Las selvas subtropicales perdidas de la Antártida

Reconstrucción de la selva templada turoniense-santoniense de Antártida occidental. Imagen de James McKay.

A principios del Mesozoico (251-66 MdA), la Antártida estaba unida con la India y Australia al resto de los continentes. Cuando se separó en el Cretácico (143-66 MdA) y se dirigió al polo, no se convirtió en un páramo helado de la noche a la mañana, sino que permanecería durante varias edades como una selva subtropical polar. 

Un clima cálido entre periodos helados 

Opening of western Indian Ocean at 70 Ma
Tierra a finales del Cretácico.

Hace unos 60 millones de años, en el Pleistoceno, se experimentaron unos milenios fríos que helaron las aguas en torno a la Antártida y redujeron enormemente el nivel del mar. Lo que en términos geológicos sería una congelación instantánea. A continuación vendrían un aumento de temperaturas durante millones de años. En dicho periodo se integraría el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno donde aumentó las temperaturas globales en 5-8º en apenas 20 milenios. El derretimiento del hielo en los polos redujo el albedo y las temperaturas medias anuales aumentaron aquí de 10 a 20ºC. Esto produjo importantes extinciones y desplazamiento de la biota hacia los polos.

Bosque valdiviano
En esta situación, durante el Eoceno (56-34 millones de años), a comienzos de la edad Luteciense (48-41 MdA), la Antártida disfrutaba todo el año de un clima húmedo cálido, tanto superando el mínimo de 15ºC todo el año como con lluvias constantes. A través de los restos estudiados en la península Antártica y las islas circundantes, nos encontramos un entorno donde habitaban helechos, como el helecho arbóreo rugoso (Alsophila antarctica) y el Asplenium antarctica; coníferas, como la Araucaria imponense, y bosques de angiospermas de más de 14 metros de altura del género Nothofagus, Laurophyllum y Lomatia. Aunque muchas especies se extinguieron, tendría un aspecto similar al bosque valdiviano de Chile. Es cierto que la Antártida no alcanzaría su posición actual hasta el Mioceno (23-5 millones de años), pero ya se encontraba en latitudes altas mucho antes, cuando se separó de Australia hace 100 millones de años. 

Este clima no duraría eternamente, pues las condiciones húmedas se harían estacionales a mediados del Luteciense. El frío comenzaría en altura, donde se formarían glaciares húmedos, mientras la vegetación se mantendría a cotas bajas. El cambio de época del Eoceno al Oligoceno (34-23 MdA) vería una bajada de las temperaturas, del nivel del mar y placas de hielo permanentes en el continente, que se expandirían rápidamente, especialmente en la Antártida occidental.

Vista del polo sur terrestre con las corrientes circumpolares antárticas marcadas.

A finales del Mioceno (23-5 MdA), las temperaturas bajarían tanto que muchos glaciares húmedos, de los que todavía se conservan en el continente, se convirtieron en glaciares secos, con un lecho congelado y cuyo desplazamiento es diferente. Un factor clave para ello fue la corriente circumpolar antártica. Australia había seguido conectada a Antártida oriental por medio de un puente de tierra a través de Tasmania y Sudamérica lo estaba a través de Tierra del fuego, pero su separación permitió que las aguas circularan en torno al continente antártico. De esta manera, se formó una barrera estable de aguas gélidas. Al mismo tiempo, se produjo una reducción global del dióxido de carbono (CO2) atmosférico, permitiendo un enfriamiento extremo.

Fuentes

  • Le Roux, J. P. (2012). A review of Tertiary climate changes in southern South America and the Antarctic Peninsula. Part 2: continental conditions. Sedimentary Geology, 247, 21-38.
  • Kooyman, R. M., Wilf, P., Barreda, V. D., Carpenter, R. J., Jordan, G. J., Sniderman, J. K., ... & Weston, Cantrill, D. J., & Poole, I. (2012). The vegetation of Antarctica through geological time. Cambridge University Press.
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