajadores se trasladaron a las ciudades y tenían horarios, comenzando en Europa en torno al siglo XVI y normalizándose en torno a la revolución industrial. Para entonces era común comer pan, cerveza, queso, patatas y sobras del día anterior.

Los huevos siempre fueron un ingrediente constante, describiéndose a María de Nazaret preparándolos para un desayuno asistido por su hijo. Los paleontólogos especulan que los humanos disfrutábamos de tortitas primitivas hace 5 000 años, mientras que Thomas Jefferson disfrutaba de las tortas de avena.

En América el desayuno se convirtió en una especie de cena. Se comía mucha carne, pan, tarta y pastel. En el siglo XIX podían desayunar un filete de ternera y pollo asado, a los que se le unieron el pan de maíz, las tortas de avena y la mantequilla. Los americanos solían sufrir de indigestión, que los primeros nutricionistas y reformistas llamaban dispepsia. Los periódicos y revistas no dejaban de hablar de ella y como solucionarla.

El cereal

La solución para la dispepsia eran los desayunos ligeros. El alimento elegido fueron los cereales. El Dr. John Harvey Kellogg, director del sanatorio de Battle Creek, creía fundamental cambiar la dieta americana para mejorar su salud. Para ello, debía sustituirse la carne y las especias por granos integrales y pan blanco. En 1827, Sylvester Graham inventó las galletas Graham. En 1863, James Caleb Jackson, que no permitía carne roja en su sanatorio, inventó un cereal llamado "granula". Kellogg desarrolló los copos de maíz en la última década del siglo XIX.

Originalmente no eran dulces y el "granula" de Jackson debía empaparse en leche para ser comestible. Los críticos lo llamaban "rocas de trigo". Sin embargo, a pesar de las precarias instalaciones, se produjeron y vendieron 50 toneladas. Las compañías de cereales se extendieron por los Estados Unidos y, en 1903, había 100 de estas compañías en Battle Creek.

Como no había que cocinarlos y la gente tenía horarios más estrictos y menos acceso a una cocina o granja, fue un éxito.

El objetivo de Kellogg era moral. Era un defensor de la "vida biológica", con mucho ejercicio, baños y comidas insípidas, dando conferencias sobre ello. Aborrecía la dieta diversa y antinatural, la consideraba anticientífica. Además creía que el consumo de carne llevaba a los pecados carnales debido a la estimulación de los nervios que reaccionan sobre los órganos sexuales. La masturbación, las dietas demasiado estimulantes, los actos sexuales y las enfermedades formaban un círculo vicioso. Consideraba que los cereales alejarían a los americanos de la masturbación y el sexo. Como complemento, promovió la circuncisión y atar las manos a la espalda para evitar la masturbación.

Aunque Kellogg enseñaba a la gente a crearse sus propios cereales, la industria terminó imponiéndose. Su hermano, Will Keith Kellogg, quien fundó la famosa compañía, y C. W. Post, un antiguo paciente a quien el Dr. Kellogg acusó de robar la receta de copos de avena de su caja fuerte y creador de Post Cereal Company, alcanzaron el éxito de la mano del azúcar y la publicidad. Inicialmente, los hermanos Kellogg discutieron sobre añadir azúcar, a que Will lo consideraba necesario para mejorar esa "comida de caballo". En la década de 1940, Post se adelantó y cubrió sus cereales con azúcar. Kellogg acabó copiándole.

Gracias a la publicidad, los cereales mantenían la fama de comida sana. C. W. Post afirmaba que los cereales curaban todo, desde la malaria a la apendicitis. El mensaje de "una buena fuente de vitamina D" tiene que ver con la obsesión de los americanos con las vitaminas durante la década de 1920. En esa misma época, la compañía Beech-Nuts también publicitó la idea de que los médicos recomendaban los huevos con panceta para desayunar. Para atraer al público infantil se crearon a mascotas como Tony el tigre, a Snap, a Crackle y a Pop

Por la conveniencia de tener un desayuno fácil de preparar y la rutina de desayunar siempre lo mismo, era fácil mantener a los clientes leales a una marca. El bombardeo de publicidad y las docenas de marcas de unas pocas empresas dificultan la entrada de nuevos competidores en el mercado, como se quejó la Comisión Federal de Comercio en una demanda antimonopolio.

Además, a las empresas le resulta más rentable promocionar sus productos para el desayuno porque, a diferencia de aquellos destinados para el almuerzo o la cena, sus beneficios no hacen más que aumentar.

Durante décadas, los nutricionistas debatieron si era tan importante el desayuno para la fuerza de trabajo americana, cada vez más sedentaria. Pero durante la Segunda Guerra Mundial se aliaron con las compañías de cereales para recomendar comenzar el día con un buen plato de cereales integrales y fruta.

Actualmente se pone en duda que el desayuno sea la comida más importante del día, ya que las valoraciones rigurosas contradicen a los estudios que apoyan la importancia de este para el control del peso. Tampoco han logrado confirmar que el propio desayuno ayude a los niños a concentrarse en el colegio. Por ello, estad atentos, porque el desayuno puede ser la comida más beneficiosa, pero para los bolsillos de las compañías de alimentación.

Fuentes:
  • Anderson, H. A. (2013). Breakfast: A History. AltaMira Press.
  • The Atlantic 
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