La identidad demoníaca de los hijos de los vigilantes
En los relatos bíblicos, a pesar de la omnipotencia divina, no hay más seres
inteligentes que los humanos y los ángeles. Los demonios, especialmente en el
Antiguo Testamento, no son más que un apelativo para los dioses rivales. No
obstante, y sin intervención de Dios, surge una tercera especie híbrida: los
nephilim.
Llamados así, nefilim (הַנְּפִלִ֞ים) o gigantes, según el
Génesis 6:1-4, son hijos de los vigilantes que quedaron prendados de
las bellas mujeres humanas y engendraron a esta raza de héroes. No
obstante, en otros textos son temibles hijos de los ángeles caídos. Más allá de esa aparición, su nombre solo vuelve a mencionarse para referirse a la estatura de los
hijos de Anac (Números 13:33) y los emitas (Deuteronomio 2:11)
para ser olvidados de nuevo.
Serie: Ángeles y demonios
Breve existencia
Su existencia habría sido relativamente breve, pues se considera que habrían desaparecido con el gran diluvio. Teniendo en cuenta
las diez generaciones entre Adán y Noé y los años que vivieron, apenas
perduraron milenio y medio, siendo generosos. El propio Adán murió con 930
años y tuvo a Set con 130. Tan sólo lo separan 126 años del nacimiento de
Noé, que tuvo a sus hijos prematuramente a los 500 (parece que la
despoblación animaba hasta a los supercentenarios a mover las
caderas).
A pesar de su aparición fugaz, la producción de una estirpe semidivina tiene
consecuencias: Dios acorta la esperanza de vida a 120 años. Aquí hay que
percatarse de dos cosas. Por una parte, si se mantendría el pecado original en
la prole celestial, pero por otra, cabe señalar que,
como con Caín, el castigo no lo pagan los intransigentes.
Influencias
Con todo, esta raza, que no parece tener mayor propósito, ha atraído tanto la
atención actual, a través de disparatadas teorías sin fundamento, como
la antigua, como se infiere a través de su aparición en otros textos. En
ambos casos hay que notar que las creencias contemporáneas pudieron haber
influido en la idea del nephilim. Es posible que en su origen fueran antiguos
héroes caídos y/o hijos de la corte celestial, que luego fue reinterpretada
como los ángeles, pero que las influencias posteriores le aportarán su
naturaleza demoníaca.
En el libro de Enoc (s. III a.C.-I d.C.) se equipara a los nephilim con los
malos espíritus que salen de sus cuerpos. Estos tienen una naturaleza
destructiva que señala a un paralelismo con los demonios acadios Utukku o
sumerios Udug. Estos eran demonios frecuentes en los encantamientos y no
tienen una representación o descripción que nos de una idea de su aspecto.
Inicialmente podían ser benévolos o malévolos, pero el término fue
evolucionando para solo referirse a los segundos. Eran agentes intermedios
entre los dioses y los hombres, carentes de culto, templo o presencia en el
panteón, encargados de transmitir la furia divina implacable gracias a su
feroz naturaleza ante todo ser vivo. Comparado con los vientos, acechaba las
calles, desiertos y estepas para provocar enfermedades. Este comportamiento
puede recordar a lo dicho en las entradas de
Pazuzu
o donde se
mencionaba
a
Lamaštu.
El gran tamaño y el apetito voraz de los nephilim se corresponde con el
comportamiento de los demonios Udug, que no recibían ofrendas en los templos y
consumían los cultivos, la sangre y la carne tanto de humanos como animales,
limitando la población. En lugar de tener un encantador äsipu,
mensajero de Marduk y su padre Ea, o al dios Marduk que expulse los demonios
al reino de los dioses o al inframundo, en el libro de Enoc, el ángel Gabriel
incita a los nephilim a matarse entre sí.
Fuentes
- Van der Toorn, K., Becking, B., & Van Der Horst, P. W. (1999). Dictionary of Deities and Demons in the Bible. Wm. B. Eerdmans Publishing.
- Oliver, E. D., & Lewis, J. R. (2008). Angels A to Z. Visible Ink Press.
- Drawnel, H. (2014). The Mesopotamian Background of the Enochic Giants and Evil Spirits. Dead Sea Discoveries, 21(1), 14-38.
- Geller, M. J. (2011). The Faceless Udug-demon. Studi e Materiali de Storia delle Religioni, 77(2), 333-341.