El científico que intentó predecir el futuro mirando al Sol
Hombre del renacimiento
Chizhevsky fue un polímata ruso nacido en la ciudad polaca conocida como Ciechanowiec, entonces en las fronteras del imperio ruso. Se graduó inicialmente como arqueólogo, defendiendo en 1917 dos tesis de máster: La poesía lírica rusa del siglo XVIII y La evolución de las ciencias físico-matemáticas del mundo antiguo. Al año siguiente, defendería su doctorado "Sobre la periodicidad de los procesos históricos mundiales", que posteriormente publicaría como Factores físicos de procesos históricos (1922). Mientras enseñaba en la facultad de historia y filología de la universidad de Moscú, atendía a clases de química, física, biología y astronomía en el departamento de ciencias naturales. Aparte de esto, fue un prolífico poeta y pintor que desarrolló un purificador de aire gracias a su estudio de la aeroionización y publicó estudios sobre hemodinámica. A pesar de todo, lo que marcó su carrera fue la heliobiología.
La historia se escribe en el Sol
Se había demostrado la relación de la actividad solar con las tormentas magnéticas, las auroras boreales y la temperatura del aire en la atmósfera terrestre. Otros autores contemporáneos sugerían un posible vínculo con los distintos tipos de nubes cirros, los halos en la atmósfera, las fluctuaciones de la electricidad atmosférica, los ciclones tropicales y extratropicales, los colores del cielo, las temperaturas superficiales del océano, las precipitaciones, los icebergs polares, la presión atmosférica, las fluctuaciones climáticas y los terremotos.
Dado que el astro rey era fundamental en los procesos bioquímicos y las diferencias climáticas, era coherente deducir que tenía un papel tan preeminente como en las religiones politeístas, habiendo impulsado desde el origen de la vida hasta sus conflictos internos. En consecuencia, decidió continuar el legado de los astrónomos Christian Horrebow, Sir William Herschel, Nicolas Camille Flammarion y Thoman Moreaux; el economista William Stanley Jevons; Wladimir Peter Köppen; los profesores Andrew Ellicott Douglas, D. O. Sviatsky y Vladímir Mijáilovich Béjterev y el científico Rudolf Wolf. Todos coincidían en relacionar la actividad solar con la actividad de los organismos biológicos.
La motivación para su estudio era simple: percibía que la historia no era útil. Pretendía convertir la disciplina en una ciencia descubriendo una ley universal que explicara la observación de que la historia se repite. La clave para lograrlo estaba en las manchas solares. No se sabía con exactitud qué eran, existiendo varias hipótesis para explicarlas, pero se conocía su actividad magnética. Se sabía que el campo electromagnético del Sol llegaba hasta Neptuno, así que razonó que la Tierra, inmersa en él, debía verse afectada.
Por eso, en 1915 ya comenzó a asegurar que los ciclos solares eran responsables de los sucesos históricos reiterativos. En su tesis doctoral estudió las manchas solares observadas con telescopio desde 1610, complementándolo con anales chinos, crónicas públicas municipales europeas y antiguos documentos árabes, rusos y armenios hasta el siglo V a.C. A su vez, los vinculó con la historia de 72 países y naciones del mundo en este largo periodo.
A partir de los datos obtenidos, interpretó que la actividad humana coincidía con los ciclos solares. Estos tenían una duración variable, pero ocurrían de promedio cada 11 años. Esto significaba que cada siglo solían sucederse nueve ciclos solares. Esta media era útil especialmente en periodos sin datos de manchas solares. Para su investigación, cuantificó la cantidad de sucesos donde participaban grandes masas humanas y también tuvo en cuenta su importancia para otorgarle un valor cualitativo. Ambos fluctuarían por su duración y extensión geográfica.
Sus conclusiones establecían que todos los sucesos históricos del mundo coincidían y eran consecuencia de la actividad solar. En estos periodos, observaba cuatro fases que dirigían la excitabilidad humana. Al comienzo, la excitabilidad se situaba bajo mínimos y se mantenía así unos tres años de media. Durante los dos años siguientes, crecía y se mantenía en un máximo durante otros tres años, acabando con un declive con la misma duración que permitía reiniciar el ciclo.
Pero, ¿qué significaba esta excitabilidad? Como determinista, quería convertir la historia en una disciplina cuantificable regida por fenómenos físicos sujetos a leyes. Por eso, Chizhevsky creía que el aumento de las manchas solares transformaba la energía potencial de la gente en energía cinética. Cuando la excitabilidad se encontraba bajo mínimos, se disfrutaba de la paz, del desarrollo creativo y científico, del arte, de las relaciones diplomáticas y una tendencia hacia el gobierno absolutista. En otras palabras, se lograba la unidad. En cambio, el aumento de la excitabilidad rompía esta estabilidad. Era el momento de la división, la formación de todo tipo de grupos, desde empresas a movimientos políticos, religiosos y militares. Aparecían nuevas doctrinas religiosas, herejías, reformas, nacían nuevos países con la división de otros o surgía un nuevo periodo histórico. En estos máximos también volvían epidemias, como el cólera y la difteria. Cuando estudió la incidencia de difteria en Dinamarca entre 1860 y 1910, observó que esta correlación se mantenía incluso tras la administración de la vacuna en 1894.
No hay que mirar al Sol
De esta manera, formó parte del cosmismo ruso gracias a su heliobiología. El cosmismo ruso es una especie de teoría del todo restringida a la esfera rusa que vincula al individuo con el universo, integrando tanto disciplinas académicas como la pseudociencia, el ocultismo y el esoterismo. Aunque la heliobiología era una convergencia de la historia y la astronomía para predecir el futuro, Chizhevsky no pudo prever su destino. En 1942 fue encarcelado bajo la acusación de "enemigo bajo la apariencia de científico" y luego exiliado, volviendo en 1958.Aunque es innegable que el Sol es vital para los organismos biológicos, la heliobiología formulada por Chizhevsky tenía un error común con muchas teorías pseudocientíficas: tener alcance global y asegurar precisión. Por una mera cuestión de tiempo y medios, es imposible cubrir al detalle 24 siglos de historia de todo el mundo. A esto le sumamos que la historia conocida entonces era mucho más limitada que la actualidad y bastante proclive a sesgos. No se pueden extraer tales conclusiones cuando hay tantos testimonios escuetos, que parten de una fuente y necesitan, cuando es posible, contrastarse. El criterio de Chizhevsky también está bajo lupa. Dada la naturaleza de su premisa, debe tener en cuenta sucesos históricos que muevan a mucha gente pero eso ignoraría aquellos impulsados por grupos pequeños. Es inevitable encontrarse problemas en su selección de sucesos históricos, pues implica que ha descartado otros cuya posible influencia solar no valora. Es decir, puede haber distribuido deliberada o accidentalmente los sucesos históricos de manera que apoyen sus premisas.
Actualmente, la heliobiología no actúa como vidente, sino que estudia el influjo del Sol sobre los organismos. Puede seguir produciendo estudios cuyas conclusiones haya que coger con pinzas, como que la esquizofrenia se sincroniza con los ciclos solares, pero no vuelve a los humanos en autómatas carentes de libre albedrío cuyas acciones son consecuencia de la actividad solar.
Fuentes
- Young, G. M. (2012). The Russian cosmists: The esoteric futurism of Nikolai Fedorov and his followers. Oxford University Press, USA.
- Miroshnichenko, L. (2023). Solar-Terrestrial Relations: From Solar Activity to Heliobiology. Springer Nature.
- Tchijevsky, A. L. (1971). Physical factors of the historical process. Cycles, 22, 11-27.