La batalla de las Chicas del Radio


En 1922, una cajera de banco llamada Grace Fryer comenzó a preocuparse cuando sus dientes empezaron a caerse sin razón aparente. Sus problemas empeoraron cuando su mandíbula se hinchó y se inflamó, teniendo que solicitar ayuda médica para diagnosticar estos síntomas inexplicables. Usando una primitiva máquina de rayos X, el médico descubrió una degradación ósea nunca vista. Su mandíbula parecía un panal de abeja , con pequeños agujeros en un patrón aleatorio.

Conforme una serie de médicos intentaron resolver el misterioso problema de Grace, empezaron a aparecer casos similares a través de su ciudad natal en Nueva Jersey. Un dentista percibió el inusual incremento de mandíbulas deterioradas entre las mujeres locales, y realizó una pequeña investigación para descubrir la amenaza común; todas las mujeres habían trabajado alguna vez en la misma fábrica pintando relojes.

En 1902, 20 años antes al problema de Grace, el inventor Willian J. Hammer dejó París con un curioso recuerdo. Los famosos científicos Pierre y Marie Curie le habían proporcionado algunas muestras de sus sales de radio. La radioactividad era algo nuevo para la ciencia, por lo que sus propiedades y peligros no se entendían; pero era el brillo verdeazulado y su calor natural lo que indicaba que era un material fascinante. Hammer lo combinó con pegamento y con sulfuro de cinq, que brillaba en presencia de radiación. Su resultado fue una pintura que brillaba en la oscuridad.

La receta de Hammer se usó en la US Radium Corporation durante la Primera Guerra Mundial para producir Undark, una pintura de alta tecnología que permitía a la infantería americana leer sus relojes de pulsera y sus paneles de instrumentos por la noche. También comercializaron su producto para uso no militar como números de casas, puntos de mira de las pistolas, en interruptores de la luz, y en ojos que brillaban para las muñecas. En este tiempo se entendían mejor los peligros del radio, pero US Radium aseguró al publicó que "la concentración usada era tan baja que eran absolutamente inofensivas". MIentras que esto era cierto para los propios productos, la cantidad de radio presente en la fábrica era mucho más peligrosa, aunque los trabajadores lo ignoraban.


Cientos de mujeres trabajaron en la fábrica de US Radium en Orange, Nueva Jersey, incluyendo a Grace Fryer. Pocas compañías en ese tiempo querían contratar a mujeres, y la paga era mucho más alta que en sus alternativas, por lo que tenía pocos problemas para encontrar empleados para ocupar las filas y filas de mesas. Se necesitaba que pintaran delicadas líneas con pinceles de punta fina, aplicando Undark a los pequeños números de los relojes de pulsera. Después de varias pinceladas, el pincel perdía su forma, por lo que los encargados animaban a las mujeres a usar sus labios y lenguas para mantenerlos limpios y afilados. La pintura brillante no tenía sabor, y los supervisores les indicaron que el único síntoma físico de tragar el pigmento de radio eran las mejillas rosadas. El motivo de preocupación se redujo cuando el radio se comercializaba como elixir médico para tratar todo tipo de dolencias.

Los propietarios y científicos de US Radium, familiares con el riesgo real de la radiactividad, tomaron todas las precauciones para protegerse a sí mismos. Sabían que el ingrediente principal del Undark era un millón de veces más activo que el uranio, por lo que los químicos de la compañía usaban a menudo pantallas de plomo, máscaras y pinzas cuando trabajaban con la pintura. US Radium incluso distribuyó literatura a la comunidad médica describiendo los "efectos perjudiciales" del radio. Pero aunque dentro de la fábrica, casi todas las superficies estaban salpicadas de radioluminiscencia, estos peligros se desconocían. Como una broma, algunas mujeres se pintaban las uñas y dientes con pintura de radio para sorprender a sus novios cuando apagaban las luces.


En 1925, tres años después de que empezaran los problemas de Grace, un médico sugirió que sus problemas de mandíbula pueden tener que ver con su antiguo empleo en US Radium. Conforme empezó a explorar la posibilidad, un especialista de la Universidad de Columbia llamado Frederick Flynn le pidió examinarla. Flynn declaró que estaba en perfecto estado. Sería un tiempo después cuando descubrió que Flynn no era médico, sino un toxicólogo de US Radium. Un "colega" que había estado presente durante la examinación - y que había confirmado el diagnóstico de salud - terminó siendo uno de los vicepresidentes de US Radium. Muchos de los pintores de Undark habían desarrollado serios problemas óseos, particularmente en la mandíbula, y la compañía empezó una campaña para ocultar la causa de la enfermedad. Las misteriosas muertes a veces se atribuían al sífilis para minar la reputación de las mujeres, y muchos médicos y dentistas cooperaron inexplicablemente con la poderosa campaña de desinformación de la compañía.

A principio de la década de 1920, US Radium contrató a un profesor de fisiología de Harvard, Cecil Drinker, para estudiar las condiciones de trabajo en la fábrica. El informe de Drinker era grave, indicando una fuerza de trabajo altamente contaminada, condiciones sanguíneas poco comunes en prácticamente todos los que habían trabajado allí. El informe que la compañía proporcionó al Departamento de trabajo de Nueva Jersey ponía a Cecil Drinker como autor, aunque las ominosas descripciones de condiciones insalubres fueron reemplazadas con brillantes elogios, afirmando que "todas las chicas están en perfectas condiciones". Lo peor es que el presidente de US Radium hizo caso omiso a todos los consejos del informe original de Drinker, ignorando todas las recomendaciones para proteger a los trabajadores.

El informe fraudulento fue descubierto por una compañera de Drinker llamada Alice Hamilton en 1925. En su carta le pide a Driker que publique el informe original en una revista científica. Los ejecutivos de US Radium estaban furiosos, y amenazaron con acciones legales, sin embargo, Drinker publicó sus hallazgos. Entre otras cosas, dice:

"Todas las muestras de polvo recogidas en las salas de trabajo en varias localizaciones y de las sillas no usadas por los trabajadores brillaban en una habitación oscura. Su pelo, caras, manos, brazos, cuellos, los vestidos, su ropa interior, incluso los corsets de las pintoras eran luminosos. Una chica mostró puntos luminosos en sus piernas y muslos. La espalda de otra brillaba hasta casi la cintura."

US Radium era un contratista de defensa con mucho dinero y contactos influyentes, por lo que a Grace Fryer le costó dos años encontrar a un abogado dispuesto a enfrentarse a su antiguo empleador. Un joven abogado de Newark llamado Raymond Berry presentó la demanda en 1927, y otros cuatro trabajadores se le unieron pronto. Cada uno pedía $250,000 en daños y perjuicios.

A medida que ses desarrollaba la batalla legal, el dentista neoyorquino Joseph P. Knef examinó la mandíbula de una de las pintoras muertas llamada Amelia Maggia. En sus últimos meses de su vida, su mandíbula se degradó tanto que el Dr. Knef se vio obligado a extirparla. Oficialmente, había muerto de sífilis, pero Knef sospechaba de otra causa. Expuso el hueso a una película dental por un tiempo, y entonces la reveló. Los patrones en la película indicaban unos niveles absurdos de radiación y confirmó los descubrimientos con un electroscopio.

Conforme el lento sistema judicial consumía semanas y meses, la salud de la mujer se deterioraba rápidamente. En su primera aparición en el juzgado en enero de 1928, dos estaban postradas en la cama, y ninguna podía levantar sus brazos para realizar el juramento. Grace Fryer, aún descrita por los reporteros como "bonita", era incapaz de andar, necesitando un corsé ortopédico para sentarse, y había perdido todos los dientes. Las "Radium Girls" (Chicas del Radio) empezaron a aparecer en los titulares de todo el país y las macabras descripciones de sus desesperanzadoras condiciones llegaron a Marie Curie en París. "Estaría muy feliz de dar cualquier ayuda que necesitara" dijo, añadiendo "no hay absolutamente ninguna manera de destruir la sustancia una vez entra en el cuerpo humano".

Las mujeres se mostraron demasiado enfermas para acudir a la siguiente audiencia, que ocurrió en Abril. A pesar de las enérgicas objeciones del abogado de la mujer, el juez aplazó el caso hasta septiembre, ya que varios testigos de US Radium estaban veraneando en Europa, y no estarían disponibles. Walter Lippmann, editor del influyente diario New York World, escribió sobre la decisión del juez, llamándola una "condenable parodia de justicia...no hay excusa posible para tal retraso. Las mujeres se están muriendo. Si alguna vez un caso ha llamado a la adjudicación del sistema, es el caso de cinco mujeres tullidas que están luchando por unos pocos miserables dólares con los que aliviar sus últimos días en la Tierra". En una editorial posterior escribió, "Este es un procedimiento descorazonador. Es inhumano, injusto y cruel. Este es un caso que no llama a un litigio bien hilado, sino a una justicia simple, rápida y directa".

La indignación nacional por la demora llevó a los tribunales a reprogramar la audiencia a principios de Junio, pero pocos días antes del juicio, Raymond Berry y US Radium acordó permitir al juez del distrito William Clark mediar en un acuerdo fuera del tribunal. Berry y las Chicas del Radio aceptaron la oferta de su oponente de mala gana, a pesar de descubrir que su mediador era un accionista de US Radium Corporation. Su situación era demasiado desesperada para rechazarla; no se esperaba que esas mujeres vivieran mucho más. Cada mujer recibiría $10,000– equivalente hoy en día a $100,000– y tendrían todos los gastos médicos y legales pagados. También recibirían $600 anuales durante toda su vida. Como era de esperar, se realizaron pocos pagos anuales.

 La última de las Chicas del Radio murió en la década de 1930, y muchos otros trabajadores murieron de envenenamiento por radio sin encontrar la justicia. Investigaciones médicas posteriores determinaron que el radio se comporta casi como el calcio dentro del cuerpo, concentrándose en dientes y hueso. Al chupar los pinceles con sus labios como les indicaban el inteligente supervisor, las pintoras ingerían de unos cientos a unos miles de microcurios de radio por año. Una décima de microcurio se considera actualmente la máxima exposición segura. La propia Marie Curie murió de problemas relacionados con la radiación en 1934. Dado que el radio tiene una vida media de 1600 años, sus anotaciones están demasiado contaminadas para ser manipuladas hoy. El radio se siguió usando para iluminar relojes hasta 1968, pero bajo condiciones mucho más seguras.

No está claro cuanta gente enfermó o murió por Undark y pigmentos radiactivos similares con los años, pero US Radium empleó unos 4000 pintores. Aunque no era el único negocio de pintura radiactiva en los Estados Unidos, era sin duda el peor. Sin embargo, surgió algo bueno del juicio de las mujeres y su atención mediática; En 1949, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un proyecto de ley por lo que todas las enfermedades laborales eran indemnizables, y extendió el tiempo en el que los trabajadores podían descubrir la enfermedad y hacer la reclamación. Gracias a las Chicas del Radio y su éxito al atraer la atención a las deplorables condiciones de las fábricas estadounidenses, se reforzaron significativamente en los siguientes años las normas de seguridad industrial en el país, una mejora que sin duda salvó incontables destinos similares.

Fuente: Damninteresting
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1 Comments
  • Anónimo
    Anónimo 16 de marzo de 2013, 19:47

    Esto mismo ha ocurrido con el cáncer producido por el asbesto usado para fabricar uralitas, y al día de hoy siguen luchando los afectados porque se identifique esta enfermedad como una enfermedad laboral...

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