El elefante que entró en la corte real japonesa
Ukiyo-e de Yoshitoyo Ichiryusai (1830-1836) |
Supuestamente, Yoshimune sentía interés por las cosas del extranjero. El único contacto de Japón con el exterior se realizaba a través de Nagasaki, en el extremo oeste de la isla de Kyushu, en el sur del archipiélago, donde se comerciaba con productos exóticos. Los comerciantes dibujaban sus productos para recibir peticiones del gobierno Tokugawa. En el 12º año de su gobierno, en 1728, Yoshimune ordenó importar elefantes. Se discute la intención. Algunos dicen que era para satisfacer su curiosidad, mientras otros alegan que su intención era promover el desarrollo industrial. El comerciante Qing (China), Zhèng Dàchéng (鄭大成) o Zhèng Dàwēi (大威), importaron una pareja de elefantes de Conchinchina a Nagasaki. Sin embargo, en el tercer mes de estancia en Nagasaki, murió la hembra de la pareja.
El elefante vietnamita de 7 años importado en 1728 |
En resumen, el de 1728 era el quinto envío de elefantes y el primero durante el periodo Edo (1603-1868). Después de la travesía maritima, caminó 600 kilómetros durante 2 meses para llegar a Edo (Tokio), cruzando en barco los estrechos en su camino. El Zo-Shi (Registro del elefante) describe su tamaño: longitud de cabeza de 81 cm, longitud de la nariz de 99 cm, altura en la cruz de 1,71 m, circunferencia de 3 m y longitud del torso de 2,22 m.
Emperador Nakamikado |
Aunque el gobierno consideró terminado su costoso patrocinio después de cuidarlo durante 10 años, se quedó en el Hama-goten a falta de alguien que se lo llevase. En 1741, se le entrega a Uemon Horie, el jefe del pueblo de Nakano (El mismo donde en la anterior entrada se construyó la gran perrera) y al granjero Gensuke, que había estado al cuidado de la alimentación del animal. Gensuke le construyó un redil y quiso comenzar un negocio en el espectáculo aprovechándose de la rareza del animal. Por desgracia, en 1742, el elefante murió prematuramente a los 21 años por el frío y el hambre.
El gobierno tomó la custodia del cadáver y se quedó su piel. Según los registros, a Gensuke se le dio la trompa, el cráneo y los dos colmillos, con los que obtuvo beneficio económico mostrándolos en espectáculos durante mucho tiempo. Mucho tiempo después, un monje del templo Hosenji de Nakano se enteró de los huesos que conservaba la descendencia de Gensuke, comprándolos y conservándolos en el tesoro del templo para atraer visitantes. Tras la Segunda Guerra Mundial, tan solo quedaron unos fragmentos del cráneo.
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