Ninurta, el predecesor de Hércules que luchaba contra las fuerzas del caos


El intercambio cultural es una constante en la historia de la humanidad. Entre sus productos, hay ejemplos que perduran y alcanzan más renombre que las influencias originales. Por eso, si nos fijamos en Heracles/Hércules, héroe por excelencia, cuesta creer que no fuera una creación original grecorromana, sino una adaptación de oriente que ya entonces tenía varios milenios a sus espaldas.

Para conocer cómo nació Heracles, no tenemos que ir a la casa de Alcmena en Tebas, sino desplazarnos hasta Nippur, en el tercio sur del Éufrates. Esta fue una ciudad que, desde tiempos antiguos, fue considerada el centro del universo, donde se situaba E.kur, la Casa de la Montaña de Enlil, señor de los vientos y líder del panteón. En este Olimpo sumerio estaba el trono de Enlil, en torno al que los dioses se reunían para tomar sus decisiones. Pero, como podréis intuir, no es Enlil ni su esposa Ninlil quienes sirven de modelo a Heracles, sino su hijo Ninurta, también llamado Ningirsu, pues ambos dioses son prácticamente idénticos desde, al menos, el reinado de Sargón de Acad (c. 2334-2279 a.C.).

Ninurta, el fiel arador


Del mismo modo que Nippur era el eje para el mundo, en Ninurta está el núcleo de muchas deidades. En primer lugar, dada su importancia, fue adquiriendo detalles de divinidades menores con las que se equiparaba. A su vez, su posición influyó en dioses posteriores y en sus hazañas heroicas. De esta manera, aunque originalmente fueran los dioses de la tormenta del norte de Mesopotamia y Siria quienes se enfrentaban a la ubicua serpiente marina policéfala del mar (Chaoskampf) y Ninurta lo hiciese con bestias del caos en las montañas, se terminó asociando directa o indirectamente con este enfrentamiento.

Estas relaciones crearon a un dios versátil, cuyas acciones afectaban en paralelo a varias áreas. Por esta razón es difícil delimitar su identidad, sirviendo como un modelo más de que las deidades se adaptan continuamente a las realidades de su pueblo. Es decir, el que una deidad se limite a una o dos funciones (p.ej. dios del trueno) y no vaya más allá, realmente no es tan común. En su esencia, Ninurta se caracteriza por su lucha contra las fuerzas del caos de las montañas, una localización que se refería tanto a los pueblos bárbaros como al inframundo, como por su relación con su padre. A partir de estos dos puntos tan sencillos, tenía un papel en la monarquía, la agricultura, la fertilidad, el diluvio, la salud, la guerra, la justicia, la sabiduría, la entispicia y la astronomía.

Defensor del orden


Ninurta es, junto con Inanna/Ištar, uno de los personajes más presentes en la literatura mesopotámica. En los textos más importantes, Lugal-e, Angim dimma y la Épica de Anzû, vence a las fuerzas del caos y restaura el orden. Por ello era el protector del pueblo y cada una de las bestias sometidas también fueron usadas con este fin, especialmente flanqueando las entradas de palacios y ciudades.

En el Lugal-e, Ninurta está en un banquete con los dioses, cuando su esposa Bau/Baba le comunica las palabras del rey humano. Tras mirar a las montañas, su maza Šar-ur le informa que el responsable es Asag, hijo del cielo An y la tierra Ki, cuya espantoso aspecto hierve las aguas, cuya piel es impenetrable a las armas y que se ha unido con la montaña para engendrar piedras para atacar la tierra, siendo nombrado rey por las plantas. En oscuridad, Ninurta parte rápidamente a enfrentarse a Asag, pero el fuerte viento, la arena y las piedras ardientes le impiden avanzar. Gracias al consejo de Šar-ur, Enlil desata su tormenta y permite a Ninurta vencer a sus enemigos. No obstante, como el Tigris apenas llevaba agua y la gente sufría de hambruna, Ninurta llevó "agua fría" de las montañas cavando zanjas. Por su asistencia, a Ninmaḫ ("Gran dama") le cambió el nombre a Ninḫursaĝa ("Dama de la montaña"), otorgándole las riquezas naturales de la montaña. Después juzgó a las piedras y decretó sus destinos. Finalmente, Ninurta regresa triunfalmente a E.kur.

En Angim dimma, Ninurta vuelve triunfalmente desde las montañas a Nippur, narrándose cómo derrotó a once enemigos y los muestra en su brillante carro, pues es habitual que las bestias derrotadas se conviertan en monturas o vehículos. En mitos posteriores, como el Enūma Eliš, protagonizado por Marduk, el número permanece. Quizás con Tiamat como duodécimo oponente o incluyendo al propio héroe, coincidiría con las doce labores de Heracles. Más adelante profundizaré un poco más en este punto.

En el mito babilonio de Anzû, el ave traidora Anzû roba las tablillas de los destinos a Enlil mientras este se está bañando, alterando el orden establecido, por lo que An declara que quien le venciera obtendría la gloria, pero los dioses están asustados. En la montaña Šaršar, Anzû está acompañado de fuertes vientos, tormentas de arena y grandes cantidades de agua. Por eso, cuando Ninurta le disparo sus flechas, pero Anzû las retrocedía en el tiempo, revirtiéndolas a sus componentes. Gracias a Šar-ur, Ninurta obtuvo el consejo de Ea para derrotarlo. Le cortó las alas y, cuando Anzû intentó recuperarlas, se dio cuenta que las tenía clavadas en la piedra con las flechas. De nuevo, Ninurta regresa triunfalmente.

Monarquía


El elemento fundamental del que parten el resto de sus funciones era su posición como rey. Ninurta ofrece un paralelismo con el rey terrenal que mantiene el orden en sus tierras, asegurando la prosperidad de su pueblo y atendiendo el templo de su padre. Cuando vuelve, lo hace como si volviese de una exitosa campaña militar, cargado de recompensas. En Nippur, Ninurta era entronizado, uniéndose a su padre. Al mismo tiempo, Enlil invocaba al rey terrenal a través del oráculo, decretándole un buen destino y equiparándolo en su coronación con Ninurta. De esta manera, el rey ascendía más allá de su condición humana, convirtiéndose en intermediario de los dioses como lo era Ninurta. Este ascenso le permitía recibir las palabra de los dioses, pues el resto de mortales, cuando se encontraban con ellos, tan solo recibían la determinación de sus destinos. Salvo en contadas excepciones, como Iddin-Dagān (c. 1910-1890 a.C.) e Išme-Dagān (c. 1775-1765 a.C.), donde compartía parternidad con Dagan, el rey se consideraba hijo de Enlil.

Además, tradicionalmente, antes de recibir el trono de Enlil en Nippur, el rey imitaba el viaje de Ninurta, recibiendo el conocimiento divino de Enki en Eridú, la corona de Sin en Ur y la ropa regia de Inanna en Uruk. De esta manera, mientras se mantuvo como principal centro religioso de la región, los reyes accedían al trono en Nippur. Por eso, Gilgameš es coronado por Enlil, aunque al ser de Uruk su deidal local fuera Inanna o Anu. Al poseer los implementos divinos, se muestra que el rey lo puede todo, no tiene igual y sus acciones están siempre justificadas. No obstante, en los textos se observa un cambio de perspectiva al respecto. En La Maldición de Agadé, Naram-Sin (c. 2254-2218 a.C.) era un gobernante culpable impaciente y arrogante, pero en El lamento de Sumeria y Ur, es simplemente la víctima del destino.


Antes de ser entronizado, Ninnibru, que posteriormente sería absorbida por Gula, le suplica a Enlil que convierta a su esposo Ninurta en rey. Entonces, Ninurta entrega sus armas y, como el "buen arador", planta su semilla. Este acto, junto con su labor para restaurar el orden y prosperidad, frente al caos y desolación, formaban parte de la temática regenerativa de los rituales anuales.

Más allá del ascenso al trono, el control de las fronteras y preservador del orden, en Ninurta se expresaba una actividad propia de los reyes: la lucha contra un león. Esta demostración de fuerza contra la naturaleza que rememoraba el enfrentamiento contra Asag fue trasladándose a otros líderes del panteón. En la caza demostraba su fuerza y su rápidez física y mental, pues lo que caracterizó a Ninurta fue su ingenio para resolver rápidamente sus problemas. Este motivo aparece en la Biblia, en Daniel 6, donde Yahvé envía a un ángel para cerrar la boca a los leones del foso y salvar. Además, es posible que el rey y cazador Nimrod fuera una corrupción de Ninurta.

En definitiva, el rey actuaba como Ninurta, siendo su obligación si quería mantener el favor divino. Por eso, en El lamento de Nibru se dice ante el éxito: "¡Anu, Enlil, Enki y Ninmah han prolongado su reinado!", mientras en El lamento por la destrucción de Sumer y Ur se asegura: "Anu, Enlil, Enki y Ninmah han decidido su destino para revocar los poderes divinos de Sumer".

Fertilidad

Aparte de su maza Šar-ur y sus flechas, las armas habituales de Ninurta eran el arado y la azada. Con este combatía a las malas hierbas y extendía sus tierras bajo su control. Al derrotar a sus enemigos, libera los poderes que atesoraban, beneficiando a la tierra. A su vez, tras combatirlos, la irriga ante la sequía y contiene las aguas ante la inundación. 

En el cilindro de Barton, Ninḫursaĝa, equivalente a Ki, se casa con An. Aunque no se concreta con quien, debido al mito de Enki y Ninhursag, se defiende que Ninḫursaĝa engendró con Enki a sus siete hijos, es decir, los anunnaki. Desgraciadamente, alguien está haciendo que los alimentos y aguas de varias ciudades sean insalubres. Entonces, Ninurta, cubierto con piel de león, dice que alguien leal está evitando que Ninḫursaĝa, los sacerdotes y los animales consuman estos alimentos. Ninurta investiga las aguas y los animales, siendo asistido por los vientos de Ninḫursaĝa. No se sabe qué ocurre, pero el agua saludable vuelve, así como el orden de Enlil y la reproducción de los animales. Ninḫursaĝa se va a Keš, pero contempla que su ciudad y templo están abandonados, abriéndose la pregunta de por qué deben acabar los tiempos felices.

Aunque el estado del cilindro evita que se conozcan detalles importantes, tanto en este como en Lugal-e, Ninurta restaura la fertilidad de animales y plantas, que vuelven a crecer y reproducirse. En ambos casos, la desgracia ocurre tras la unión del cielo (An/Anu) y la tierra (Ki/Ninmaḫ/Ninḫursaĝa/Nintu(d)/Belet Ili) y Ninurta actúa para favorecerlos.

Su poder sobre las aguas era protector y ofensivo, pues acometía a sus enemigos como un diluvio y una inundación, una habilidad delegada por Enlil que también poseía Ištar. Aunque destructor, era un poder regenerador al permitir comenzar un nuevo mundo. El rey y Ninurta debían manejar estas inundaciones primaverales para evitar la destrucción y aumentar la vegetación. Los supervivientes del diluvio eran personajes tratados como reyes eternos, siendo por ello por lo que pueden comunicarse con los dioses. Por supuesto, el dios bíblico domina las aguas para la creación (Génesis 1:9-13) como para la destrucción (Génesis 7). Además, Enoc no muere porque se lo llevó Yahvé. En el Libro de los jubileos 4:17-26, se apartó al Edén, donde escribió condenas a la humanidad. Este se modela a partir de Enmeduranki, rey de Sippar, que también era el séptimo rey/patriarca antediluviano. A su vez, en la lista de apkallu, la séptima posición era para Utuabzu/Adapa, que también estaba en el cielo.

Este diluvio está conectado con los vigilantes, cuyos hijos son gigantes. En el Libro de gigantes judío, Utnapishtim, Humbaba y Gilgamesh son descendientes de estos ángeles caídos, que enseñaron maldades a los humanos. Por ello, mientras en Mesopotamia tenían un fin positivo, para los judíos eran malvados.

Sanador


En su lucha contra los demonios, su faceta como agricultor y su matrimonio con la diosa Gula tenemos tres aspectos donde se enfrenta a la enfermedad, pues esta podía ser causada por seres malignos, incluyendo difuntos. Las hierbas medicinales eran uno de los recursos de los sanadores, entre el que estaba el euforbio (Euphorbia), llamada "aroma de Ninurta" porque su flor tenía forma de corona o estrella, proporcionando la droga de Ninurta. 

En la otra orilla del Tigris, Ninurta se equiparó el elamita Inšušnak de Susa y con Tišpak, deidad-titular de Ešnunna. Etimológicamente, Ninazu de Ešnunna era un dios de la curación que presidía el inframundo y, junto con su hermano Ninmada, tenía cualidades agrícolas en Cómo llegó el grano a Sumeria. En el gran himno a Gula de Bullutsa-rabi, se menciona a Ninazu como una hipóstasis de Ninurta. De hecho, en Enlil y Ninlil, Ninazu es hermano de Nergal, Enbilulu y Nanna/Sin, quien es primogénito de Enlil, sin mencionarse a Ninurta. Es posible que el texto proceda de la tercera dinastía de Ur (c. 2112 a.C.-2004 a.C.), cuando Nanna/Sin experimentó un ascenso, pues anteriormente era hijo de An. No obstante, sus dominios no entraban en conflicto, pues el dios lunar Nanna/Sin era un rey celestial, mientras Ninurta era un rey terrenal. Por otra parte, Tišpak, sucesor de Ninazu en Ešnunna, heredó su puesto, al mušḫuššu obtenido en su enfrentamiento con el monstruo marino Labbu y su asociación con Ninurta, por lo que adoptó como padres a Enlil y Ninlil y se mostró como un dios guerrero dos mazas. A pesar de ello, su templo conservaba objetos que señalaban la persistencia de su aspecto agrario, como un arado de bronce. Por estas relaciones, los tres son dioses ctónicos de la curación.

El yeso era una sustancia ligada a Ninurta, mientras que el betún lo estaba con Asag o Labbu, que tenía orígenes acuáticos como el betún usado entonces. Estas sustancias eran usadas por su contraste. De esta manera, en el ritual para sanar un enfermo, se embadurnaba la puerta con estas dos sustancias para protegerlo de malas influencias, pues se trataba de un lugar de transición. Esta oposición de claridad y oscuridad ocurría también en la entispicia, donde el color de los órganos presagiaba un porvenir provechoso o perjudicial.

El matrimonio con Gula tenía una conexión indirecta con la sanación, pues en su forma teriantropomorfa con cabeza de perro era llamada azugallatu, la "gran doctora". Esta se manifestaba en la estrella Cabra (Vega) y en la constelación de Lira. Además, en la primera dinastía de Isin (c. 1953-1717 a.C.), cuando Pabilsag perdió importancia en la ciudad, casaron a su esposa Ninisina, una deidad sanadora, con Ninurta, asimilándose Pabilsag con él.

Este aspecto sanador que, por una parte, usaba sus hazañas para vencer enfermedades pero, por otra, lo conectaba con deidades ligadas a las serpientes, conllevó a su asociación con los fenicios Melqart y Ešmun. A su vez, a través de estos, estaría conectado con Heracles/Hércules y con Asclepio/Esculapio. Según Marino en Vita Procli, en el siglo IV d.C., Proclo invocó a Asklepios Leontouchos ("Asclepio luchando con el león") de Ascalón, relacionándolo con uno de los motivos más comunes de Ninurta.

Sabiduría


Ninurta no vence con mera fuerza bruta, sino con astucia y ayuda. En El viaje a Eridú, visita a Enki en su morada Abzu, la fuente del conocimiento divino. En este viaje necesario para ser rey, obtiene los conocimientos para beneficiar a la tierra y plantar los cimientos de la sociedad sumeria. Ahí decreta el destino de los mortales junto con An y Enlil, pues Abzu, el acuífero primordial, como las tablillas de los destinos, debían protegerse para evitar que cayera en malas manos.

Astronomía

Sus estrellas eran como sus flechas, que lanzaba como un diluvio contra sus enemigos, con las que protegía los tratados y juzgaba. Tenía a Flecha (Sirio) y la estrella de Ninurta (Mercurio), que a partir del siglo VIII a.C. sería de Nabu. Esta se asociaría con Šamaš, el dios solar, por la noche y con la estrella de Ištar (Venus) por la mañana. A su vez, Saturno era la estrella del rey, el Sol de la noche o estrella del Sol. En el undécimo mes, Flecha se situaba al sur al anochecer y, en el sexto mes, al amanecer. Su nombre acadio, mulmullu, provenía del nombre sumerio de uno de los monstruos de Tiamat (mul.mul), que en acadio se llamó zappu, refiriéndose a las Pléyades, cúmulo de 7 estrellas que se creía que traían guerra y destrucción. En el Enūma Eliš, el arco Diluvio de Marduk es femenino, correspondiéndose con Canis majoris y el poder destructivo de Ištar.

Flecha (Sirio) se compara el perro de Orión, el mismo animal que Gula, esposa de Ninurta. Esta relación permanecería con el dios arquero avéstico Tištrya, que también tenía en Sirio su estrella. En el antiguo Egipto, Sirio esa la estrella de Horus, precedido con su ascenso heliacal por Orión, asociado con Osiris. Esto se interpretaba en términos de sucesión real. En el imperio neoasirio, la conjunción de Mercurio y Saturno era signo de monarquía. En Mesopotamia, Orión se comparaba con con la imagen celestial del rey moribundo Dumuzi/Tammuz (Sipazianna, "fiel pastor del cielo"). Es posible que su combinación resultara en Orión en vez de Sirio como equivalente celestial del cazador orión. En el idioma sirio, Orión es llamado gubbar, "héroe".

En Mesopotamia, se creía que las estrellas afectaban a la salud y que también podían recuperarla. En rituales nocturnos, se repetían las acciones representadas por dioses, como un ejemplo con 7 Ninurtas, para sanarse. Además, cuando sucedía un eclipse, se nombraba un rey sustituto, mientras el real era referido como "el granjero", en referencia a Ninurta.

Traspaso de identidad


La identidad de Ninurta se conoce desde el tercer milenio antes de nuestra era y perduró hasta el siglo VIII a.C. En ese periodo, absorbió cualidades de otras deidades, pero los cambios políticos de los distintos imperios provocaron que otros líderes del panteón ocuparan su posición. De esta manera, con Hammurabi (c. 1810-1750 a.C.), Marduk tomaría el rol y los rituales de Ninurta, comenzando con el Enūma Eliš y su batalla contra Tiamat, Qingu y sus once vástagos. El resto de personajes en sus mitos eran sustituidos por otros equivalente, como su consorte por Ṣarpanitu, Tašmetu o Ištar. Durante el periodo casita (c. 1550-1200 a.C.), Nabu se convirtió en su hijo. En Asiria, Ninurta recuperaría su popularidad como hijo de Aššur hasta el siglo VIII a.C., cuando fue sustituido por Nabu. Finalmente, con el imperio neobabilonio, Nabu se equipararía con Marduk y todas las referencias rituales, mitológicas y astronómicas de Ninurta serían renombradas.

Labores


En el cilindro de Gudea, Lugal-e y Angim, se repite el enfrentamiento a once criaturas diferentes, a veces excluyendo la amenaza principal. Tras vencerlos con ingenio, el héroe regresa para tomar el trono, volviendo con recompensas que demuestran sus victorias. Las criaturas con las que se enfrenta no suelen coincidir, al menos en sus nombres, pero algunas podrían haber inspirado los enfrentamientos de Heracles/Hércules. A partir del Enūma Eliš, Qingu y Tiamat podrían actuar como predecesores de Tifón y Equidna.

Entre los monstruos vencidos, hay varias criaturas híbridas, como un/a sireno/a o un hombre-escorpión, y policéfalas, como el carnero de 6 cabezas o el héroe de 7 cabezas. La serpiente de 7 cabezas es frecuente en estos relatos y recuerda a la hidra de Lerna; las vacas o toros capturados podrían equipararse al ganado de Gerión, que también aparece como una cabeza de buey; Anzû lo haría con las aves de Estínfalo; un hombre-bisonte (kusarikku), con la mitad inferior de bisonte y con cuernos, que podría tener relación con los titanes.

Aparte de algunos héroes, también se enfrenta a sustancias aparentemente inertes. Un ejemplo es un fuerte monstruo de cobre, que podría ser un instrumento para alejar demonios. En el ritual para curar un enfermo, se colocan en la cabeza del enfermo y representan a Enlil. En Plata y Cobre, el cobre fuerte insulta a Plata, lleno de odio por él. También se enfrenta a monstruos de piedra, al yeso, montañas y a varias serpientes. 

Estos once monstruos podrían tener una razón de ser astronómica, con uno para cada mes del año y el último para Asag, Tiamat o Ninurta. Por último, un detalle común es que la fórmula de Heracles como Dios alkimos huios, "el valiente hijo de Zeus" tiene paralelismos con "el hijo fuerte de Enlil", algo reforzado porque Heracles trae algo de sus misiones a Euristeo en Tirinto, como Ninurta a su padre en Nippur.

Fuente

  • Annus, A. (2002). The God Ninurta. the Mythology and Royal Ideology of Ancient Mesopotamia.
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