Paradoja de Olbers

Formulada por el astrónomo alemán del mismo nombre, suponía que, si el universo es estático e infinito, el cielo nocturno sería brillante debido a las infinitas estrellas existentes.

Dijo que si el universo es infinito, también habrá en él un número infinito de estrellas, que vistas desde la Tierra, compondrán un cielo lleno de luz. Sin embargo, la noche es oscura. Kepler, en el siglo XVII, y Edmund Halley, en 1715, también discutieron sobre el universo infinito mucho antes de que Olbers formulara la paradoja.

Olbers planteó en 1823 que posiblemente existe algo que bloquea la luz, pero esta propuesta se rechazó ya que esa materia se calentaría hasta el punto que irradiaría tanto brillo como las mismas estrellas.

En 1948, el científico británico Hermann Bondi dijo que, si el universo es temporalmente finito (como avala la teoría del Big Bang), la luz de las estrellas más lejanas no habrá llegado todavía. Por otra parte, si el universo se expande y las estrella con él, la luz sufriría un corrimiento hacia el rojo, o dicho de otra manera, disminuiría su intensidad.

Benoît B Mandelbrot propuso una explicación que no depende de la teoría del Big Bang. Sostiene que las estrellas no están distribuidas de manera uniforme, sino más bien, se comportarían como los fractales (como lo hace el conjunto o polvo de Cantor).

Durante la década de 1960, el astrónomo estadounidense Edward Harrison dedujo que el cielo nocturno es oscuro porque no vemos las estrellas que están infinitamente lejos. Como la luz tarda en llegar a la Tierra, mirar al cielo estrellado es como ver el pasado. Así que cada línea de visión desde la Tierra no termina en la luz de una estrella, porque esta todavía no nos ha alcanzado. Esta solución, pensada para el caso de que el universo tenga edad infinita, es la aceptada actualmente.

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