Mūtu, la muerte ineludible en Mesopotamia
En un momento, la vida puede dar un vuelco sin que haya culpable. Los ángeles surgieron como respuesta a un dios que se mostraba ausente y la idea de Satán como un chivo expiatorio. Como el ángel de la muerte y sus personificaciones posteriores, en Mesopotamia ya surgió la necesidad de proporcionar identidad a este trance.
Las caras de la Muerte son tan numerosas: terrible, misteriosa, acogedora, desoladora, inquietante, amenazante, etc. La Epopeya de Gilgameš la muestra simultáneamente etérea y personificada ("Nadie puede ver a Mūtu, nadie ve la cara, nadie [puede oír] la voz de Mūtu, aún furioso es quien abate a los hombres [...] no se puede dibujar una imagen de Mūtu"), Mūtu, "muerte" en acadio, fue una entidad que fue tomando forma durante siglos.
Inevitable
Los dioses determinaban el destino (sumerio: namtar; acadio: šīmtu) de una persona al nacer, aunque era una fortuna que podía cambiarse. Como en este destino también se determinaba la muerte, por la causa que fuera, el término se usó como eufemismo de esta. Este destino fue personificado como visir, mensajero e hijo de Ereškigal, reina del inframundo, y Enlil, o hijo de Mardula’anki; se le otorgó a Ḫušbiša ("Su horror es bueno") o Namtartu como esposa y a Ḫedim(me)ku como hija, reflejando así una jerarquía real. Aunque podía matar con enfermedades terribles, estaba supeditado a la voluntad divina que mantenía el orden cósmico y, a pesar de su maldad e impredictibilidad, podía ser convencido y alejado.
En cambio, Mūtu era la muerte misma, más antigua. Aunque también era mensajero de Ereškigal, no tenía familia ni hogar, salvo su hija, la mensajera Šitatarru, que podría asociarse con Šitadallu/šitaddaru (sumerio: Sipazianna), la constelación de Orión. Mūtu era una fuerza natural o abstracción que, aún pudiendo ser divinidado en un contexto sacro, no era un agente divino que pudiera recibir culto o se agrupara con otras deidades. Por ello, a diferencia de Namtar, no había hechizo para alejarla porque era inevitable. Tan solo en casos puntuales, donde un demonio amenazaba con causar una mala muerte, se podía combatir con la esperanza de obtener, llegado el momento, una buena muerte. La buena muerte no era únicamente aquella por vejez, sino la que era aceptada. La mala muerte (Mūtu lemnu) era aquella por fuego, hambre, enfermedad y apuñalamiento que, especialmente en los dos primeros casos, provocaba una existencia supraterrenal tormentosa.
Aspecto
En el templo de Madānu en Esagil, son deificados los conceptos abstractos calamitosos Mūtu ("Muerte"), Ḫurbāšu ("Horror") y Nappaḫtu ("Rebelión"). Su deificación es más una distinción respecto a otras entidades que una posición divina. Mūtu se mostraba como una quimera amenazante con detalles de mušḫuššu y el Anzû/Imdugud que generaba las reacciones deificadas.
En el segundo sueño de Kummâ en el texto neoasirio Visión del inframundo de un príncipe, se describe con la cabeza de mušḫuššu, manos humanas y pies, acompañando a Namtar, Namtartu y hasta 15 criaturas, estas incluidas, hasta llegar al trono de Nergal. Posee esta cabeza porque, con ella, puede golpear con un mordisco venenoso incurable. En Ludlul bēl nēmeqi ("Alabaré al Señor de la Sabiduría"), el autor agradece a Marduk por salvarlo de las fauces de la muerte. Entre las 15 criaturas que ve Kummâ, también se presenta otra manifestación de Mūtu, quizás como aspecto de Nergal, oscuro y terrorífico, sin nombre, con apariencia de Anzû, llevando una túnica o armadura roja, con una daga en la mano izquierda y un arco en la derecha. Esta túnica roja era la propia del sanador o de Gilgameš como juez del inframundo.
En la séptima tablilla del comentario médico sakikkû dice «si escuchas gritar al enfermo y es como el rebuzno de un bu[rro], morirá en un día. Como se dice, "Mūtu tiene el semblante de An[zû]"», pues se creía que este era el sonido proferido por dicha bestia. En la primera tablilla, se dice que ver un par de burros o serpientes copulando era como si Mūtu montara y penetrara al enfermo. Aunque no tiene necesariamente que ser Mūtu, Enkidu sueña una escena similar en la Epopeya de Gilgameš. Sueña con un hombre con cabeza de Anzû, expresión ensombrecida, zarpas de león y garras de águila. Cuando le agarra el pelo, acto necesario para degollar (1), Enkidu le hace retroceder de un golpe, pero no pudo evitar que lo derribara y lo montara como un toro, envenenándolo. Le golpeó y le ató los brazos para encerrarlo, como una paloma, ave de luto, en Irkalla. En lugar de zarpas o garras, puede tener manos, siguiendo la clásica fórmula "mano de" aplicada a entidades sobrenaturales.
Cuando no es terrorífica, la muerte se muestra como una ladrona. En Epopeya de Gilgameš, Gilgameš lamenta a Ūta-napišti que Ekkēmu "ha tomado su [carne] y Mūtu mora en su dormitorio", quien se muestra aunque aparte la mirada. Mūtu espera en la cama, zona de poder mágico, pues es un límite entre mundos: concepción, nacimiento, muerte y los sueños. En Elegía en memoria de una mujer, se cuenta el lamento de una difunta, feliz con su esposo por el futuro nacimiento de su hijo, donde Mūtu se infiltró en su dormitorio y la secuestró del lado de su amante.
Mūtu muerde, agarra con fuerza, atrapa con una red, atacando con rapidez o acelerando hacia la víctima. Como Anzû en su enfrentamiento con Ninurta, trae una nube de oscuridad, de la que desciende, oscureciendo la visión. La propia sombra era una amenaza de muerte inminente, con la oscuridad representando las emociones que generaba, como miedo, tristeza, ira, frustración, pena y angustia.
Protector
El sanador Nabû-nāṣir informa en una figura de Mūtu que acompaña a otras de Namtar y Latarak varios rituales protectores de Asarhaddón. Dos hechizos para proteger la casa de intrusiones malignas (Bīt mēseri) mencionan una figura de plomo de Mūtu, pues se valora su peso, con "[...] de carnero, manteniendo una postura de aniquilación, sus ojos embadurnados con oropimente, su cintura atada con un hilo retorcido. Se sienta en la cabecera de la cama [del paciente], en miel y ghee". Estas figuras son de plomo porque así obliga a Mūtu a cumplir su cometido, sin poder moverse para hacer nada más, función que refuerza la miel y el ghee al actuar de adhesivos. El oropimente probablemente sirve para evitar que busque una víctima humana y el hilo sirve para controlarlo. La miel y el ghee también servirían para aplacar a la bestia, como se observa en Gilgameš, Enkidu y el inframundo, donde los kūbus, espíritus de mortinatos, juegan en mesas de oro y plata con miel y ghee para evitar que pidan un alimento que no recibieron en la tierra de los vivos.
Este uso no evita la muerte. Esta llegará a su debido tiempo, pero actúa contra un fin no deseado. Después de todo, si hay vida (napištu), hay Mūtu.
Angustia
En un texto Göttertypentext donde la diosa Nintu/Šassū recibe a sus invitados por la celebración del nacimiento de un bebé, Mūtu es una de las dos entidades mostradas sin barba y en pose de luto. La otra es Niziqtu, con turbante de cuernos bovinos, con orejas también bovinas, melena sobre la espalda, cuerpo y cara desnudos de mujer y manos humanas que extiende junto a sus alas. Niziqtu ("angustia, ira, molestia, duelo, frustración"), Ḫimṭu ("fervor"), Adammû ("lucha") e Ippiru ("conflicto") vigilan en las puertas para alejar a los intrusos. Niziqtu suele asociarse con la muerte, siendo sus alas una representación de su emoción, como las que tenía los miedos en torno a Huwawa y que Gilgameš ordenó cortar para dominarlo.
Notas
- Forma en la que Mūtu cortaba la vida o aliento (napištu). Esta acción también la realizaba Lamaštu, siendo una señal del caos. En Visión del inframundo de un príncipe, quien realiza este gesto es Namtar.
Fuente
- Sibbing-Plantholt, I. (2020). Visible death and audible distress: The personification of Death (mūtu) and associated emotions as inherent conditions of life in Akkadian sources. In The Expression of Emotions in Ancient Egypt and Mesopotamia (pp. 335-389). Brill.