La historia de la torre de Babel no va sobre los idiomas

Torre de Babel, de Marten van Valckenborch.

El relato bíblico de la torre de Babel (Génesis 11:1-9) explica superficialmente el origen de los idiomas, como castigo por la arrogancia, tras surgir las naciones en el capítulo anterior a partir de los descendientes de Noé, pero en el fondo tiene una crítica al poder imperial.

Negar un poder para el que la humanidad no estaba preparada

El relato parece centrarse más en los puntos clave que en desarrollar la narración. Sobre sus nueve versículos se ha debatido entre si se trata de una historia o dos, de la ciudad y la torre, que pudieron converger o una servir de base para la otra. Las omisiones se observan con la participación de Yahvé, que desciende dos veces (Génesis 11:5, 7), la primera para juzgar la situación y la segunda presumiblemente con el consejo divino al que habría expuesto sus intenciones. Los últimos dos versículos no mencionan a la torre, sino a la ciudad que están construyendo, Babel, que abandonan para dispersarse por la tierra. Como el descenso divino, la dispersión también se menciona dos veces consecutivas. Como el objetivo de la torre era evitar la dispersión, no acabarla por la falta de entendimiento es la causa indirecta de la dispersión. En consecuencia, como muestra de su amor incondicional, evitó que la humanidad, con su unidad, lograse cualquier meta que se propusiese. Después de todo, siempre quiso evitar que los humanos vivieran como dioses ("He aquí el hombre es como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. No vaya a ser que extienda la mano y tome también del árbol de la vida, lo coma y viva para siempre" - Génesis 3:22). Al evitarlo, mantiene el orden que rompería la arrogancia humana con el poder divino.

Imperialismo contemporáneo

Zigurat de Borsippa.

La historia se sitúa en Sinar, en el sur de Mesopotamia, que deriva etimológicamente de la tribu casita de Šamharu, que se usaría como sinécdoque de Babilonia, y geográficamente de Sumeria. El uso bíblico de este topónimo, junto con el nombre de la ciudad, evidencian que se sitúa en Babilonia. Tradicionalmente, se situaba en Borsippa, al sur de Babilonia, con su zigurat Ezida, de mayor tamaño que el de Babilonia. Se interpretaba como un castigo similar al pecado original, que iniciaba la decadencia de la humanidad con la diversificación de lenguas y naciones. Por ello, en la edad moderna se tuvo al hebreo como una lengua adámica y, por el mismo motivo, también hubo interés en desentrañar los jeroglíficos egipcios. No obstante, podría aludir al pasado para hacer una analogía con hechos contemporáneos a la composición del texto. 

El Imperio asirio ofrece desde varias perspectivas un reflejo de esa voz compartida, el idioma único que fortalecía a la humanidad. En primer lugar, en las inscripciones reales desde Tukulti-Ninurta I (1243/1233-1207/1197 a.C.) a Sargón II (722-705 a.C.) se observa la expresión "una boca". Se refería al poder del emperador, que habla por todos sus súbditos, que se someten a su autoridad. Estas inscripciones exponen el deseo de obtener una fama imperecedera. En el reinado de Sargón II, hubo varios hitos históricos a tener en cuenta, que se observan en el cilindro de Dūr-Šarrukīn. Por una parte, quiso construir la gran ciudad de Dūr-Šarrukīn, valiéndose de deportaciones para poblarla, pero fracasando, pues el proyecto quedó inacabado con su muerte. Por otra parte, se pretendió unificar el arameo a través de sus dialectos, en lo que sería conocido como arameo imperial (s. VIII-III a.C.), para integrar la administración de los territorios periféricos occidentales y usarla como lengua franca. De esta manera, otros idiomas quedaban bajo la sospecha de ser lenguas sediciosas.

Sargon II foundation cylinder

Esta asociación se reforzaría con Génesis 10:8-12, que tampoco procede de la fuente sacerdotal. En este pasaje se menciona a Nemrod como fundador de Babel, Erec, Acad, Calne, Nínive, Rehobot, Cala y Resén. Por ello se considera que fue el gobernante durante la construcción de la torre de Babel. Nemrod (significado: "Rebelémonos") se vincula con Ninurta como lo hicieron los reyes asirios al representarse como cazadores. Se muestra tanto como fundador de Babel (Babilonia) como de Nínive, capital del Imperio neoasirio. Sargón II fue pionero al proclamarse fundador de una ciudad, en lugar de meramente constructor de sus edificios, como era costumbre, pues elegir el lugar de fundación de una ciudad era un privilegio divino. Además, también se comparó con el sabio Adapa y, al inscribir el lenguaje del mito de creación Enūma Eliš en la descripción de la ciudad, comparaba su poder creativo con el de Marduk. Como era de esperar, las críticas fueron inevitables. 

Esa denuncia al imperialismo no tenía que limitarse únicamente a Sargón II. Tiglath-Pileser III (745-727 a.C.) inició una serie de reformas de su reino e inició una exitosa expansión al levante y  Senaquerib (705-681 a.C.), sucesor de Sargón II, arrasó Babilonia y combatió el reino de Judá.

Fuentes 

  • Van der Kooij, A. (2004). The City of Babel and Assyrian Imperialism. Genesis 11: 1-9 Interpreted in the Light of Mesopotamian Sources. In Congress Volume Leiden 2004 (pp. 11-15). 
  • Boyd, S. (2019). Sargon’s Dūr-Šarrukīn Cylinder Inscription and Language Ideology: A Reconsideration and Connection to Genesis 11: 1–9. Journal of Near Eastern Studies, 78(1), 87-111.
  • Boyd, S. L. (2023). Babel: Political Rhetoric of a Confused Legacy. Fortress Press.

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