Esciápodos, la tribu con un pie sombrilla

Ilustración de un hombre y una mujer, cada uno con un pie enorme.

En los confines del mundo conocido siempre había criaturas y razas extrañas. Entre ellas, los esciápodos eran personas con un solo pie de gran tamaño que usaban para darse sombra los días de calor. Su recuerdo sobrevivió desde el mundo antiguo hasta la Edad Media, tras la cual fueron relegados a las antípodas.

¿Qué dicen los antiguos autores de ellos?

Hombre desnudo levanta la pierna, tapándose con su enorme pie.

A través de De prosodia catholica de Elio Herodiano (130-200 d.C.) y Etniká de Esteban de Bizancio (s. VI d.C.), Hecateo de Mileto (550-476 a.C.) nos hablaba de tres grupos de etíopes en torno a Asia: los marmakenses (Μαρμακες), los oasitianos que vivían en una isla pequeña y otra grande (Ὑσαῖες) y los esciápodos. Estos últimos serían recordados durante milenios como una raza mítica en los confines del mundo. Desde entonces han sido mencionados por los mismos autores que la mantícora con nombres como monopodos (monocōli, monopedes [combinación de griego y latín], unipedes, "un pie") o esciápodos (σκιάποδες, σκιά- "sombra", ποδες, "pies"; skiapodes, sciapodes, sciopodes, scinopodae), aunque no todos los monopodos eran esciápodos. Podrían estar relacionados con los esteganópodos ("pies anchos, palmípedos") del poeta Alcmán (s. VII a.C.), que conocemos por Estrabón (64/63 a.C.-23/24 d.C.).

Aristófanes (445-385 a.C.) los mencionaría en las Aves (414 a.C.) viviendo en un pantano donde el sucio Sócrates guiaba a las almas, que a Juan Tzetzes (1110-1180), a través de la cita en Suda (s. X), le sirve para relacionarlos con los filósofos, pues viven en un lugar oscuro y desconocido por ser adustos y desdichados. Esta visión se debería a que Alcíbiades, discípulo de Sócrates, fue acusado de profanar los hermai (pilares con el busto de Hermes y un falo erecto) y participar ilegalmente en ceremonias privadas de los misterios eleusinos. El poeta Arquipo (s. V a.C.) mencionó una tribu libia de nombre similar (εκιάποδες). Al parecer, Antifonte de Atenas (s.V-411 a.C.) comparte su posición libia en Sobre la concordia.

Según el séptimo volumen de Historia natural de Plinio el Viejo (23-79 d.C.), Lexicon in decem oratores Atticos de Valerio Harpocración (s. II d.C.), Lexicon de Focio de Constantinopla (820-893) y Suda, Ctesias de Cnido (V-IV a.C.) hablaba de una tribu de hombres etíopes con un solo pie muy ancho, como gansos, que se desplazaba rápidamente a saltos, siendo llamados esciápodos porque, cuando hace calor, se acuestan boca arriba y se dan sombra con sus pies (en plural). El sabio indio Yarcas en Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato de Atenas (c. 170- c. 240 d.C.) negaba que vivieran en la India. Esta respuesta se debe a la afirmación del geógrafo Escílax de Carianda (s. VI a.C.), predecesor de Hecateo, para quienes estos y los macrocéfalos solo podían sobrevivir en la India. Gracias a Quilíadas de Tzetzes, sabemos que Escílax escribió un libro de la India donde decía que de los esciápodos usaban sus grandes pies (en plural) al mediodía para cubrirse del Sol. En Contra Hierocles, Eusebio de Cesarea (263-339 d.C.) usó las palabras de Yarcas para negar su existencia. 

En su Lexikon, Hesíquio de Alejandría (S. V/VI d.C.) conectaría la tribu Libia aludida por Arquino y con la tribu que usaba los pies de sombrilla. Suda lo usaría como una de sus fuentes para contar que vivían en una zona muy cálido del océano occidental. Sus pies tenían una envergadura mayor que su cuerpo, caminaban en cuadrupedia y no tenían casas, por lo que, como el terreno era rocoso y sin refugio, levantaban un pie para darse sombra. Los vuelve a mencionar en la entrada de cuadrúpedos.

Se quedan con un solo pie 

Ilustración al margen de un solo esciápodo.

En latín, desde Plinio,  Noctes Atticae de Aulo Gelio (s. II d.C.) y Collectanea rerum memorabilium de Solino (s. III d.C.), el esciápodo, que también llaman monocōli, tiene un solo pie. No obstante, Plinio es contradictorio, pues mantiene que se cubren con los pies (umbra pedum), en plural, cuyo tamaño ni alude. 

Tertuliano (c. 160- c. 240 d.C.), al criticar las persecuciones de cristianos de Septimio Severo, para quienes los cristianos son una raza aparte, indica en Apologeticum adversus gentes (197 d.C.) que los cristianos no tienen nada que ver con los cinocéfalos y esciápodos, señalando que estos últimos eran seres inferiores. En el volumen XVI de De Civitate Dei, Agustín de Hipona (396-430 d.C.) no solo repite las características compartidas por Plinio, sino que asegura que no doblan la rodilla. Su imagen tomada de los libros habría estado representada en un mosaico en una plaza cerca del mar en Cartago. Con todo, los considera hombres o cuasihombres, razonando que puede deberse a una deformación, pero que Dios los aprecia igualmente pues los ve completos.

Para Isidoro de Sevilla (560-636 d.C.) en Etimologías, viven en Etiopía, tienen un solo pie con el que se desplazan rápidamente y se cubren para beneficiarse de su sombra. En el volumen VII de De Universo, Rabano Mauro (776-856 d.C.) copia completamente a Isidoro, salvo en el detalle de nombrarlo en latín (Sciopodas). Honorio de Autun (1080-1154 d.C.) los (Scinopodae) devuelve a la India en el primer volumen de De imagine mundi. Hugo de San Víctor (1096-1141 d.C.) los equipara con los monopodos en Descriptio mappae mundi, situándolos primero en una isla y luego en la India, quitándoles además un ojo (mon-óculi en lugar de monocōli).

Interés en tierras desconocidas

En le Edad Media, las razas y criaturas extrañas de los confines del mundo eran una demostración del poder divino.  El Libro de las maravillas (c. 1300) de Marco Polo, Viajes (1357-1371) de Juan de Mandeville, las Crónicas de Núremberg (1493) de Hartmann Schedel y Cosmographia (1544) de Sebastian Münster disfrutaron de su éxito a pesar, o quizás gracias, a sus encuentros fantásticos. Schedel situó la creación de los esciápodos tras los sucesos de la torre de Babel (Génesis 11:1-9). Solían ilustrarse como un hombre sujetándose su único y enorme pie, que cubre su cuerpo, aunque en algunas ocasiones está en pie, en grupo, con un segundo pie más pequeño o es una mujer.

Giovanni de Marignolli (1290-1358), que viajó hasta China, declaró que no existían naciones de monstruos, aunque pudiera encontrarse alguno puntual, y que no había esciápodos en la India, sino que posiblemente fueran personas chatras, un tipo de parasol.

¿Qué o quiénes eran los esciápodos? 

Shiva con una sola pierna con Visnú y Brahma saliendo de su cuerpo.

Dada su naturaleza difusa, se ha intentado dilucidar su identidad. Se ha señalado a la etimología popular para la ardilla (σκίουρος), el "animal que se da sombra con la cola" (σκιά, "sombra"; οὐρά, "cola"). Es un detalla al que dedica unos versos Opiano de Anarzaba (s. II d.C.) en Cynegetica. Otra propuesta es la deidad védica Aja Ekapada, que acabaría como una forma de Shiva con una sola pierna. La propuesta que se alinea con observaciones antiguas es que se tratase de elefantiasis, neurofibromatosis o una malformación. En Malabar y la costa de Coromandel, en el suroeste indio, los cristianos nativos llamaban enfermedad de Santo Tomás a la elefantiasis.

Fuentes

  • Derbew, S. F. (2022). Untangling Blackness in Greek Antiquity. Cambridge University Press.
  • Pàroli, T. (2009). How Many are the Unipeds' Feet? Their Tracks in Texts and Sources. Analecta Septentrionalia: Beiträge zur nordgermanischen Kultur-und Literaturgeschichte. Berlina y Nueva York: Walter de Gruyter, 281-327.
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  • Cope, G. (2022). Symbolism in the Bible and Church. Open Road Media.
  • Ruck, C. A. (1981). Mushrooms and philosophers. Journal of ethnopharmacology, 4(2), 179-205.
  • Routh, H. B., & Bhowmik, K. R. (1993). History of elephantiasis. International journal of dermatology, 32(12).
  • Zanca, A., & Zanca, A. (1980). Antique illustrations of neurofibromatosis. International journal of dermatology, 19(1).  
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