Ofanim, las ruedas ardientes del trono divino

Entre los seres mostrados en las visiones de Isaías, Ezequiel y Daniel, los ofanim o galgalim son los más enigmáticos. Clasificados en la primera orden angelical en De Coelesti Hierarchia (s. V d.C.) de Pseudo-Dionisio Areopagita con el nombre de tronos, no son composiciones de seres vivos, como los serafines y querubines, sino que presentan un aspecto mecánico.

Menciones bíblicas

Las dos únicas descripciones de los ofanim ocurren en el libro de Ezequiel del Antiguo Testamento:

Y estando yo mirando los animales, he aquí una rueda en la tierra junto á los animales, á sus cuatro caras. Y el parecer de las ruedas y su obra semejábase al color del topacio. Y las cuatro tenían una misma semejanza: su apariencia y su obra como rueda en medio de rueda. Cuando andaban, se movían sobre sus cuatro costados: no se volvían cuando andaban. Y sus cercos eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto á ellos: y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el espíritu era que anduviesen, andaban; hacia donde era el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas.
[...]
Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto á los querubines, junto á cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como el de piedra de Tarsis. Cuanto al parecer de ellas, las cuatro eran de una forma, como si estuviera una en medio de otra. Cuando andaban, sobre sus cuatro costados andaban: no se tornaban cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía el primero, en pos de él iban; ni se tornaban cuando andaban. Y toda su carne, y sus costillas, y sus manos, y sus alas, y las ruedas, lleno estaba de ojos alrededor en sus cuatro ruedas. A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ­Rueda!
Ezequiel 1:15-21; 10:9-13

Posteriormente, aparecerían como una mera mención en el libro de Daniel:

Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas: y un Anciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él: millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y los libros se abrieron.
Daniel 7:9-10

Descripción


La visión de Ezequiel sucede en el cautiverio judío en Babilonia. En el río Quebar, cerca de Nippur, llega un fuerte viento desde el norte y una nube descrita como broncínea o ámbar, pues usa un adjetivo intraducible que denota electricidad. Acto seguido, aparecen cuatro seres humanoides, cada uno con cuatro caras y cuatro alas, con sus piernas rectas, posiblemente en pie, como los serafines en Isaías 6:2. Su aspecto con cabezas variadas se corresponde básicamente al querubín, con pies broncíneos de becerro. Como es habitual en estos seres, suelen tener extremidades bruñidas, ojos como antorchas y caras como rayos. Unidos por sus alas, forman un cuadrado.

A estos cuatro seres les acompañan los ofanim, cuatro ruedas de gran tamaño, conformadas cada una como una rueda dentro de la otra. Estas son como las piedras de Tarsis, es decir, como carbones ardientes que sobrecogían con su presencia. Como los querubines, estas ruedas no giran al desplazarse y ambos cambian su posición al unísono porque el espíritu de los primeros está en los segundos. En cambio, en los matices de la segunda descripción, se habla de ruedas giratorias. Este aspecto mecánico sería complementado con carne, costillas, manos, alas y ojos cubriendo las ruedas. De hecho, algunos detalles no se sabe si se atribuyen a los querubines o a los ofanim, pudiendo al menos uno de estos últimos tener una o varias caras.

Esta descripción coincide mayormente con la presente en el fragmento 6 de Pseudo-Ezequiel (4Q385), de los manuscritos del Mar Muerto encontrados en Qumrán. En este, se ve un carro radiante y cuatro criaturas vivientes con unas caras junto a las otras, que caminaban hacia atrás sobre dos piernas y no se giraban al caminar. Una mano humana unía sus espaldas y las unía a las alas y las ruedas, que les seguían y de cuyos lados había chorros de fuego.

Trono o carro


La cualidad común de las criaturas de estas visiones es que transcienden la comprensión humana, pero concebir el aspecto de los ofanim supone un reto adicional, pues sus descripciones son ambiguas. Dado que los querubines se consideran portadores del trono divino (Salmos 18:11), los ofanim que se mueven junto a ellos deben formar parte de este (1 Crónicas 28.18). Por eso, aunque no se mencionen directamente, se denota su presencia en la visión de Daniel. No obstante, la disposición exacta de las ruedas concéntricas que, o bien giran, o bien se desplazan sin hacerlo son difíciles de imaginar como parte de un vehículo.

Teniendo en cuenta la situación de los judíos entonces y las posibles influencias externas, hay varias interpretaciones posibles de los ofanim. En los sellos cilíndricos asirios de los siglos VIII-VII a.C., era común la presencia de círculos concéntricos representando el halo cósmico o un símbolo astral divino. A partir de esto, los ofanim podrían ser una interpretación de las órbitas estelares, moviéndose independientemente en círculos pero conectadas entre sí por causas entonces inexplicables. Así, junto a los querubines, representarían los movimientos de la cúpula celeste, donde los ojos observan como estrellas.

Por otra parte, la visión de Ezequiel iba dirigida a los judíos exiliados. En Babilonia, se habían alejado del templo y del arca de la alianza. La aparición de Yahvé en Babilonia con ruedas llenas de ojos mostraba que podía recibir culto en cualquier lugar, pues su movilidad y visión no tenían límites. Con el misticismo de la merkabá o del carro celestial, los ofanim como ruedas de un carro otorgó una simbología bélica al trono, pues mostraba que Yahvé podía invadir territorio babilonio para encontrarse con su gente. Aunque entonces los carros de cuatro ruedas estaban obsoletos, siendo comunes en la región carros de dos ruedas desde el 1600 a.C., entre los asirios, se usaban carros con cuatro ruedas para símbolo de poderío, como muestra Salmanasar III en las puertas de Balawat.

Fuentes

  • Evans, A. (2007). Jewish angelology and the absence of Ezekiel 1: 14 and 10: 14 in the Old Greek version of the Septuagint. Old Testament Essays, 20(3), 653-668.
  • Evans, A. (2017). Ezekiel's" living beings" in Pseudo-Ezekiel 4Q385, Frg. 6: a comparison with key angelological verses in Ezekiel 1 and 10. Old Testament Essays, 30(2), 300-314.
  • Bechtel, C. R. (2012). Ezekiel and the Politics of Yahweh: A Study in the Kingship of God.
  • Oliver, E. D., & Lewis, J. R. (2008). Angels A to Z. Visible Ink Press.
  • Wilson, D., & Wilson, E. (2010). The Forgotten Heavens: Six Essays on Cosmology. Canon Press & Book Service.

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