Cabeza de acero, el secreto de la juventud eterna de Tintín
Tintín comenzó sus aventuras en 1929 con unos 14 o 15 años y, a pesar de terminar sus aventuras en 1975, el imberbe periodista ni creció ni mostró ningún signo de envejecimiento, aunque algunos expertos señalan que cumplió tres años durante sus aventuras. Pese a que se desconoce su historial familiar y perinatal, podemos observar en sus aventuras el posible causante de esta desarrollo anómalo: las conmociones cerebrales.
Resistencia anormal
Si bien es un recurso muy socorrido en la ficción, las conmociones cerebrales pueden conllevar consecuencias neurológicas muy serias que no deben pasarse por alto. Como se puede observar en la escala del coma de Glasgow, la ausencia de respuesta es la peor señal, especialmente grave cuando, en vez de segundos, la pérdida de consciencia dura horas o días. Es decir, se tratan de conmociones de tercer y cuarto grado. A pesar de ello, Tintín ha podido continuar su carrera periodística como si nada tras 46 pérdidas de consciencia por golpes en la cabeza con porras, un fémur de camello, explosiones, caídas, heridas de bala, accidentes con vehículos, intoxicaciones con cloroformo, asfixia e incluso una leve deshidratación. En total, Tintín sufre 244 lesiones en sus aventuras, donde el 78% son traumáticas, el 48% son conmociones cerebrales y el 18,8% con pérdida de consciencia. Lo sorprendente es que tan solo fue hospitalizado seis veces, operándose dos y saliendo una sin ser valorado.
Es posible que el retraso del crecimiento, de la pubertad y la ausencia de libido sean debidos a una deficiencia de la hormona del crecimiento y al hipogonadismo hipogonadotrópico por los traumatismos constantes. Incluso los traumatismos leves podrían haber dañado el tallo hipofisario, siendo la deficiencia de la hormona del crecimiento la consecuencia más frecuente. Tintín no muestra poliuria, cuya ausencia podría deberse a la circulación colateral o al restablecimiento del sistema porta hipofisario.
Tragedias en grupo
Afortunadamente para él, conforme ganaba compañeros de viaje, más allá de su fiel Milú, las desgracias se distribuyeron en el grupo. Este punto de inflexión se notó especialmente tras 1945, quizás como consecuencia de la experiencia de Hergé en la Segunda Guerra Mundial.
Aparte, algunos de estos compañeros son también objetos de estudio. El capitán Haddock es un alcohólico con predilección por el ron y el whisky que, en El secreto del unicornio, es incapaz de dejar de beber ni de reconocer su problema (anosognosia). Debido a la deficiencia de tiamina (vitamina B1) por el consumo de alcohol, podría haber desarrollado una encefalopatía de Wernicke-Korsakoff, que explicarían la alteración de la memoria, los cambios de visión y las alucinaciones de ese volumen. Otro ejemplo son los detectives Hernández y Fernández, gemelos que muestran ecolalia y ecopraxia, repitiendo lo que dice y hace el otro. Aunque se conocen casos de gemelos autistas con ecolalia, su despiste sugiere la posibilidad de un principio de Alzheimer.
Con todo, a pesar de un número de traumatismos tan alto como el de años de su carrera periodística, es Asterix quien lidera el ranking, aunque como responsable de repartir cientos de contusiones entre las filas del ejército romano.
Fuentes
- Cyr, A., Cyr, L. O., & Cyr, C. (2004). Acquired growth hormone deficiency and hypogonadotropic hypogonadism in a subject with repeated head trauma, or Tintin goes to the neurologist. CMAJ, 171(12), 1433-1434.
- Castillo, M. (2011). Tintin and colleagues go to the doctor. American journal of neuroradiology, 32(11), 1975-1976.
- Caumes, E., Epelboin, L., Leturcq, F., Kozarsky, P., & Clarke, P. (2015). Tintin's travel traumas: Health issues affecting the intrepid globetrotter. La Presse Médicale, 44(6), e203-e210.