La caprichosa alma de los barcos

Según el folclore de los marineros del mar del Norte y el mar Báltico, en los viajes largos siempre tenían compañía en sus barcos. Se trataba de un tripulante invisible que se hacía notar sutilmente o de forma escandalosa: el espíritu del barco.

El espíritu del barco era un tipo de duende que los noruegos llaman nisse, los suecos tomte y los finlandeses tomtenisse o tontu, es decir, pertenece al mismo tipo de seres que los ayudantes de Santa Claus. En Alemania, el equivalente de estos seres era el kobold; en Bretaña, Francia, es un lutin o luiton; en los Países Bajos, era un kabouter(man), mientras en Gran Bretaña era un puck, pixie o brownie. En conjunto, son pequeños y traviesos seres domésticos o de la naturaleza que ayudan a quienes le favorecen y perjudican a los que no. No obstante, como más son conocidos estos seres cuando están en un barco es por su nombre alemán, klabautermann ("Golpeador"). En Dinamarca, puede aparecer combinado con el skibsnisse, mientras en las islas frisias, Schleswig-Holstein y Pomerania puede hacerlo con el puck.

El klabautermann era un duende que habitaba en los barcos. Como duende, era un ser pequeño, con pipa, que actuaba conforme al respeto de recibía. Si estaba bien cuidado, los viajes prosperaban y el barco estaba protegido. Debido a esto, puede aparecer como un carpintero que arregla por la noche todo lo que se rompe por el día, razón por la que también se le llama klütermann. Por el contrario, si se le abandonaba, el barco conocería su fin. Cuando se le oía inquieto corriendo por los obenques, haciendo ruidos en los aparejos y en la bodega, era la señal de la tripulación debía abandonar de inmediato el barco. Su humor también se manifestaba en situaciones menos extremas. Se creía que mantenía el orden y la disciplina en el barco, gritando órdenes, especialmente entre los tripulantes jóvenes y rebeldes. Para los marineros, podía ser tanto una ayuda como un estorbo, golpeándolos en la cabeza, humillándolos, mofándose de ellos o castigando a los malhechores. De hecho, el nombre klabautermann derivaba del alboroto que causaba.

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Además de como un carpintero o fumando una pipa, llevaba calzones amarillos, botas de jinete, una chaqueta roja o gris y un gorro como el de los peregrinos americanos, que también recuerda al sombrero de copa de los leprechaun. Tenía una gran cabeza roja y dientes verdes y solía sentarse bajo el cabestrante. Las botas de jinete, con las que solía aparecer en mares tranquilos, podían estar relacionadas con las latitudes de caballo cercanas al ecuador, a 30º de latitud norte y 38º de latitud sur. Parece ser que estas recibían su nombre porque, en esta zona de altas presiones, los viajes se hacían más lentos, teniendo que racionar el agua y sacrificar a los caballos que consumían más.

Ahora bien, ¿cómo nacía el klabautermann? Pues, según las creencias, el alma de un barco era la misma que estaba en la madera de los árboles. Los árboles podían haber obtenido el alma de un ser humano o poseer el alma de otro ser. Esto posiblemente esté relacionado con el Vårdträd o Tuntre, árboles sagrados plantados en ocasiones especiales que representaban a los ancestros y a los espíritus de la naturaleza.

Aunque es una conexión sin apoyo unánime, se le relaciona con Focas de Sinope, a quien tradicionalmente los marineros servían una parte de cada comida. Esta era comprada por un viajero, cuyo dinero se quedaba en manos del capitán para distribuirlo entre los pobres al llegar a puerto.

Fuentes

  • Thorpe, B. (1852). Northern mythology: comprising the principal popular traditions and superstitions of Scandinavia, North Germany, and the Netherlands (Vol. 3). Edward Lumley.
  • Bronner, S. J. (2006). Crossing the line: Violence, play, and drama in naval equator traditions (p. 64). Amsterdam University Press.
  • Hinkkanen, M. L., & Kirby, D. (2013). The Baltic and the North Seas. Routledge.
 
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