Bes, el enano protector de los niños

Cara de Bes sacando la lengua. Contorno coloreado a partir de la imagen el en templo de File.

En la amplia mitología egipcia, el aspecto uniforme dominó a los dioses. ¿A todos? ¡No! Un pequeño reducto de divinidades resistía sus cánones artísticos. Entre ellos, Bes, una deidad que se desarrolló en paralelo a la deidad hipopótamo y, como esta, se ha transformado y ha englobado a varias divinidades. Para conocerlo, hace falta descubrir su desarrollo.

Procesiones en varas

Describir a una deidad es complicado, pues hacerlo con precisión es como capturar una fotografía en un momento y lugar concreto, ignorando sus aspectos para distintos grupos y épocas. Bes formaba parte de los netjerw (singular: netjer), es decir, entidades sobrenaturales que transcienden a los humanos. Aunque este grupo incluya a las grandes divinidades, Bes no pertenecía a estas. Era una entidad doméstica que continuaba una tradición más antigua que su propia identidad.

Desde el 3100 a.C., se usaron colmillos de hipopótamo divididos por la mitad para crear varas para el parto. Era un tipo de amuleto que mostraba una procesión de animales, como leopardos, leones, ranas, babuinos, serpopardos, hipopótamo-león y el disco solar, entre otros. Debido al desgaste en una de sus puntas, se cree que se dibujaba un círculo protector con ellos. Otros tenían orificios por el que pasar un cordón y llevado objetos con él. En estos amuletos, hay una pareja que suele aparecer próxima: el hipopótamo-león y la figura leonina.  Para los egipcios, las figuras leoninas tenían múltiples nombres, como Aha ("luchador"), y tampoco tenían una apariencia estandarizada, mostrándose como niños o enanos con cabezas y colas leoninas, ni una única identidad. 

Transformación

Recipiente de maquillaje con la figura de Bes.

En el paso del Imperio antiguo (2686-2181 a.C.) al medio (2050-1750 a.C.), estos figuras leoninas disminuyeron conforme crecían las figuras de tipo Bes o Beset, en femenino, lo que podría indicar una relación secuencial, pero no necesariamente. Ni siquiera se sabe si los propios egipcios distinguían entre ambos grupos. Derivaban su nombre del término para el niño desde la concepción hasta el nacimiento. Su apariencia seguía siendo muy variada, sea con esbeltos cuerpos femeninos, robustos cuerpos masculinos o niños prepubescentes o pubescentes. Sus piernas podían estar rectas o torcidas, llevando serpientes, varas o lagartos y, como rasgo común, caras leoninas.

Bes era una entidad liminal con poder sobre las transformaciones. Como la deidad hipopótamo, dominaba el paso a la vida y a la muerte; al día y a la noche; el sueño y el despertar y la pubertad. Era inevitable encontrarlo cerca de las camas, sea en las patas, amuletos o reposacabezas, que levantaban la cabeza como el escarabajo Jepri el Sol. Este fue su papel del Imperio medio al nuevo (1550-1070 a.C.). En este último periodo, aunque siempre tiene un género ambiguo, Bes se masculiniza, las piernas torcidas que resaltan su enanismo se convierten en un detalle habitual y se muestra en nuevas posturas, como lateralmente. Desde este periodo en adelante, se muestra con instrumentos musicales, como flautas, campanas, el arpa, la pandereta y el sistro. El ruido de este último, aparentemente similar al de las plantas de papiros frotándose en los pantanos del Nilo, expresa su asociación con las aguas. Como Hapi, dios de la inundación, tenía los pechos colgantes, en este caso símbolo del amamantamiento. La música y el baile eran profesiones típicas de los enanos y las adolescentes, que podían mostrarse semidesnudas junto a Bes, con quien tenían relación por el paso a la adolescencia.

La imagen reconocible de Bes con el tocado de plumas de avestruz, la nariz gruesa, el ceño fruncido y la lengua fuera se estandariza en el Tercer Periodo Intermedio (1078-664 a.C.). Para los egipcios, la lengua fuera era un signo de agresión, insulto o protección. La piel de leopardo lo relacionaba con los sacerdotes sem o funerarios, que también la llevaban y por lo tanto aludía a su aspecto funerario, pero también al cielo estrellado por sus manchas. Aunque se normalice su aspecto, siguen existiendo desviaciones de la norma, pues desde el Imperio nuevo hay Bes con alas que posteriormente lo relacionarían con Horus.

Bes itifálico con cuerpo alto, cuatro brazos con dos de ellos alados, perros junto a la cabeza y corona con cuernos, serpientes y el disco solar.

En el periodo tardío (664-332 a.C.) y grecorromano intensifica su componente funerario, siendo conocido como el protector de los muertos. En el Imperio nuevo, sus amuletos ya estaban presentes en  en tumbas, pero no se sabe si por un significado funerario o por su uso en vida. Se trata del periodo grecorromano cuando finalmente se considera un dios, con templos como el del oasis de Bahariya, y su culto se extiende por el Mediterráneo. Ya es completamente masculino con una esposa con cara humana. Entonces, se combina con otras deidades, como Harpócrates, Osiris decapitado y Anubis. Harpócrates era el Horus niño al que, según la estela Metternich, crió una cerda y un enano. Por ello, por su faceta protectora y su relación por los mitos con los pantanos, el agua y los animales, se relacionaba con Bes. Bes se representaba señalándose la boca en alusión a Harpócrates, pues era un gesto típico de los niños en el arte egipcio. También ocupaba la posición de señor de los animales, flanqueado por dos leones y con patas de antílope. Bes-Harpócrates podía cabalgar una rana y, con frecuencia, Harpócrates simplemente llevaba la máscara de Bes sobre su cabeza. Esta máscara hizo que los griegos lo relacionaran con los sátiros y se le llamara "el descabezado", un vínculo con Osiris, quien fue descuartizado por Set. El uso de máscara y su rol funerario también lo enlazaban con Anubis, apareciendo combinado con este o con pies de chacal. Por otra parte, tenía relación con Hathor, cuya cara también se mostraba de frente, y con Shu a través del mito de el Retorno de la diosa distante. En este, Anhur volvía a Egipto con Mehit como esposa, que se había ido al sur huyendo de Ra. Shu, que soportaba el cielo como Bes las cabezas, ocupó el papel de Anhur y Tefnut-Hathor el de Mehit. Este mito se comparaba con la pubertad femenina, donde se iba la niña y volvía la mujer. La menstruación llegaba como la inundación anual del Nilo. Bes tenía dominios sobre ambos.

Fuente

  • Graves-Brown, C. (2018). Daemons and Spirits in Ancient Egypt. University of Wales Press.

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1 Comments
  • Nicolás Garzón Lozano
    Nicolás Garzón Lozano 16 de junio de 2024, 5:06

    Interesante artículo y pedagógico. Muchas gracias por compartirlo.

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