El verdadero aspecto y naturaleza de los ángeles
En el arte, los ángeles son representados como humanos alados con túnicas o
armadura de legionario romano, especialmente los arcángeles. En contraste, se
ha popularizado en la red los retratos incomprensibles de varios seres, como
los
serafines,
querubines, ofanines y tronos, como el verdadero aspecto de los ángeles, cuando estos
ni siquiera comparten esa categoría. Es por ello que creo conveniente mostrar
cómo se creía que eran los ángeles.
Siervos de Yahvé
En el Antiguo Testamento, en los textos más antiguos, Yahvé se comunicaba directamente con todos los seres humanos existentes, como Adán, Eva, Caín y Abel, o con los profetas. El exilio en Babilonia cambió muchas cosas y Yahvé, a pesar de su omnipotencia, comenzó a valerse con más frecuencia de intermediarios para cumplir su voluntad. De esta manera, Satán era su aspecto negativo, mientras el ángel de la muerte se encargaba de los decesos.
Funciones legales y judiciales
Las funciones de los ángeles desvelan la estructura en torno a Yahvé y su naturaleza. En primer lugar, los ángeles formaban parte del concilio divino, compuesto por seres divinos (ʾelōhı̂m). Este detalle (Deuteronomio 32:43) se ha perdido en algunas traducciones, donde pueden ser referidos como siervos. Además, aunque el término sea plural, puede usarse en otros casos como plural mayestático para referirse exclusivamente a Yahvé, su creador, a quien temen y muestran fidelidad (Salmos 89:5-7). En otros casos, puede usarse para hablar de demonios (Shedim) o espíritus de fallecidos. Es decir, serían equivalentes a los daimones griegos, aunque probablemente sean una categoría más similar a los espíritus egipcios y mesopotámicos.
En el concilio divino, Yahvé les presenta la oportunidad de sugerir métodos de
actuación, como en 1 Reyes 22:19–23, donde uno de ellos se presta para
poner la mentira en la boca de los profetas del rey Ajab. Igualmente, Yahvé
también les manifiesta sus actuaciones (Génesis 1:27), aunque estos no
intervengan.
Los miembros del concilio divino pueden ser referido como vigilantes (Daniel 4:17, 24). Esta posición podría estar conectada con los apkallus acadios o abgal sumerios, siete sabios semidioses cuyas figuras se enterraban bajo los edificios para alejar el mal y que también eran llamados "vigilantes" en los textos rituales. Como otras influencias mesopotámicas, se harán más frecuentes tras el cautiverio en Babilonia en libros como 1 Enoc y El libro de los gigantes de Mani que expandían el pasaje de Génesis 6:1-4, donde se equiparan con los arcángeles. Estos patrullan el mundo terrenal (Zacarías 1:10-11) para evitar el caos (Salmos 82:2-5), siendo Satán en Job 1-2, donde observa la piedad de los humanos, el ejemplo más conocido.
Aunque participan en la emisión de leyes, también las transmiten y explican. Este es su rol de mensajero (malʾāk, malʾāḵı̂m en plural), un término que podía usarse igualmente para los humanos. Aunque no es una interpretación unánime, se defiende que estos mensajeros eran espíritus (rûḥôṯ, rûaḥ en singular), término que en hebreo también puede significar "vientos" o "aliento". Debido a esto, fragmentos como Salmos 104:4, donde Yahvé usa los vientos/espíritus/aliento como mensajeros, ofrecen un sentido múltiple. Como el aliento era sinónimo de la vida, cobra sentido que sean espíritus no contenidos en un cuerpo. La función de mensajero se trasladaría también al griego angelos (Ἄγγελος), que también significa "mensajero" y coincide con el nombre de una hija de Zeus y Hera.
Cuando transmitían el mensaje con los decretos divinos, actuaban como mediadores (malʾāk mēlı̂ṣ) explicando la actividad divina (Job 33:19–24). Eran quienes habían entregado a Israel (Hechos 7:53; Gálatas 3:19; Hebreos 2:2) las leyes que habían pactado con Yahvé, de la que ellos habían sido testigos (Éxodo 19:5-6; 24:1-8) como miembros del concilio divino. Debido a que Satán es considerado mediador en la muerte de los hijos de Job, los ángeles de la muerte se acogen al mismo rol en el libro de Job. Finalmente, en el ámbito legal, también ejecutan las condenas, especialmente en los textos apocalípticos o para dar fin a infieles.
Funciones bélicas
En Salmos 103:20, los ángeles también se les llama "poderosos" (gibborı̂m), un término común usado en los guerreros y no en fuerzas de la naturaleza. El mismo Salmos 104:4, antes mencionado, los señala como ministros (mešortāyw) del fuego, siendo este un elemento común en los siervos de dioses en conflicto en los mitos canaanitas. Este término solo vuelve a repetirse en Salmos 103:20, donde sería una posición equivalente a la sacerdotal. Su pertenencia a una hueste (ṣabaʾ) al servicio de Yahvé los agrupa como una multitud de guerreros liderados por los príncipes (sar). Este rango sería el equivalente a arcángel en el Nuevo Testamento. En 2 Macabeos, serían una fuerza de ataque.
Reestructuración
En el periodo intertestamentario, tras el cautiverio en Babilonia, se observan influencias externas en las creencias religiosas y filosóficas, con un especial énfasis en los ángeles. Además de nombrarlos y enumerarlos, se interpreta su estructura y se categoriza. En este periodo se presentan los ángeles de la presencia, ángeles de la santificación, ángeles guardianes, arcángeles, arcontes, gobernantes de las estrellas, satanes, poderes, principados y dominios. En los textos de esta época, los ángeles son más activos y tienen mayor independencia, estando más presentes en las vidas de los humanos. Algunos ángeles y humanos, por su posición espacial respecto a Dios, su nombre, funciones o virtudes, adquieren un rango de virrey divino que los coidentifica con Yahvé.
Por el contrario, en el Nuevo Testamento, al centrarse en Cristo, se agrupa a
todos los seres al servicio de Yahvé como ángeles y pierden sus categorías
específicas, salvo el de arcángel. Para Pablo, los principados, tronos,
dominios y potestades (Colocenses 2:15; Efesios 1:21) son los
que rigen las naciones en nombre de Dios.
Situación
Aunque a poco que sepamos de ellos nos parecerá de perogrullo, son llamados los celestiales (šamayim) y se sitúan en el cielo visible sobre la Tierra. Como tal, también son referidos como estrellas (kōḵeḇı̂m) e "hijos de Dios", como cuando Yahvé le habla a Job sobre la creación (Job 38:5-7). De hecho, el término para huestes es común con el usado para los cuerpos celestes. Por lo tanto, se establece que fueron creados en el primer día.
Al margen de que Lucifer no sea un nombre hebreo, Satán no fuera originalmente
un ángel caído y se llame a los ángeles "estrellas del alba", realmente podría
haber una relación entre las estrellas y una rebelión celestial. En
Isaías 14:13, se compara la arrogancia del rey de Babilonia con quien
asciende sobre las estrellas de Dios. Esto podía ser una mención a una
rebelión conocida a través de textos ugaríticos, donde el concilio del dios El
es referido como "reunión de estrellas".
Aspecto
Aunque los mensajeros en la Biblia podían ser tanto humanos como seres celestiales, los segundos podían tener apariencia de hombres (Génesis 18:2; Daniel 8:15), como también ocurre con el propio Yahvé (Génesis 18-19). No obstante, como príncipe de las huestes, príncipe de príncipes y ángel de Yahvé, es descrito como un varón cuyo tamaño alcanzaba los cielos, vestía de lino con oro de Ufaz ceñido en su lomo, cuerpo como de berilo, cara parecida a un relámpago, con ojos como antorchas de fuego, extremidades de bronce bruñido y palabras estruendosas (Daniel 10:5-6). Cuando se habla de su cuerpo inmaterial, los ángeles son descritos como vientos o llamas de fuego desprovistos de género. En el Nuevo Testamento, se expresa que no tienen necesidad de procrear, aunque pueden adquirir forma humana, inferior a la espiritual. En el Nuevo Testamento, aunque aparezcan en forma humana, lo hacen con luz (Lucas 29:2, 13) y ropa blanca deslumbrante (Mateo 28:3).
En Zacarías 5:9, parece describirse ángeles con aspecto de mujeres y
alas de cigüeña, única ocasión en la que aparecen estas características, pero
el ángel se menciona en masculino en el versículo siguiente. Serían otro tipo
de ser celestial que sirve para contrastar con la mujer malvada de los
versículos anteriores. En la Biblia, nunca se menciona que los ángeles tengan
alas. Aunque a veces se ha interpretado que su descenso de los cielos sugiere
su presencia, también lo hace Jesús o el Espíritu Santo sin que las
necesiten.
Tampoco necesitan manifestarse, pues pueden transmitir su mensaje como una voz (Génesis 22:17; 22:11), arbustos ardientes (Éxodo 3:2; Jueces 13:20), en una nube (Éxodo 14:9), el viento (Salmos 104:4), en las estrellas (Salmos 148:2) o simplemente como un mensajero humano (Malaquías 3:1).
Los ángeles se ganaron las alas
Satán como un ángel azul en la basílica de San Apolinar el Nuevo |
En el arte cristiano, los ángeles comenzaron a aparecer con alas a partir del siglo V d.C. No obstante, la influencia helena en el judaísmo comenzó a notarse un milenio antes. En la mitología griega, Niké actúa como mensajera de Zeus para anunciar la victoria en la batalla. En las representaciones antiguas, debido a la influencia oriental, los seres como Niké tenían tenían seis alas, que posteriormente se reducirían a dos. Además, los romanos tenían a los genios, seres alados que actuaban como espíritus guardianes tanto de las personas como de los lugares, incluidas naciones enteras, como los príncipes (Sar).
Aunque la forma común era la del ángel sin alas, puntualmente estaban presentes. Algunas imágenes representaban a seres que no tenían tenían equivalentes en el judaísmo, como las estaciones o los vientos cardinales, se muestran como ángeles alados. En la sinagoga de Dura Europos pueden verse los vientos cardinales (Ezequiel 37:9), ya que rûḥôṯ significa tanto viento como espíritu, usado de forma equivalente a ángel. No obstante, en el mismo lugar se puede ver un ángel masculino sin alas que actúa como mensajero.
La presencia de alas era una característica variable. Mientras en la Biblia
ninguno las tenía, en la versión etíope del libro de Enoc podían adquirirlas
(Enoc 61:1), en la versión eslavónica posterior eran permanentes (Enoc 1:4-5). Estas extremidades ganarían aceptación con el tiempo, como se observa con
el padre de la iglesia Tertuliano, quien defendía que todos los espíritus,
tanto ángeles como demonios, poseían alas.
Angeles femeninas
Los ángeles no tienen género, pero pueden presentarlo cuando se materializan. Normalmente lo hacen como hombres jóvenes, pero en algunas tradiciones pueden hacerlo como mujeres. Además de los vientos cardinales en la sinagoga de Dura Europos, es conocido el caso de Laila (לַיְלָה, "noche"), el ángel de la noche encargada de la concepción. En su leyenda, lleva el esperma ante Dios, que elige qué tipo de persona será y selecciona un alma para el embrión. En el embarazo, cuida y enseña la Torá al feto. En el nacimiento, llena la nariz del bebé para que olvide su conocimiento sobre su futuro. Debido a esto, se considera un opuesto a la Lilith demoniaca que diariamente se cobraba la vida de miles de niños.
Limitaciones
Aunque son considerados santos (qedōšı̂m), a los ojos de Yahvé, el concilio divino es impuro e imperfecto, lo que explicaría las rebeliones existentes (Génesis 3; 6:1-4; Salmos 82). Como cada nación del mundo tiene asignado un hijo de Dios considerado príncipe (sar), los que pertenezcan a las naciones que se opongan a Yahvé también serán juzgados (Deuteronomio 32:8-9) por rebelión y corrupción (Salmos 82). De este modo, tanto entre humanos como entre los ángeles habría variabilidad, pues los primeros fueron creados en semejanza a los seres de los cielos (Génesis 1:26). Esa imperfección está relacionada con la capacidad de ser tentados por las mujeres, cuyo pelo servía para cubrirlas. El incidente de los vigilantes se habría interpretado como el detonante de la depravación humana, por lo que justificaría la necesidad de taparse la cabeza.
Dado que los ángeles habrían sido creados, tendrían un principio y, como indica Salmos 82:6-7, su final dependería de la voluntad de Yahvé. No obstante, en el periodo intertestamentario se consideraba que, sin intervención divina, la duración de sus vidas era indefinida. Tampoco son omniscientes ni infalibles, por lo que no saben cuándo volverá Jesús (Mateo 24:36; Marcos 13:32), cómo se desarrollará exactamente la salvación (1 Pedro 1:10-12).
Por lo tanto, debido a sus limitaciones, los ángeles rechazan recibir
culto.
Nombres
En el Antiguo Testamento solo se nombra a Miguel y Gabriel, pero el periodo intertestamentario vio un súbito interés por los ángeles en la literatura apócrifa. A partir de las cuatro criaturas en torno al trono divino (Ezequiel 1-2) se dice que hay cuatro arcángeles (1 Enoc 9-10), que aumentarían posteriormente a siete (1 Enoc 20-36, 81), llamados Miguel Sariel, Rafael, Gabriel, Uriel, Reuel y Remiel. A través de las interpretaciones o exégesis, se crearían nuevos nombres. En el aspecto mágico, los nombres eran importantes, porque cada ángel tenía una función específica, como las fiebres (Abraxas) o lugares liminales, como los ríos (Yashar Temanuel) o los caminos (Yequmiel). Se cree que la necesidad de nombrarlos se debió a las influencias externas; las prácticas mágicas, donde había que invocar su protección en amuletos; la inaccesibilidad de Dios, por la que se requerían intermediarios para que actuara; las sectas y formulaciones gnósticas y el propio desarrollo del judaísmo.
Fuentes
- Heiser, M. S. (2018). Angels: What the Bible Really Says About God’s Heavenly Host. Lexham Press.
- Human, D. J. (2021). Portraits of ‘angels’: Some Ancient Near Eastern and Old Testament perspectives in relation to ATR belief.
- Landsberger, F. (1947). The origin of the winged angel in Jewish art. Hebrew Union College Annual, 20, 227-254.
- Oliver, E. D., & Lewis, J. R. (2008). Angels A to Z. Visible Ink Press.
- Schwartz, H. (Ed.). (1991). Lilith's cave: Jewish tales of the supernatural. Oxford University Press.
- Ahuvia, M. (2021). On My Right Michael, On My Left Gabriel. In On My Right Michael, On My Left Gabriel. University of California Press.