La verdad detrás del experimento de las gallinas "hipnotizadas"

Puede que hayas visto en vídeos o en persona cómo retienen a unas gallinas, u otros animales, contra una superficie y, frente a sus ojos, le dibujan una línea recta alejándose de su cara. Entonces, aunque ya no los retengan, se quedan absortos en la línea. ¡Se han quedado hipnotizados! ¿O quizás solo lo parece? En esta entrada te daré los detalles que nunca te cuentan.

Un experimento antiguo


Este fenómeno se conoce desde hace siglos. En Experimentum mirabile, De Imaginatione Gallinae de Ars Magna Lucis et Umbrae (1646), Athanasius Kircher describía este mismo experimento, con los mismos pasos, animal y resultado. Desde entonces, ha sido estudiado por un amplio abanico de autores, desde Charles Darwin a Iván Pávlov, y vista desde múltiples perspectivas.

A partir de las teorías de Franz Mesmer, se postuló que el experimentador influenciaba a la gallina mediante el magnetismo animal, una fuerza natural invisible que supuestamente actuaba con resultados milagrosos. Esto es lo más parecido al hipnotismo, pero esta es una teoría obsoleta que no pasó el mínimo escrutinio en el siglo XIX. El posible origen neurológico decantaba por considerarlo una acinesis, es decir, una simple falta de movimiento, o una cataplejía, en la que se reduce el tono muscular. Al ser una respuesta temporal a un estímulo temporal, se consideró una inhibición paroxística que impidiese súbitamente el movimiento. Por otra parte, se aludía a un embrujamiento o monoideísmo, la concentración con una idea fija. Finalmente, se razonó que podía ser una conducta defensiva, utilizándose multitud de términos referidos al mismo comportamiento: tanatomimesis, tanatosis, catalepsia, reflejo de Totstell, parálisis del miedo, muerte falsa o fingida. Por ello, para evitar este batiburrillo de términos, que podía confundir en cuanto a su causa, es referido como inmovilidad tónica, aunque popularmente siga siendo referida como una hipnosis.

Un proceso físico, más que mental

Sea obligándole a mirar una línea, tapándole la cabeza o acariciándole el vientre, lo habitual es que los métodos de inmovilización impliquen alguna restricción física mantenida. En consecuencia, el animal yace inmóvil, aunque se resistiera inicialmente. Esta reacción es reversible y el animal se repone rápidamente. El tiempo que tarda en recuperarse varía entre individuo y especie, desde segundos a horas. Mientras dura, puede tener vocalizaciones al inicio y final, cerrar los ojos o defecar. En animales como pulpos se ha observado que cambian de color.

Función defensiva

Aunque podría razonarse que, ante una amenaza, la lucha o la huida son las únicas opciones para la supervivencia, hay multitud de escenarios donde quedarse paralizado supone una ventaja. Al fin y al cabo, es una estrategia empleada por todo tipo de vertebrados e invertebrados. Se trata así de una defensa innata contra los depredadores que se aprovecha de distintas condiciones para mejorar la supervivencia.

El desencadenante de la inmovilización tónica no tiene que ser necesariamente la acción directa del depredador, pero sí suele ser una consecuencia de su presencia. En insectos voladores, el reflejo tarsal los mantiene sujetos a una superficie. Ante un depredador, la inmovilización no se produce hasta tocar el suelo, por lo que primero debe inhibirse el reflejo tarsal para favorecer la caída. De esta manera puede alejarse del depredador incluso antes de que este se percate de su presencia. Además, en algunas criaturas, como las ranas, el camuflaje le permite ocultarse en el suelo mientras evita generar ruido. Este fenómeno ocurre tanto en el aire como en el agua, donde se hunden al fondo, donde hay menos luz.


Esta estrategia permite sobrevivir a las especies más lentas si se topan con una amenaza lo suficientemente importante. Esta no actúa por sí sola ni está siempre presente. Los lagartos pueden quedarse inmovilizados pero, en cuanto experimentan la autotomía y pierden la cola, se levantan y huyen rápidamente, siendo incapaces de inmovilizarse de nuevo durante varios minutos. El éxito de esta táctica radica en que los depredadores tienden a preferir las presas que se mueven e ignoran las inmóviles. El escarabajo rojo de la harina (Tribolium castaneum) se queda paralizado ante una araña, pero esto evita captar su atención. Las zarigüeyas son famosas por hacerse las muertas, prolongando el acto si el depredador sigue presente, aunque también produce un moco verdoso oloroso que la convierte en un bocado poco apetecible. La serpiente nariz de cerdo rueda sobre su cuerpo, exponiendo el vientre, abriendo la boca y sacando la lengua durante varios minutos para fingir su muerte. Si se la gira, se volteará de nuevo. En cualquier caso, también defecará para alejar al depredador.

Los patos evitan que los zorros los muerdan con fuerza si no se resisten, teniendo la oportunidad de huir en cuanto se van a cazar más patos. No obstante, los zorros experimentados no caerán en el engaño con tanta facilidad. Por ello, hay especies que ofrecen una resistencia pasiva. Algunas ranas del género Bufo inflan sus pulmones para aumentar su tamaño y evitar su restricción. El saltamontes pigmeo Criotettix japonicus tiene una reacción específica con la rana Pelophylax nigromaculatus. Cuando esta se lo traga, el saltamontes lo evita quedando inmovilizado con las patas traseras en forma de T hasta que es liberado. Esta respuesta no se repite con otros depredadores que no tienen problemas en tragárselo entero.

En las colonias de hormigas, algunas hormigas de fuego ancianas transportaban a hormigas jóvenes en posición de pupa. Esto es similar a lo que ocurre en roedores y carnívoros, como los gatos, cuando su madre los agarra por el cuello con la boca. en las hormigas rojas de fuego (Solenopsis invicta) la reacción a un invasión difiere según la edad de las hormigas. Las hormigas con días de edad responden inmovilizándose; aquellas con semanas de edad, huyen, mientras aquellas con meses de edad, que tienen un exoesqueleto más duro, luchan. Aunque las obreras son desechables, no sería eficiente deshacerse de las más jóvenes que tienen por delante una vida más larga. Las hormigas invasoras ancianas tampoco van a emplear energías en atacar a unas hormigas que no se defienden.

Por último, en algunas especies, como el ganado bovino o porcino, la hembra presenta una inmovilización precoital cuando otros miembros sexualmente activos de sus propia especie, masculinos o femeninos, están presentes para montarla. Esto también ocurre en delfines mulares (Tursiops truncatus), aunque con múltiples periodos cortos de inmovilidad, con los ojos cerrados y la boca abierta. Puede ocurrir tanto estando en solitario, antes o durante la cópula o cerca de otros. En ratas, tras la eyaculación, la hembra huye, pero al rato se queda quieta 1-3 minutos, como si estuviera dormida. Esto promovería el embarazo.

Los humanos no somos ajenos a esta inmovilización tónica. La experimentarían las víctimas de un asalto y, con ello, se muestra como, a pesar de usarse popularmente, la hipnosis no es el término adecuado para esta experiencia.

Fuentes

  • Gilman, T. T., Marcuse, F. L., & Moore, A. U. (1950). Animal hypnosis: a study in the induction of tonic immobility in chickens. Journal of Comparative and Physiological Psychology, 43(2), 99.
  • Gallup Jr, G. G. (1974). Animal hypnosis: factual status of a fictional concept. Psychological bulletin, 81(11), 836.
  • Carli, G., & Farabollini, F. (2022). Defence from Invertebrates to Mammals: Focus on Tonic Immobility. Elsevier.
 

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