¡Cuidado! Jesús podría atacarte en el retrete en Nochebuena

Tradicionalmente, muchos judíos evitan estudiar la Torá en Nochebuena. Esta práctica estaba acompañada con la prohibición de tener relaciones sexuales ese día y la costumbre de quedarse despierto tarde participando en juegos comunales, como las cartas, y comiendo ajo. Todas estas prácticas tenían un mismo fin: mantener lejos a Jesús de Nazaret en Nochebuena (Nittel Nacht).

Entre los judíos, Jesucristo ni siquiera era nombrado, especialmente en textos oficiales, por lo que era referido como "Ese hombre". En la publicación Literarische Bleter (1924-1939) se contaba que, como era un erudito, temían que se apareciese físicamente en la víspera de Navidad, cuando más se manifestaba su poder, y les exigiese pagar por sus enseñanzas. De hecho, se afirmaba que Jesús volaba en busca de quienes estudiaban la Torá y que, si los encontraba, se las quitaba y/o defecaba con asco sobre ella. En 1511, los testimonios de los judíos que se convirtieron al cristianismo decían que los judíos creían que Jesús es condenado por Dios en Nochebuena por sus transgresiones y falsa doctrina a caminar por el mundo entero entrando en todas las letrinas. Debido a esto, en aquella época, esa noche se evitaba salir a defecar por temor a encontrarse al "Hijo de la ramera".

Estas costumbres están atestiguadas por cristianos ya en 1615, cuando Samuel Friedrich Brenz señaló que los judíos bebían, comían ajo y jugaban en Nochebuena, indicando que con ello evitaban la visita del Crucificado, que se quedaba en la casa de quien lee los textos sagrados y reza.

Protección contra Jesús


Estudiar la Torá normalmente ofrece una protección contra el mal pero, en este caso, fortalece y atrae a Jesús. Para no encontrarse indefenso, había que recurrir a las propiedades apotropaicas del ajo y de su aroma, que podían alejar a las fuerzas impuras (qlifoth), como indicaba el rabino Isaac Weiss (1873-1942). Estas fuerzas oscuras influirían en la concepción de cualquier niño, por lo que era lógico evitar la cópula. De hecho, Baal Shem Tov (1678-1760) indica que todos los apóstatas judíos fueron concebidos en ese día. Para el rabino Hayyim Palache (1788-1869), las influencias del profeta engendrarían un hijo hereje.

Como fuerza oscura, Jesús era considerado como el príncipe de los perros, por lo que en esta noche había tener cuidado, ya que un perro poco común podía seguir a los incautos.

Primeros testimonios

El hábito de evitar la Torá se menciona ya en Mekor Hayyim (c. 1660-1692) del rabino Yair Bacharach, donde se habla de la "costumbre de evitar el estudio religioso en la noche de la fiesta de Ese Hombre". Una ordenanza comunal judía de 1708 cita por primera vez la prohibición de los juegos de azar "en Navidad cuando los jóvenes y viejos jugaran libremente" y "similarmente en parturientas", cuando "las mujeres jugarán solas entre ellas". La abstinencia sexual en Nochebuena se atestigua por primera vez en las ediciones noritalianas de la Voluntad Ética (zava'ah) de Judah he-Hasid de comienzos del siglo XVIII donde, ya en 1718, decía: "una esposa que realizara la inmersión ritual en Nochebuena no debería permitir que su esposo durmiera con ella". Por último, la costumbre de comer ajo se encuentra en una réplica a un tratado de Samuel Friedrich Brenz que menciona el "comer ajo en Nochebuena" como una de las muchas blasfemias de los judíos". Además, Solomon Tzvi Hirsch de Aufhausen confirma y defiende su consumo en Der Jüdische Theriak (1615), citando la Biblia hebrea (Números 11:4-6) para demostrar que esto es anterior al cristianismo. Según Hirsch, la elección del día era práctica, pues aprovechaban para revivir esta práctica cuando no comerciaban con los cristianos, no molestando así con su olor.

Según lo que señalaba vagamente en 1715 el converso judío Lothar Franz Fried, estas prácticas se llevaban a cabo para librarse de Cristo y evitar su influencia, incluyendo las creencia de que los niños concebidos en esta fecha se convertían en cristianos. Tanto él como el rabino Moses Schreiber (1762-1839) observaban esta tradición como un conjunto unificado de prácticas. Para Schreiber, eran tan indivisibles que establecía que sus orígenes no podían explicarse por separado.

Origen

Como se percataron los rabinos a finales del siglo XVIII, esta costumbre no partió de una base lógica desde un punto de vista religioso, sino de las supersticiones de las mujeres y niños de las clases populares en su contacto con los cristianos. Aunque los rabinos intentaron prohibirla, se encontraron con su rechazo y esta tan solo se pudo limitar a las élites educadas.

Costumbre cristiana


Johann Wülfer compartió en 1681 una carta anónima, a cuya autora llama Apella, donde indica que podría haber surgido a partir de la costumbre de las mujeres y niñas cristianas de vestirse de blanco llevar campanas por las calles en Nochebuena. Esto asustaría a los niños, al menos, hasta que se les revela que se trata de Christkind, el Niño Cristo, que le traería regalos. Los niños cristianos habrían compartido esto con los judíos, aclarando que podían ser castigados si no rezaban, y haber iniciado el terror por Jesús.

Aunque se desconoce por qué los niños estarían aterrorizados en primer lugar, esta es una práctica atestiguada, donde Christkind visita las casas de los niños de menos de 10 años y esto deben arrodillarse y rezar, recibiendo nueces y dulces como premio. Es posible que el terror fuera causado por sus acompañantes o figuras similares, como Perchta. Como cuenta Paul Hilscher (1682-1748), en Navidad partían seres vivos y muertos del purgatorio. Entre ellos, el ejército demoniaco se presentaba con una estructura anatómica anormal, como falta de cabeza o rostro en el pecho. También aparecían los fantasmas de los niños no bautizados. Todos iban liderados por el diablo y sus demonios, que se unirían a las brujas y señores de las artes oscuras en la Tierra para cumplir sus malvadas metas.

Aunque la costumbre de vestirse como muertos era propia de la temporada de Adviento, en las tierras germanófonas, la Navidad comenzó a ganar importancia en torno a la Reforma protestante y las costumbres comenzaron a migrar a este día. El resultado es que en las calles coincidían quienes representaban al niño Jesús con quienes se vestían como monstruos y fantasmas.

Como harían los judíos, los cristianos entonces se abstenían de copular y actividades sagradas; realizaban vigilias, asegurándose que el fuego seguía encendido, y comían ajo o lo dejaban sobre la mesa para defenderse de los muertos. Entre los cristianos, los niños concebidos en esta época también podían ser corrompidos al desarrollar afinidad por las fuerzas sobrenaturales dominantes en esos días. Se pensaba que los sacerdotes invocaban involuntariamente a monstruos femeninos durante la Misa del Gallo y que los participantes podían ver a las brujas volar en torno a la iglesia haciendo muecas.

Jesús el hereje

Como se cuenta en el Toledot Yeshu, Jesús era un hechicero y hereje descreído que cumplía la pena por los pecados de los que no se había arrepentido en vida con castigos como sumergirse en heces hirviendo. Según decían, habría podido realizar sus milagros pronunciado el nombre secreto de Dios, grabado en las cartas del Sancta Sanctorum del Templo de Jerusalén, que copió en un trozo de piel arrancado de su ingle cuando entró ilícitamente de joven. Esto habría durado hasta que los sabios le desenmascararon, gracias al héroe Judas Iscariote, y lo ejecutaron. Como los judíos pecadores eran liberados regularmente de sus condenas, era apropiado que Jesús también emergiera con el resto de almas condenadas. Además, como los monstruos cristianos, Jesús podía aparecer deforme, mutilado, putrefacto, con rasgos animales y supurando fluidos.

Fuente

  • Scharbach, R. (2013). The Ghost in the Privy: On the Origins of Nittel Nacht and Modes of Cultural Exchange. Jewish Studies Quarterly, 20(4), 340-373.

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