Santa Muerte, el esqueleto de los siete colores

La Santa Muerte.

En el ocaso de la iglesia católica, nuevos movimientos religiosos compiten por repartirse el pastel de la fe. Desde la clandestinidad emergió con fuerza la Santa Muerte, una efigie esquelética mexicana que ofrecía esperanza. Aunque no es el único esqueleto latinoamericano canonizado extraoficialmente, sin duda es la que tiene la mayor presencia.

Historia y origen 

Recibe muchos nombres, como la Santísima Muerte, la Dama Poderosa, la Niña Bonita, la Niña Hermosa, la Madrina, la Flaquita, la Pelona, la Huesuda o la Niña Blanca, pero el principal y más antiguo es simplemente el de Santa Muerte. Este se atestigua desde 1797, cuando se la menciona en un documento de la Inquisición sobre la supersticiones de varios indios en la ciudad de San Luis de la Paz. 

Mictecacíhuatl, Reina del Mictlán

Hay varias leyendas sobre sobre su origen. Habitualmente, se dice que era la diosa azteca Mictecacíhuatl, esposa de Mictlantecuhtli, señores de Mictlán, el reino de los muertos. Ambos podían representarse como esqueletos o con cráneos expuestos en lugar de la cabeza. En otra leyenda, sería la hija de una pareja purépecha de Santa Ana Chapitiro, un pueblo en las afueras de Pátzcuaro. Su hija era muy bella, con piel clara y pelo castaño, por lo que sus padres la encerraron en su cabaña para que no se la llevaran los españoles. Cuando escapó, los habitantes del pueblo la veían vestida de blanco o negro y creyeron que se trataba de un espíritu. Los rumores llegaron a la Inquisición y la acusaron de brujería pero, en su pira, no ataron bien su brazo izquierdo y pudo levantarlo mientras se quemaba. Cuando el público contempló que su esqueleto quedó intacto, el fraile franciscano Juan Pablo gritó "No temáis, no hay nada que temer. Al contrario, dad gracias a Dios que os permita ver a la Santísima Muerte".

Figura cristiana

Los académicos coinciden en el sincretismo, pero no de una deidad o figura nativa que fuera transformada por el catolicismo, sino exactamente lo opuesto. Es decir, la Parca, cuya imagen esquelética se extendió en Europa con la peste negra, llegó a América, donde sirvió de base para Santa Muerte. Además, las procesiones de esqueletos fueron un símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte importado de Europa de la victoria de Cristo sobre la muerte

Figuras similares 

No es un caso único. Los informes de la Inquisición de 1793 conservan una queja de un fraile franciscano y un vicario en Querétaro. En medio de la misa, un grupo de nativos depositaron un ídolo en el altar que consistía en un esqueleto humano coronado sobre una superficie roja y sosteniendo un arco y una flecha, al que llamaron el Juez Justo. Este era un sincretismo entre el juez justo Jesucristo y la Muerte, que también solía usar flechas.

En Tepatepec, en el estado de Hidalgo, la Muerte de sincretizó con San Bernardo de Claraval. El suyo es el culto continuo más antiguo, comenzando con un esqueleto de madera del siglo XIX en el santuario de la familia Cruz, vestido como una reina con corona, vestido de satén, cetro en su mano izquierda y cara momificada, con labios que parecen cosidos, en lugar de la clásica faz calavérica. A mediados del siglo XX, el párroco de la principal iglesia de la localidad robó la efigie para colocarla junto a la Virgen de Guadalupe alegando que le rezaban para fines maléficos como el asesinato. Gracias a la ayuda de un abogado y un acuerdo con el arzobispo de Hidalgo, en el 2000 volvió a la familia Cruz con la condición de que no realizase misas u otros servicios de culto a la Santa Muerte en su hogar.

Enfermos de cocoliztli.

Según Crónica de la provincia del Santísimo nombre de Jesús de Guatemala de la orden de N. Seráfico Padre de San Francisco en el Reino de la Nueva España (1714) de fray Francisco Vázquez (1647-1712) y Recordación Florida (1690) de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán (1643-1700), en Guatemala, en 1650, durante una plaga de cocoliztli, un nativo tuvo una visión de San Pascual Bailón, que le anunció su muerte en 9 días pero, si sus compatriotas le hacían imágenes y la conservaban, no moriría nadie más. Así ocurrió y corrió la palabra de la intercesión del santo, pero, por confusión, acabaron creando figuras de la Muerte con el título de San Pascual. Así nacería San Pascualito Rey a partir del beato, canonizado en 1690.
San la Muerte y Virgen, Cementerio Municipal San José del Rincón, Argentina

Mientras tanto, en Argentina destaca San La Muerte, masculino y con hábitos de monje, también conocido como San Justo, Señor de la Paciencia, San, Santito, mi Flaco, Señor La Muerte, Señor de la Buena Muerte y Señor de la Muerte. Este se extendió desde Paraguay y el noreste de Argentina, originándose bajo la influencia jesuita y guaraní con un posible aporte africano. Sus figuras solían ser muy pequeñas para ocultarse en la ropa y solía colocarse en un lugar oscuro y poco visible de la casa. Su devoción pública crece en el siglo XXI junto a la del Gauchito Gil, más popular.

Resurgimiento

Estampita de la Santísima Muerte.

Durante mucho tiempo, la Santa Muerte mantuvo un culto clandestino entre todas las clases sociopolíticas de México, cambiando tras la ley de 1992 que reconocía la existencia jurídica de asociaciones religiosas. A mediados del siglo XX, era un ángel vengador de mujeres despechadas y maltratadas. Las mujeres suplicaban con una vela roja que las protegiera junto a sus hijos de sus parejas abusivas e infieles y de los corazones rotos, domesticando a los hombres que se portaban mal. 

No obstante, entre el amor y la guerra no hay tantas diferencias y, a finales de la década de 1980, esta faceta vengativa se comenzaría a asentar entre criminales. Hay dos casos sonados antes de que su culto se hiciera público. En 1989, en Matamoros, en el rancho del narco Adolfo Constanzo se encontraron sacrificios humanos de estudiantes. Su banda seguía la religión Palo Mayombe y prácticas ocultistas mexicanas, encontrándose una estatua de la Santa Muerte. En 1998, se descubrió que Daniel Arizmendi López "el Mochaorejas", conocido por secuestrar a 20 personas y pedir 40 millones de dólares, también tenía un altar al mismo personaje. Es una figura muy asociada a los cárteles y presente en las prisiones. Los delincuentes le ofrecen velas negras para pedir protección de los enemigos y su magia negra, proteger su mercancía y vengarse, propiciando su lema "Muerte contra mis enemigos".

No obstante, debido a la situación del narcoestado, sería impreciso decir que los cárteles tienen la exclusividad de su culto. También los policías y guardias de prisiones le piden protección. En consecuencia surgiría la explosión de su culto público en el 2001. Comenzaría en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México, con la vendedora de quesadillas Enriqueta Romero Romero, más conocida como Doña Queta, quien mantenía en la puerta de su casa una figura a tamaño natural de la Santa Muerte. Fue un regalo de su hijo en agradecimiento a la santa por sacarlo rápidamente de la cárcel, sirviendo desde entonces como punto de culto.

"¡Ley, aléjate!" es otro de sus lemas. Con la vela verde cumple este papel como defensora legal, actuando como una abogada que no promete la libertad, pero procura el mejor resultado. Ante problemas legales, actúa como una abogada, es decir, no promete la libertad, pero procura el mejor resultado. Mientras tanto, también tiene una función apotropaica. Aunque es la personificación de la muerte, como el Rey Pascualito, otorga salud, retrasando el final inevitable, como la humanidad ha admitido desde hace milenios. Embarazadas y enfermos le suplican con la vela púrpura para este fin. En general, para la gratitud y la protección se usa la vela blanca, mientras la dorada pide prosperidad y la marrón sabiduría y encontrar objetos, una función que comparte con San La Muerte.

Diversidad 

Mujer disfrazada de la Santa Muerte.

La Muerte es conocida, como de la familia, y su santa es un símbolo de mexicanidad como la Catrina, hasta el punto de emparejarse. Tampoco discrimina a pobres ni ricos, ni hombres ni a mujeres. Los ve a todos iguales y a todos se los lleva. Ese es el punto común del culto de la Santa Muerte, pues como cada grupo social tiene distintas formas de manifestar su fe, siendo más discreta en las clases altas. Al fin y al cabo, no tiene el mismo público en un mercadillo de un barrio humilde o peligroso que en una tienda New Age en un centro comercial.

Su apariencia esquelética es constante, pero su ropa no. Su vestimenta, y en menor medida su cabello, están presentes para denotar su feminidad. Por eso puede vestirse de monja, virgen, novia o reina, con túnicas rojas y negras o de satén con colores brillantes y velos blancos, exponiendo tan solo sus pies, manos y cara huesudas. Por otra parte, aunque es hija del cristianismo, fue adoptada por el esoterismo, generalmente sin encorsetarse en dogmas estrictos y jerarquías. Esto le da más libertad para desarrollarse y diversificarse. Su guadaña se convirtió en una herramienta para cortar malas energías, mientras la santería cubana la asociaría con orichá Oyá, guardiana de las puertas de la muerte, y Yemajá, del mar. No solo le hace la competencia a Judas Tadeo, patrono de los causas imposibles, sino que toma el manto de la Virgen de Guadalupe y a esta le dona su cráneo.

A pesar de que el público huye de dogmas y jerarquías, hay quienes buscan enfoques más tradicionales. La Iglesia Católica Tradicional (ICT), fundada en el 2002 por David Romo Guillén, pretendía un enfoque rutinario pero con elementos de la santería y el chamanismo. Aunque tuvo fuerza en sus primeros años, enfrentándose a la iglesia católica de México y al sensacionalismo de los medios en la guerra contra el narco de Felipe Calderón (2006-2012), los conflictos internos generaron una crisis. Su fundador fue acusado de autoritario, sustituyó a la Santa Muerte por un Ángel de la Muerte con parecido a su esposa y, finalmente, fue condenado por secuestro y extorsión. Gracias a esto, la ICT tiene el poder de congregar a un par de decenas de personas en sus días grandes, donde apenas comulgan ni conocen las liturgias. En Veracruz, los líderes de la Santa Muerte organizan luchas de poder con alianzas, escisiones, uniformes, duras críticas a los poco fieles y humillaciones para poder ganarse el respeto.

Fuentes

  • Chesnut, R. A. (2012). Devoted to death: Santa Muerte, the skeleton saint. Oxford University Press. 
  • Navarrete, C. (1982). San Pascualito Rey y el culto a la muerte en Chiapas. Serie antropológica.
  • Hernández, A. H. (2016). La Santa Muerte: espacios, cultos y devociones (pp. 13-29). México: El Colegio de la Frontera Norte.
  • Garcés Marrero, R. (2020). La institucionalización del culto a la Santa Muerte. El caso de la Iglesia Católica Tradicional (ICT). Revista de El Colegio de San Luis, 10(21).  
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