El ave que protegía el monopolio árabe de la canela

Durante el milenio previo a nuestra era, los habitantes de la península arábiga mantuvieron el monopolio del comercio de hierbas y especias de oriente a occidente. Estos pueblos controlaban el comercio de canela y nuez moscada, que obtenían de comerciantes chinos y javaneses. Para proteger su negocio y aumentar su valor, creaban leyendas sobre su obtención. Herodoto, en el tercer volumen de Historias (Siglo V a.C.), recoge la leyenda:
Más admirable es aún el medio que usan para reunir el cinamomo, si bien no saben decirnos positivamente ni el sitio donde nace, ni la calidad de la tierra que lo produce; infiriendo solamente algunos por muy probables conjeturas que debe nacer en los mismos parajes en que se crió Dionisio. Dicennos de esta planta que llegan al Arabia unas grandes aves llevando aquellos palitos que nosotros, enseñados por los fenicios llamamos cinamomo, y los conducen a sus nidos formados de barro encima de unos peñascos tan altos y escarpados que es imposible que suba a ellos hombre nacido. Mas para bajar de los nidos el cinamomo han sabido los árabes ingeniarse, pues partiendo en grandes pedazos los bueyes, asnos y otras bestias muertas, cargan con ellos, y después de dejarlos cerca del lugar donde saben que está su manida, se retiran luego muy lejos; bajan volando a la presa aquella aves carniceras, y cargadas con aquellos enormes cuartos lo van subiendo y amontonando en su nido, que no pudiendo con tanto peso, se desgaja de la peña y viene a dar en el suelo. Vuelven los árabes a recoger el despeñado cinamomo, que vendido después por ellos pasa a los demás países.
Herodoto - Historias III. CXI
Un siglo después, Aristóteles volvería a mencionar a la mítica ave en Historia de los animales, pero los acantilados serían sustituidos por altos árboles y la carne por contrapesos de plomo lanzados con flechas. Esta versión se presentaría en otras obras, como Etimologías de Isidoro de Sevilla o De proprietatibus rerum de Bartholomaeus Anglicus.

Plinio el viejo lo vuelve a mencionar en su décimo volumen de Historia natural:
[...] En Arabia se llama cinnamolgo un ave que hace sus nidos con vástagos de canela. Los indígenas los derriban con flechas guarnecidas de plomo para venderlos.
Plinio el viejo - Historia natural X. L
Incluso lo confunde y le atribuye su comportamiento característico al fénix:
Manilio, aquel senador famoso por sus grandísimos saberes sin haber tenido maestro alguno, fue el que, entre los romanos, se refirió a él primero y con el mayor rigor. Señala que no ha existido nadie que lo haya visto comer, que en Arabia está consagrado al Sol, que vive quinientos cuarenta años y que, al envejecer, hace un nido con ramitas de canelo y de incienso, lo llena de aromas y muere sobre él.
Plinio el viejo - Historia natural X. II
Otros autores romanos como Ovidio en el libro XV de Metamorfosis, Estacio en Silvae, Ausonio en Griphus Ternarii numeri o Sidonio Apolinar cayeron en la misma confusión. Sin embargo, en los bestiarios medievales seguirían los detalles aportados por Aristóteles, como se puede ver en la imagen que encabeza la entrada, variando en el arma usada para derribar el nido y mostrándolo como una criatura independiente al fénix.
Buitre cabecirrojo, alimoche común, buitre leonado y buitre moteado, respectivamente
Las míticas aves pudieron haber sido buitres como el buitre cabecirrojo (Sarcogyps calvus) de la India, el alimoche común (Neophron percnopterus) de Egipto, el buitre leonado (Gyps fulvus) o el buitre moteado (Gyps rueppelli) en Arabia, ya que se alimentan de carroña y usan ramas para construir sus nidos en acantilados o árboles muy altos.

Finalmente, el monopolio árabe comenzó su final en el año 50 d.C., cuando Hippalus descubrió los monzones indios, que soplaban en direcciones alternas por las mismas rutas en intervalos de medio año, permitiendo la navegación por mar abierto a través del mar Arabigo al océano Índico y la bahía de Bengala.

Rutas de comercio en el siglo I d.C. (Wikimedia)

Los romanos pudieron hacer un viaje de sus puertos del mar Rojo a la costa Malabar de India en un año en vez de dos, reduciendo la importancia de las rutas terrestres de especias y, junto con el derrumbe del comercio de incienso, contribuyendo a la ruina de muchas ciudades árabes en las antiguas rutas de caravanas. Los romanos importaban especias a través de Alejandría y Constantinopla. Sin embargo, la caída del imperio romano y la ocupación árabe de Alejandría en 641, devolvió a los árabes el control de las especias.
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