Dioses de la viruela, cuando la enfermedad reside en lo divino
Los medios informaban que, en medio de la pandemia de SARS-CoV-2, en las regiones indias de Uttar Pradesh, Bihar, Jharkhand y Assam hacían ofrendas a la diosa Corona Mai, deidad del propio coronavirus. Desde nuestra perspectiva, esto puede parecernos extraordinario. Incluso nos parecería más lógico que fuera un demonio al que hubiera que alejar o apaciguar, pero en las culturas del mundo, las enfermedades pueden tomar muchas formas, ya sean divinas, demoníacas o monstruosas.
India
En la India, teniendo en cuenta la diversidad religiosa, no hay un solo ser encargado de la enfermedad. Sitala es la diosa bengalí occidental y bangladesa de la viruela, conocida por otro nombre en el sur. La visión de las terribles consecuencias de la viruela requirió un culto en quien depositar los deseos de recuperación, pero, a pesar de la erradicación de la enfermedad, la fuerza de la tradición evita la desaparición de la diosa. Al fin y al cabo, la viruela es una enfermedad conocida en la India desde antes de nuestra era común y a la que llamaban Masūrikā (मसूरिका). Esta sería conocida popularmente a finales del siglo XV y principios del XVI como la enfermedad de Sitala o Sitalika. El texto médico del siglo XVI Bhava-prakash daba instrucciones de culto a Sitala junto a las recomendaciones médicas, indicando que un brahmán debía recitar un himno sobre el "temible temor" o la "terrorífica calamidad de pústulas".
En el siglo XII, mucho antes de aparecer en textos médicos, la imagen de Sitala ya aparecía desnuda montada sobre un asno con un abanico en la cabeza en el templo de Modhera en Gujarat, así como en el muro externo de un templo de la misma época en Sejakpur en Saurashtra o en Osia, Rayastán. En Bengala oriental se desenterró una estatuilla budista del mismo siglo de las mismas características, salvo con el abanico en la mano izquierda y una escoba en la derecha.
Durante siglos fue una diosa menor emparejada con la diosa Chandi y Manasá, pero la hambruna y epidemia durante la decadencia del imperio mogol en la segunda mitad del siglo XVIII, que afectó a cargos importantes, favoreció su culto.
La diosa Mariamman es una diosa de la lluvia del sur de la India, pero también de las enfermedades basadas en el calor, como la viruela o las eflorescencias. Junto con Sitala, se asocia con Kali.
El propio Shiva también está implicado a través de la creación de los hermanos ráksasas Ghanta y Karna, o un solo ráksasa llamado Ghanta-karna, que usó para corregir una bendición que otorgó a Mandodarî, esposa del demonio Dâruka. Este último había practicado la austeridad para recibir una bendición de Brahma, pero la usó para hacer miserable la vida de los devas, es decir, los dioses. Los devas pidieron ayuda a Shiva, quien creó a Bhadrakâlî por medio de su tercer ojo (no puedo negar que la frase está abierta a la interpretación) para que matara a Dâruka. Viuda y acongojada, Mandodarî hizo austeridades para recibir la bendición de Shiva, recibiendo gotas de su sudor. Ese sudor provocaría viruela a cualquiera que entrara en contacto con ellas, por los que las roció sobre Bhadrakâlî. Para ello Shiva creó a Ghanta-karna para que la lamiese, pero Bhadrakâlî le detuvo cuando llegó a la cara debido a que era su hermana y eso no sería adecuado.
China
En China, varias divinidades llamadas Dou Shen o Tou Shen compartían la misma función. Dou Shen era el ministro o ministerio celeste de los dioses de la enfermedad que mantenía a raya la viruela. También se habla de T'ou-Shen Niang-Niang, que se basaría en una monja budista que en el siglo XI introdujo la práctica de la inoculación desde la India. Dado que no sé chino y su nombre no suele acompañarse por caracteres, desconozco si tiene alguna relación con Zhu Sheng Niang Niang (注生娘娘), una diosa del parto surgida de la combinación de tres diosas de la novela Fengshen Yanyi (Chino tradicional: 封神演義; chino simplificado: 封神演义), hermano del dios guerrero de la fortuna Zhao Gong Ming (赵公明), más conocido como Cai Shen (Chino tradicional: 財神; Chino simplificado: 财神).
Japón
Los ainu consideraban que todo, tanto animado como inanimado, tenía ramat (corazón), un alma que abandonaría el cuerpo al morir o romperse. A su vez, todo ser vivo, objeto o fenómeno era un kamui (espíritu) que podía o no favorecer. Un kamui podía manifestarse en varios ramat, por ejemplo, en varios especímenes de una especie de animales, en uno solo o no haber relación entre un kamui y un ramat.
Entre los ainu había una íntima relación con la naturaleza y donde se intentaba devolver lo que se tomaba. Si se ofendía a un kamui, este podía castigar. El Pakoro kamui era el encargado de la enfermedad, especialmente la viruela. Para protegerse de él había que pedirselo a Apasam kamui, espíritu liminal, concebido con frecuencia como una pareja, que protegía en el parto y contra la enfermedad.
En el resto de Japón, durante la era An'ei (1772-1781) surgió en la literatura popular el personaje del Tofu-kozo, un yokai con apariencia de niño cabezón, a veces cíclope, con sombrero de bambú y, ocasionalmente, la lengua fuera o garras en los pies que ofrecía un bloque de tofu con la forma de una hoja de arce japonés en el lateral. Se trataba de un chico al que todos ignoraban. Se le relaciona con el hoso-gami, el dios de la viruela, ya que el diseño de su ropa recuerda a los que se usaban en la era Edo para ahuyentar la viruela.
Europa
San Nicasio de Reims es el patrón de la viruela, ya que se dice que sobrevivió a ella, y es uno de los santos cefalóforos al ser decapitado por los vándalos.
África
En África, como en la India, y con más razón, también hay varias deidades de la viruela. Los chagga, aunque influenciados por el cristianismo y el islam, creían que un semidios alertó del consumo del fruto prohibido. Este semidios es el encargado de castigar a la humanidad con enfermedades, hambre y guerra y pide el sacrificio del ganado a Dios. En Benín, el vodun de la viruela, la prosperidad y la riqueza era Sagbata o Sakpata, hijo mayor de Mawu y a quien se le otorgó la tierra. El orisha Shankpanna de los yoruba, hijo de Aganju y Yemaja, era similar a él. Entre los yoruba, Soponna también era la orisha de la viruela, quien recibía mayor culto en épocas de crisis. Su culto llegó a Haití, Cuba y Bahía, Brasil, donde se le conoce como Obaluaye u Omolu. Entre los gisu de Uganda, el dios de la viruela era Enundu, a quien se le propiciaba con el sacrificio de una cabra. Se le asociaba Gibini a quien se le ofrecían verduras y era simbolizado con un árbol plantado cerca de la casa. En el panteón Chwezi del antiguo reino de Bunyoro-Kitara, en torno a la zona de Uganda, los santuarios del dios de la viruela Ndaula o Ndahura se mantenían en la frontera para mantener la enfermedad en los territorios vecinos.
si queréis ver más, no olvidéis que la mierda también es una función divina vital, así como los pedos.
Fuentes
- Nicholas, R. W. (1981). The Goddess Śītalā and Epidemic Smallpox in Bengal. The Journal of Asian Studies, 41(1), 21-44.
- Williams, G. M. (2003). Handbook of Hindu mythology. abc-clio.
- Hopkins, D. R. (1988). Smallpox: ten years gone. American journal of public health, 78(12), 1589-1595.
- Roberts, J. (2010). Chinese mythology A to Z. Infobase Publishing.
- Muñoz González, Y. (1998). Ainu Moshir y Kamui Moshir.
- Ashkenazi, M. (2003). Handbook of Japanese mythology. ABC-CLIO.
- Foster, M. D. (2015). The book of yokai: Mysterious creatures of Japanese folklore. University of California Press.
- Skyes, E., Kendall, A., & Sykes, E. (2014). Who's who in Non-classical Mythology. Routledge.
- Asante, M. K., & Mazama, A. (Eds.). (2009). Encyclopedia of African religion (Vol. 1). Sage.
- Lynch, P. A., & Roberts, J. (2010). African Mythology, A to Z. Infobase Publishing.
muy interesante revisión histórica donde queda evidenciado cómo las civilizaciones antiguas creaban sus deidades y demonios atribuyendoles el control de las pandemias, ya que no disponían de l tecnología actual debían recurrir, ante la incertidumbre, a los rituales y sacrificios para los iconos que habían inventado, hasta los Europeos tienen su propio santo venerado solo por ser sobreviviente a la viruela. Con esto concluyo que pensar en rituales en la actualidad resulta además de infructuoso, una falta de respeto con el desarrollo de la civilización moderna