El querubín, la bestia que se convirtió en un angelito
Si hay un imprescindible en el arte del Renacimiento, ese es el travieso
angelito. Son los llamados putti (putto en singular, del
italiano putus, "niño"), pero que vosotros conoceréis seguramente como
querubines. Lo que no es tan conocido es que los querubines tuvieron un
cambio físico más radical que las sirenas. Alguno podría responder que los putti no son querubines, pero no
estaría totalmente en lo cierto. Esa es la razón de esta entrada.
Serie: Ángeles y demonios
¿Qué es un querubín?
Nada más empezar, comencemos viendo qué es un querubín, para que quede claro
de qué estamos hablando y poner en su lugar las posibles ideas preconcebidas.
Atendiendo a la Biblia, conocemos detalles a partir de sus apariciones.
Inicialmente, tras la expulsión del jardín del Edén (Génesis 3:23-24)
se dice que el árbol de la vida está protegido por dos entidades que sostienen
espadas llameantes. En Éxodo se dice que el arca de la alianza presenta
dos querubines enfrentados en cada extremo de la cubierta, con las alas
extendidas. Su descripción más popular es la presente en
Ezequiel 1:5-11. Ahí dice que tiene cuatro caras: de hombre, de león a
la derecha, buey a la izquierda y de águila. Cuenta que tiene cuatro alas, las
dos superiores extendidas y las inferiores cubriendo su cuerpo, y que sus
manos humanas y piernas rectas acabadas en broncíneas plantas de becerro. No
obstante, ya sabemos que la Biblia en cuanto a las descripciones donde dijo
digo, dice Diego. En el mismo libro, Ezequiel 10:14, en vez de cara de
buey tiene cara de querubín, por lo que podemos intuir que deben parecerse.
En 2 Crónicas 3:10 incluso llega a mencionar por primera vez unos
querubines con forma de niños.
Debido a sus funciones de protector y portador del trono divino, se le ha
equiparado con la esfinge egipcia y con el lamassu. También pudo partir del
grifo humano asirio. Tanto el nombre del grifo como denominaciones
alternativas del lamassu pudieron derivar en la palabra querubín. Lo que
parece evidente, es que fueron tomando influencias de los pueblos cercanos, ya
que la imagen de los querubines extendiendo las alas enfrentados entre sí es
muy similar a la posición en la que se representan a varias parejas de dioses
egipcios.
Además, conviene señalar como los querubines pasan de acompañar a Dios en el
arca a llevar su trono, indicando que ya no está en el tabernáculo sino en el
cielo. Y hablando de cielo, por sus cuatro cabezas son considerados
tetramorfos, coincidiendo en los animales que rodean al pantócrator en
Apocalipsis 4:1-9. Dado que en tiempos de Ezequiel los judíos estaban bajo el
control de Nabucodonosor II en Mesopotamia, posiblemente se refieran a las
constelaciones mesopotámicas equivalentes a Tauro, Leo, Escorpio y
Acuario, correspondientes entonces a los solsticios y equinoccios.
Nacimiento y popularización del putto
Tradicionalmente se sitúa el nacimiento del putto en 1433 con la
cantoría de Santa María del Fiore de Donatello, pero hay usos anteriores.
Donatello lo usó en la mitad de su obra como ángeles músicos, asistentes en la
encarnación y muerte de Cristo, testigos de escenas sacras o en escenas
históricas. Se considera que Donatello se inspiró en los restos arqueológicos
etruscos con influencia griega que se desenterraban casualmente en los campos
de cultivo, en donde podían verse erotes y genios funerarios.
Genio romano |
Los Erotes eran un grupo de dioses del amor con Eros como máximo exponente y
donde se incluían a Hímero ("lujuria"), Potos ("anhelo"), Anteros ("amor
mutuo"), Hedílogos ("adulación") e Himeneo ("himno nupcial"). Eros era un dios
primordial griego nacido del caos descrito en la Teogonía de Hesíodo. Eurípides le daría su arco y flechas en Ifigenia en Áulide, como poco después haría
Aristófanes en Medea, mientras
Ovidio lo incluiría en varias obras, en donde, como Amor o Cupido hijo de
Venus, usaría su flecha dorada para producir el amor en quienes se deseasen o la flecha de plomo para generar rechazo. Apuleyo lo presenta como un joven
enamorado de Psique en Metamorfosis. Apuleyo presentó a Cupido como un
joven. Originalmente era representado así, especialmente porque en las
representaciones más antiguas los niños eran representados como adultos en
miniatura. El estilo cambió y el dios se infantilizó, aunque sin desaparecer
completamente las imágenes que lo mostraban como un joven. A partir de él
nacería en Roma el antiguo putto. Los Erotes tendrían a los Cupidos o
Amoretti como sus equivalentes romanos que se representarían como un
enjambre de bebés voladores para representar el concepto neoplatónico de la
multiplicidad de formas, en este caso, del amor. Dado que las obras de Ovidio
sobrevivirían en la Edad Media, su Cupido sería el más conocido.
Por otra parte, estaba la asociación con la muerte. Aquí hay que entender que
los griegos consideraban a Hipnos, el sueño, como el nexo de unión entre el
amor y la muerte, Tanatos. En el arte grecorromano, el Eros dormido llegó a
representar la muerte. Incluso un anillo del siglo IV a.C. lo representa como
una esfinge. Eros también se asociaba con el genio, un espíritu guardián o de
la fertilidad doméstico que, hasta el siglo III a.C., protegía a cada familia.
A partir de entonces fue un espíritu personal, como un ángel guardián que le
acompañaba durante la vida y le guiaba después de esta. También se le
representaba como un niño desnudo regordete, aunque con un clípeo con la cara
del fallecido.
Por lo tanto, dada la similitud física e incluso en las funciones, unido al
parecido entre los Cupidos, facilitó su confusión. Además Platón en
El banquete describe a través de Sócrates al amor como un gran espíritu
intermediario entre hombres y dioses, una conexión entre mundos, un daemon.
Por ello, sin poder diferenciarlo más allá que por el contexto, Donatello los
interpretó como ángeles cristianos, ya que ambos conectan mundos y acompañan
el alma a la otra vida.
Caída en desgracia
En la época pagana el daemon se fue haciendo indistinguible del genio. El Agathos daimon, que en tiempos paganos se representaba como una serpiente casera, representaba su aspecto maligno. Por ello con el cristianismo tanto los genios como daemones se consideraron espíritus malignos, incluyendo al putto, ya que además podía representar a un dios pagano. Con la caída del imperio romano occidental, se dejó de usar, pero en el imperio bizantino resurgió ocasionalmente, aunque el aspecto de Niké o Victoria era preferido para representar a los ángeles. Esta adaptación era común. Por ejemplo, la imagen de Endimión dormido bajo un árbol se cambiaba por Jonás descansando bajo la calabacera.
Eros renovó completamente su aspecto durante la Edad Media. Se convirtió en un
joven cortesano que llegaba a aparecer incluso con una larga túnica y una
diadema o con garras de ave, aunque manteniendo su arco, flecha y alas. La
venda en los ojos se añadió en esta época como algo maligno, ya que también
personificaba a la muerte. La antorcha, otrora símbolo del matrimonio, se usó
de forma invertida para indicar el líbido, el sueño y la muerte. En el siglo
XIV, su demonización comienza a cambiar con Petrarca y Dante Alighieri, aunque
sin tratarlo como a un dios. También comenzó a aparecer esporádicamente en el
arte. Las figuras mencionadas recuperarían su forma clásica en Italia con
Nanni di Banco y Jacopo della Quercia, entre otros, y Donatello lo
popularizaría. Además, el putto se convertiría en la representación
típica tanto el querubín como el serafín, otro tipo de ángel.
Resumen
Los niños regordetes, alados o no, y normalmente con pelos rizados que
aparecen en el arte son llamados putti. En sus apariciones, estos
pueden ser querubines, pero también Cupidos, entre otras funciones variadas.
Esto se debe a que en tiempos romanos distintos entes con dominios
inicialmente independientes fueron relacionándose al tiempo que adquirían una
representación similar. Con el cristianismo el conocimiento sobre estos
prácticamente desapareció y cuando se recuperó terminó adaptándose su imagen
para representar también al querubín.
Fuentes
- Tischler, N. M. (2006). All Things in the Bible. Greenwood Publishing Group.
- Van der Toorn, K., Becking, B., & Van Der Horst, P. W. (1999). Dictionary of Deities and Demons in the Bible. Wm. B. Eerdmans Publishing.
- Oliver, E. D., & Lewis, J. R. (2008). Angels A to Z. Visible Ink Press.
-
Struthers, S. A. (1992). Donatello's Putti: their genesis, importance, and influence on quattrocentro sculpture and painting (Doctoral dissertation, The Ohio State University).