El impuesto de mierda de Pierre Leroux

Se dice que la basura de un hombre es el tesoro de otro. Con esa premisa, Pierre Leroux pretendía combatir el hambre mediante la agricultura orgánica a la vez que combatía el egoísmo del maltusianismo. Para llevarlo a cabo, partía de un recurso poseído por todas las personas que fuera necesario para mantener su sustento: las heces fecales.

La doctrina de Circulus tenía como objetivo reintegrar a los humanos en el ciclo natural. Para ello, rechazaba el uso de fertilizantes artificiales que, consideraba, envenenaban la tierra. Razonaba que esparcir fosfato creado en un laboratorio para nutrir la tierra era como pretender alimentarse con harina y agua como si fuera pan. En su lugar, veía el organismo humano como un complejo laboratorio capaz de transformar la materia y proporcionar sustancias esenciales en el ciclo natural. De igual manera, señalaba que debíamos devolver a la tierra lo que tomábamos de ella, ya que, en la naturaleza, una planta no extraía todos los recursos para acumularlos hasta su muerte, sino que los devolvía con las hojas en otoño. 

Esta doctrina partía del sansimonismo, al que Pierre Leroux perteneció en su juventud, por lo que compartía su fin de recuperar el valor del universo material que la tradición cristiana negaba. El sistema necesitaba de una red de tuberías que se desplazarían en paralelo con las vías de ferrocarril. Estas conectarían a los habitantes de las ciudades con los agricultores. Unos producirían el excremento y los otros los utilizarían en sus cultivos, fertilizando los campos y aumentando la producción, beneficiando a su vez a los generadores de excrementos, que partirían así con la materia prima del combustible que ponía en marcha el sistema. De esta manera, no solo se ponía en valor lo que se había considerado un desecho, sino que permitía contribuir a todos sin que tuvieran que competir con un alimento cada vez más escaso. Nada ni nadie se desperdiciaba ni se dejaba atrás.

Leroux indicaba que este sistema debía tener una gestión pública que recogiera el excremento como un impuesto, aliviando así a los desfavorecidos económicamente y evitar el deseo de entidades privadas de aumentar su propio capital en este negocio. Mediante su plan, pretendía desafiar las teorías de Thomas Malthus, demostrando que se podía crear una sociedad cooperativa, no dependiente de la competición y en armonía con la naturaleza. También se oponía a la popular proposición de Justus von Liebig de renovar la composición química del suelo, que muchos interpretaron como el uso de sustancias artificiales, aunque, con los años, el químico apoyó incondicionalmente la utilización de estiércol.

Él mismo puso en práctica este proyecto en la comuna agrícola de Boussac, en el departamento francés de Creuse, entre 1845 y 1848, donde tenía una imprenta. En ella compartía artículos de un tal Dr. Yvan donde se describían las bondades de este método en China y la India, donde de forma tradicional obtenían una mejor producción que en Europa. Además, anunciaba que el proyecto contribuiría al saneamiento mediante la recolección de residuos, convirtiendo la pestilencia en riqueza. Para ello, deseaba encontrar una manera de filtrar los desechos de los alcantarillados que se estaban instalando en las grandes ciudades y tener así un preciado estiércol líquido. Aunque seguiría trabajando en su idea durante su exilio por el autogolpe de estado de 1851, sería ridiculizado por la prensa. Incluso amigos como Victor Hugo, que apoyaron su idea en Los miserables (1862), acabarían apoyando la proposición de Liebig. Por esa razón, Circulus nunca se llevó a cabo a gran escala.

Fuente

  • Crossley, C. (2008). Pierre Leroux and the Circulus: Soil, Socialism and Salvation in Nineteenth-Century France. In Histoires de la Terre (pp. 105-118). Brill.

 

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