La posición de los testículos suele atribuirse a la temperatura necesaria para la producción de espermatozoides, que debe ser ligeramente inferior a la temperatura corporal. A pesar de su popularidad, esta afirmación no es totalmente cierta, pues todavía no se sabe por qué los testículos ocupan su posición en los humanos.

Hipótesis

Dicha declaración tampoco es totalmente falsa. La dijo el endocrinólogo Carl Richard Moore en 1926 debido a que las altas temperaturas obstaculizan la espermatogénesis y aumentan la posibilidad de mutaciones espontáneas. Teniendo esto en cuenta, es lógico pensar que en organismos endotermos, la posición externa del escroto reduciría estos problemas, especialmente teniendo en cuenta que las mutaciones son más frecuentes en la línea germinal masculina, con una prevalencia importante en el cromosoma Y.

Por otra parte, Scott Freeman postuló en 1990 que el descenso testicular proporciona cierta hipoxia en el saco escrotal. En respuesta, se induciría un metabolismo oxidativo debido al estrés que mejoraría la aptitud aeróbica de los gametos. Tanto John Michael Bedford en 1978 como Russell C. Jones en 2002 propusieron que era el epidídimo el que necesitaba la menor temperatura para el almacenaje y maduración del esperma.

En su libro Animal form and patterns: a study of the appearance of animals (1967), Adolf Portmann sugería que su posición servía como exhibición hacia las hembras. En algunas especies, disfrutarían de un aspecto llamativo pero costoso en recursos para el usuario que no todos podrían permitirse. De esta manera, solo los individuos más sanos podrían dedicar sus recursos en mostrar el escroto más atractivo, que demostraría su buen estado físico. Sin embargo, a la hora de la verdad, esta relación no se ha podido encontrar.

M. R. A. Chance razonó que la temperatura fue una adaptación secundaria y que las diferentes posiciones de los testículos en los animales dependía de su movilidad. De esta manera, los animales que corren y saltan tienen testículos externos para evitar el aumento hidrostático de la presión abdominal.

Otra postura es que los espermatozoides se activan con la diferencia de temperatura entre los testículos y la vagina, siendo el reflejo cremastérico, donde el testículo asciende al tocarse la cara interna del muslo ipsilateral, una manera de prepararlos previamente al acercarlos al abdomen. La presencia de testículos internos en animales como los elefantes invalidaría la hipótesis. En respuesta a ello, se intentó enmendar asegurando que la posición externa de los testículos favoreció al magnorden de los boreoeuterios (Boreoeutheria), cuya temperatura corporal era más elevada, por las razones ya mencionadas por Moore. A diferencia del superorden afroterio (Afrotheria), los boreoeuterios tenían testículos en la mayoría de los casos. El problema lo presentaron los marsupiales (Marsupialia), que habrían desarrollado testículos independientemente, aunque en estos se sitúa por delante del pene.

Una explicación compleja

La menor temperatura en los testículos externos con el fin de favorecer la espermatogénesis y los genes no explica por qué, de todos aquellos con testículos internos, solo los monotremas (Monotremata) tienen una temperatura corporal menor. Los testículos internos podrían ser una protección contra los golpes, pero los animales con estos no sufren una presión mayor que los demás en este sentido para justificarlo. En ballenas, pinnípedos como las focas y morsas, los perezosos, topos y rinocerontes, la situación es intermedia, pues los testículos descienden de la pared abdominal, pero se quedan bajo la piel sin llegar al escroto. 

El cambio de la posición de los testículos surgiría a partir la adaptación del medio acuático al terrestre, pues se alterarían las condiciones del medio externo y, en consecuencia, del propio metabolismo. De forma más directa, su posición estaría influenciada por un complejo equilibrio de las moléculas que actúan sobre el gobernáculo, dirigido por las necesidades celulares y la coordinación entre estas. El gobernáculo, más desarrollado en embriones masculinos, tiene una participación común en el descenso de los animales que lo presentan. En su ausencia, se mantienen en su posición original, cerca de los riñones, como el caso de los elefantes. Su posición definitiva en cada especie sería consecuencia de su homeostasis desde el desarrollo embrionario y una alteración en su posición modificaría su rendimiento y producir patologías.

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