Set, el dios del desierto


En las mitologías más populares, hay dioses que visten el sambenito de malos y no hay quien se los quite. En la mitología egipcia, el desafortunado es Seth, una deidad que, como diría Zangief en ¡Rompe Ralph!, es "un malo, pero eso no significa que sea malo". Por eso, esta entrada tiene como finalidad conocerlo mejor, pues, en una próspera cultura milenaria que ha tenido contacto con múltiples pueblos cercanos, sería difícil creer que un mismo dios tuviera siempre la misma mala imagen sin importar la época ni el lugar.

Un enfrentamiento con historia


Todo héroe necesita un némesis digno que le suponga un reto para validar la magnitud de sus hazañas. En la mitología egipcia, el némesis de Horus, personificación del faraón en vida, era Set, quien mató a Osiris, personificación del faraón en la muerte y heredero de Geb, la tierra. Esta contienda no surgió fortuitamente. Se trata de un mito que parte desde la fina línea que separa la prehistoria de la historia egipcia.

Nacimiento de los dioses

El origen de los dioses se pierde en el tiempo, pero probablemente existieran mucho antes de su enfrentamiento. La presencia de vacas, perros y chacales enterrados en tumbas de la cultura badariense (5500-4000 a.C.) podría indicar cierta veneración hacia los animales. Estos perros y chacales podrían haber sido considerados ya criaturas funerarias, ya que deambulaban los cementerios en busca de carne y huesos. Esta relación sería la que explicaría la cabeza del psicopompo Anubis. Por eso, se sugiere que la presencia de amuletos de hipopótamos o fabricados con sus dientes junto a los cadáveres humanos podría señalar un posible culto a Set o a su predecesor, ya que este fue uno de los animales que le representaban en periodos posteriores.

Esta posible presencia también se encuentra amuletos de la cultura amratiense o Naqada I (4000-3500 a.C.), donde también aparecen cocodrilos, o en las imágenes de hipopótamos en los vasos, donde ya se ilustra el motivo del hipopótamo arponeado, muy similar al que se conservaría en el templo de Edfú durante el periodo grecorromano, con Horus como ejecutor. Es aquí donde se presenta la disyuntiva: ¿representaba una actividad típica de la vida diaria que se incorporó al mito o se conocía el mito que acabó incitando los rituales de caza? Del mismo modo, en peines y horquillas comienzan a aparecer imágenes incompletas del icónico animal Set o de un asno.

Conflicto histórico


Fuera o no un dios importante por entonces, seguramente lo sería en el periodo gerzense o Naqada II (3500-3100 a.C.), donde destacaban tres centros de culto: Nubt ("ciudad de oro"), el más antiguo y ciudad de Set; Hieracónpolis ("ciudad del halcón") y Abidos. El ascenso de Hieracónpolis frente a Nubt llevaría a que Horus se convirtiera finalmente en el principal dios estatal. Durante la unificación de Egipto, los seguidores de Horus conquistaron a los seguidores de Seth, representantes del Bajo y Alto Egipto, respectivamente, pero el conflicto resurgiría durante el periodo arcaico o tinita, agravada por una menor subida del nivel del Nilo.

Textos mágicos

Desde entonces, Set se asoció tanto con el Alto Egipto como a la oposición a la armonía (Maat), tanto real como cósmico. Por lo tanto, era un dios de lo salvaje, poderoso y guerrero, pero, como vimos con la magia, lo bueno y malo dependía de cómo se usase. Durante el Imperio Antiguo (2686-2181 a.C.) comenzarían a construirse las pirámides y, en ellas, se plasmarían cientos de hechizos que servirían al faraón, considerado personificación de Horus o hijo de Ra a partir de la dinastía V. Aunque los textos de las pirámides generalmente mencionan a Set negativamente, ya sea arrancándole el ojo a Horus, abriéndose paso a través del costado de su madre o sirviendo de festín con su cuerpo descuartizado de hipopótamo, también piden su fuerza para proteger al faraón de las serpientes, permitir que escapara de la muerte, le quitara los grilletes o lo resucitara. De hecho, incluso se describe ascendiendo a Osiris a los cielos. En otras menciones, simplemente aparece para referirse a sus tierras junto a las de Horus.

A partir del Primer Periodo Intermedio (2190-2050 a.C.), la identificación del difunto con Osiris fue pasando del faraón a los gobernantes y, finalmente, a todos los egipcios. Por lo tanto, se adaptaron los textos de las pirámides y se crearon otros nuevos para ser usados en los sarcófagos. De nuevo, Set aparece negativamente en la mayoría por el asesinato de Osiris o su lucha con Horus y de forma positiva al usar su poder para proteger al fallecido o a la barca solar.

Finalmente, poco antes del Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.), comienza a tomar forma el libro de los muertos que, al tomar conjuros de los textos de las pirámides y los sarcófagos, vuelve a mencionar el daño que Set le hizo a Horus y su enfrentamiento y a usar el poder setiano servía para proteger al difunto de Apofis en la barca sagrada de Ra. El difunto rechaza como Set, volverse al revés y consumir heces y orina. En un hechizo, incluso se dice que Horus y Set, que solían enfrentarse, ahora confraternizan entre sí.

Dios de los extranjeros


Durante el Segundo Periodo Intermedio (1782-1570 a.C.) ya no solo hay disputas internas, sino que los hicsos tomaron parte de sus tierras en el delta e identificaron a Set como equivalente a su dios Baal, pues ambos eran dioses de la tormenta. Aunque se convirtió en un dios para ellos, para el resto se convirtió en un dios asociado a las amenazas extranjeras. No obstante, mantuvo un lugar importante en el panteón, aunque simbolizando la dualidad entre la luz y la oscuridad que reside en todos nosotros.

Después del periodo amarniense y el monoteísmo de Ajenatón, al retomar el panteón, Set tuvo la oportunidad de recobrar su importancia como dios familiar de los faraones ramésidas de las dinastías XIX y XX, quienes asimilaron sus cualidades guerreras en el campo de batalla. Esa importancia fue compartida por la dinastía libia y nubia, pero sufrió un drástico golpe con las invasiones sirias y persas. Entonces, se consideró que Set había ayudado a invadir sus tierras y saquear sus templos. Los relatos y menciones del enfrentamiento entre Horus y Set, que acababan con la reconciliación de los enemigos, se centraron en el castigo del asesino. Incluso las imágenes de Set se modificaron para representar a otros dioses, como Jnum o Amón, o se le mostraba con un cuchillo en la cabeza. En el periodo helenístico, los griegos lo identificaron con Tifón, el papiro Jumilhac con el temible dios Baba y, en los papiros de Berlín, lo expulsan por ser un asno borracho y libidinoso. Se consideró que su poder maligno se manifestaba entre los vivos en forma de enfermedades, crímenes, rebeliones e invasiones, pero también entre los muertos, pues los perseguía para obtener su alma. Set era el mal personificado, identificándose con la temible Apofis, a quien había combatido, y siendo llamado "hijo de Nut" para evitar pronunciar su nombre.

A pesar de todo, este desprecio no fue total y en los oasis, lejos del valle del Nilo, conservó su culto.

El animal Set


Muchos de los dioses egipcios se puede representar con varios animales. Set no es una excepción. Sin embargo, sean halcones, carneros, vacas o ranas, son fácilmente identificables. Ese no es el caso de Set. Set se representa con un animal de hocico curvo, largas orejas verticales rectangulares y cola erecta en forma de flecha. Debido a esto, se ha intentado identificarlo en base a sus rasgos, pero rara vez de forma convincente. Por ello, se ha afirmado que es un cerdo, jirafa, oso hormiguero, jabalí, un asno o un okapi. Como ocurre con Anubis, es probable que se trate de un cánido, como el licaón (Lycaon pictus) o galgo persa.

Ajeno a las costumbres

Los egipcios tenían estima al orden, la armonía y la verdad de Maat. En sus tierras, sus costumbres procuraban esa armonía. Por lo tanto, Set quedaba fuera de ellas, siendo un dios del desierto y de los extranjeros, que tenían costumbres extrañas que alteraban ese orden, como un apetito sexual incorrecto y desmedido. Por eso, sus lugares de culto estaban en zonas fronterizas, rutas comerciales o los oasis occidentales, donde se le asimilaba con el dios benévolo Ash. 

La posición de Set como representante del Alto Egipto le garantizaba una posición de poder, pero esta posición fue alternándose con Nejbet, señora del Alto Egipto, que se emparejaba con Uadyet, señora del Bajo Egipto. A pesar de ello, el caótico dios castrado se asimiló con dioses semíticos, como Baal, señor de la tormenta y el cielo. Gracias a esta asociación, Set amplió su dominio al mar y los truenos. Del mismo modo, se asimiló al dios hitita Tarhun, equivalente al hurrita Teshub, que porta rayos y una maza. De hecho, en los conflictos con los hititas, cualquiera de sus dioses locales eran llamados Set, mientras que, para los hititas, Ra era Šamaš y Set era Teshub. Durante el periodo hicso, también se incorporó a Anat y Astarté al panteón como hijas de Ra y esposas de Set. En un episodio con Anat, una diosa guerrera, está desvistiéndose de sus ropas de hombre y el dios solar la ve con Set en posición de coito a tergo, salpicándole parte del semen entre los ojos al dios solar. Este relato presenta a Set en una práctica sexual ambigua que contradecía las costumbres egipcias. A pesar de esto, también estuvo emparejado con diosas locales, como Neftis, Tueris o Neit.

Fuentes

  • Wilkinson, R. H. (2003). The complete gods and goddesses of ancient Egypt. Thames & Hudson.
  • Cruz-Uribe, E. (2009). Stḫ ꜥꜣ pḥty" Seth, God of Power and Might". Journal of the American Research Center in Egypt, 201-226.
  • Turner, P. J. (2013). Seth: A Misrepresented God in the Ancient Egyptian Pantheon?. Oxford: Archaeopress.
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