Joy Boy, el orisha del tambor y la madera que habla

Los tres tambores batá: Okónkolo, iyá e itótele.
Cuando en el capítulo 628 de One Piece se mencionó por primera vez a Joy Boy, su nombre sencillo y en inglés sugería una creación original de Eiichiro Oda, su autor, pero, como el klabautermann o las sombras de "gigantes" en la niebla, aludía a una tradición centenaria con una relación tangencial con el mundo de los piratas y directa con el tráfico de esclavos.

Joyboy

En Encyclopedia of Things That Never Were: Creatures, places, and people (1985) del navegante Michael Fitzgerald Page y el ilustrador Robert Roger Ingpen, se ilustra y presenta a este mismo personaje con la siguiente descripción:

El personaje del Caribe que personifica la necesidad humana de bailar, cantar y exultar de alegría. Es pariente del Señor de los Bailarines que inspira festivales en países fríos y parece probable que viajara al Caribe en uno de los primeros cargamentos de esclavos desde África occidental. Joyboy sonríe perpetuamente ante todas las debilidades y problemas de la humanidad y cura los problemas humanos tocando un ritmo irresistible con su tambor. Quien oiga la música de Joyboy se ve obligado a bailar y cantar con él hasta que se despoja del manto negro de la desesperación. Algunos músicos de jazz afirman haber capturado los ritmos de Joyboy, pero sus esfuerzos son una débil imitación del frenesí de baile que puede mantener a los humanos bailando hasta que caen agotados. 

En el comercio atlántico de esclavos, se transportaron las creencias y ritos, que se adaptaron a la nueva realidad, a menudo conservándose a pesar de olvidar sus raíces o cambiando de nombre a uno en las lenguas colonizadoras. En el caso de Joy Boy, es muy probable que sea un nombre entre muchos, pero en la religión yoruba puede encontrarse a su equivalente en ambos lados del océano.

Religión yoruba

La religión yoruba no tiene un panteón como tal, aunque los esfuerzos desde finales del siglo XIX apunten a esa dirección, intentando, al atestiguar y conservar unas creencias, dar una unidad que no existe en los cultos de ningún lugar o época, salvo posibles excepciones. Esta uniformización ha hecho que cultos que sobrevivían en América se hayan readaptado para alinearse con esta documentación, que puede ser cierta en un lugar y momentos concretos pero no para otros. 

Tras esta anotación, la religión yoruba contiene una serie de espíritus llamados orishas conformados por ancestros deificados y fuerzas naturales o esotéricas. Estos son ambiguos y escapan de una categorización concreta. En el idioma yoruba, la ausencia de género implicaba que el sexo de los orisha se establecía por sus representaciones o características propias. En el caso que nos compete, el orisha que probablemente dio origen a Joy Boy no tiene sexo porque no tiene representación humanoide ni se le conoce objetos identificativos, como la ropa y el color de esta, las coronas o los braceletes. Además, en ese esfuerzo uniformador, mencionado antes, de dar orden a un panteón de un conjunto de pueblos bajo el "paraguas" del término "yoruba", este ha quedado fuera, no siendo mencionado en obras especializadas de este culto.

Hablando a través de sus hijos

Añá tocando los tambores.

Se trata de Àyàn ("quien elige") o Asọ̀rọ̀igi ("madera/árbol parlante" o "quien habla a través de la madera"), orisha de la percusión y espíritu de la madera en Nigeria, conocido en el idioma litúrgico lucumí de Cuba como Añá. No es un tipo de figura única, pues Shija, Gwakume y Gbatumen cumplen la misma función entre los tiv de Nigeria oriental y el loa Adya Hounto lo hace en Haití.

Aunque las leyendas señalan que fue un antiguo percursionista o fabricante de tambores, difieren los detalles. En los tradición religiosa ifá, fue un antiguo carpintero que construyó el primer tambor bàtá consagrado. En las narraciones orales, es amigo y benefactor de Ṣàngó en el Imperio oyo (1400-1896) en el siglo XV. Láoyè I, Tìmì (rey) de Ẹdẹ, decía que era del lugar fantástico de Saworo, en el reino Abiriwa, al noroeste de Yorubalandia, enseñando a las familias a fabricar tambores y siendo tan querido que, al morir, fue deificado. Hay tradiciones donde si ubican al norte del río Níger, junto a los nupe, o los Reinos Hausa. En raros casos, se sitúa en Ife, aparente cuna de la civilización yoruba. También hay diferencias en tradiciones familiares, como el caso de Àyánsoolá Abióodún Ògúnleye, donde apunta a Ijebu, al suroeste de Yorubalandia.

Es un orisha "caliente" que premiaba la honestidad y justicia, es decir, dentro de un espectro, tiene rasgos masculinos y asociados con el fuego, como ocurre con el herrero Ògún, Ṣàngó del rayo, Sòpònnó de la viruela o el cazador Ọ̀ṣọ́ọ̀sì. En el extremo frío estaban la la agricultora Oko, Osún,Yemoja y Òtìn, asociadas a ríos o dependientes del agua. Este aparente sistema binario no es tal, pues hay excepciones como Oiá, que le dio el fuego a Ṣàngó, que es caliente. Por eso no es casual que Oiá se sincretize con la Virgen de la Candelaria. 

A pesar de esto, Àyàn este supuesto origen histórico y su calor, no tiene sexo. La razón, más allá de la gramática, es que Àyàn es también la madera, tanto como árbol en conjunto como del tambor. Por eso no tiene una representación antropomórfica. Se creía que los árboles tenían oídos y, al tallarse la madera, Àyàn, que residía en esta, hablaba a través del percursionista. Los árboles permitían su omnisciencia y omnipresencia y, a través de los percursionistas, actuaba como emisario de los orishas, que ejercía su poder al incitar el baile y el cante en el pueblo. En consecuencia, preside sobre el gremio de los percursionistas y estos son sus hijos. Del mismo modo, aunque estos eran hombres, tanto Àyàn como Añá se invocan esotéricamente como femenino.

Estos percursionistas cantaban canciones con sus tres tambores bàtá a todos los orishas, pero los ritmos y canciones propios son privados. Este es uno de los factores que limitan su extensión. Otro es que, aunque se conserven las creencias yoruba, lo hacen con la religión cristiana y, especialmente en este caso, con la islámica. Aunque se sigue actuando en bautizos civiles, bodas y funerales así como en festivales folclóricos y religiosos anuales, eventos privados y relacionados con la realeza tradicional, su vinculación religiosa con los orisha está disminuida. Los repertorios sacros quedan a un lado y predominan el jùjú, fújì, el afrobeat, el pop occidental y highlife. Además, en la diáspora no obtuvo presencia en Trinidad y Brasil. En Cuba, se cuenta que su presencia en la Regla de Ocha o santería comenzó con Añabí, miembro del linaje de percursionistas Àyàn; Atandá, un tallador de madera, y la posterior implicación de Adechina, un sacerdote adivinador babalawo. Los dos primeros habrían consagrado los primeros tambores Añá bàtá en 1830. 

Otros orisha relacionados con la música han tenido menos suerte, como Ajé, orisha de la riqueza a través de las conchas de cauri, que se usaban como dinero, que estaba especializada en la producción y uso del shekere, una especie de maraca hecha de calabaza con conchas de cauri enredadas por fuera. Como los gitanos de El trovador de Verdi, los herreros Ògún hacían un hoquetus con sus forjas, pero apenas quedan vestigios de esta tradición. Los propios tres o cuatro tambores bàtá se asocian a otros orisha, como Ṣàngó, Egúngún u Oiá. En el caso del primero, se dice que Àyàn es el árbol donde se ahorcó Ṣàngó, pues el sonido de los tambores es como los truenos.

Tambores parlantes

Percursionistas bàtá.

Los tambores bàtá y dùndún son conocidos tanto en Nigeria como en la diáspora como tambores parlantes por su imitación del idioma yoruba. Son instrumentos usados en diferentes contextos, siendo los rituales de la devoción orisha exclusivos de los bàtá. Se trata de al menos tres tambores de distinto tamaño: el pequeño okónkolo u omelé; el mediano itótele u omelé enkó y el grande Iyá. La naturaleza tonal del yoruba con tres tonos y deslizamientos que los conectan permiten usar los tambores para comunicarse. En estos se interpretan con distintos ritmos, tanto en uno neutro, como si hablara con normalidad, como un ritmo de baile.

Hay mucho más que decir al respecto pero, como me ocurrió en la entrada del klabautermann con la inaccesibilidad de The Klabautermann of the northern seas (1973) de Reinhard J. Buss, la disponibilidad del texto editado por Amanda Villepastour es la que ofrece Google a través de unas pocas páginas. Hay artículos que mencionan a Añá o el uso de la música del tambor como lenguaje, pero dicen lo mismo que en lo poco que he podido ver.

Fuentes

  • Page, M. F., & Ingpen, R. R. (1985). Encyclopedia of things that never were: creatures, places, and people. (No Title).
  • Omojola, B. (2020). The Yorùbá God of Drumming: Transatlantic Perspectives on the Wood that Talks edited by Amanda Villepastour.
  • González, M., & Oludare, O. (2022). The speech surrogacy systems of the Yoruba dundún and batá drums. on the interface between organology and phonology. Frontiers in Communication, 6, 652542.

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