Los zorros que podrían haber evitado el bombardeo atómico de Japón


La guerra del Pacífico estaba siendo un éxito para los Americanos, que estaba tomando poco a poco las islas de Japón. No obstante, el coste en vidas era demasiado alto y se temía que fuera mayor al alcanzar las islas principales. Por ello, en la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), se optó por minar la moral partiendo de las supersticiones japonesas sobre los zorros.

William J. Donovan, director de la OSS, creó en 1943 la Rama de Operaciones de Moral para actuar sobre el ánimo tanto de los civiles como soldados de las potencias del eje. En Alemania, habían lanzado panfletos para desincentivar a los soldados, mostrándoles los cadáveres o heridas de sus compañeros u ofreciéndoles la oportunidad de volver a la vida civil, a solas con las mujeres, sin competencia masculina, y salvando la vida. En cambio, Japón era diferente. ¿Cómo se podía desanimar a una población capaz de sacrificarse para cumplir su objetivo? Para ello, Edgar Salinger ideó la Operación Fantasía.

Originalmente, el plan era sencillo. Consistiría en unos globos en forma de zorro cubiertos de pintura luminosa lanzados en el extremo de un sedal, como se probaría a finales de 1943. Al explotar, los soldados japoneses huirían aterrorizados, transmitiendo temibles historias de espíritus en el campo de batalla. Esto iría acompañado de agentes durmientes o topos que soplarían silbatos que sonarían como el llano de los zorros y caminarían por las calles de las ciudades como si estuvieran poseídos.

Como un plan tan bueno tenía capacidad de mejorar, primero se planteó hacer llegar a los japoneses, sea a través del aire o por los topos, panfletos que anunciaran su muerte. Estos agentes serían fundamentales en la operación, pues se contactó con químicos que elaboraron un polvo y una pasta que, al restregarse por el cuerpo, les otorgaría el olor de los zorros.

En segundo lugar, se decidió abandonar los globos por unos zorros reales que no explotaran. El problema aquí residía en que, cuando informaron al general Douglas MacArthur, este les presentó un problema: aún no habían llegado a la isla principal, por lo que los zorros tenían que llegar nadando. En las pruebas en la bahía de Chesapeake, se comprobó que, al pasar por el agua, los zorros perdían casi toda la pintura fosforescente y, aquella que quedaba, se la lamían.

Para comprobar que, al menos, los zorros daban miedo, recurrieron a la táctica básica de los Estados Unidos: experimentarlo con sus propios ciudadanos. Así que soltaron 30 zorros fosforescentes una tarde en Central Park y comprobaron cómo asustaban a los viandantes. Aunque aún no habían conseguido una pintura fosforescente impermeable, disponían de zorros chinos y australianos para llevar a cabo el proyecto. El contratiempo entonces fue que ya no hacía falta. Para entonces, se habían lanzado las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945. El 14 de agosto, Japón se rendiría y firmaría su rendición el 2 de septiembre del mismo año.

Fuente

  • Houghton, V. (2020). Nuking the Moon: And Other Intelligence Schemes and Military Plots Left on the Drawing Board. Penguin.

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