Psicofonías y otros intentos de contactar con los muertos

Tres espectros acercándose desde las tinieblas.

La muerte es especialmente dolorosa para los seres queridos, que pueden seguir viendo al difunto después de su deceso. Por su irreversibilidad e incertidumbre, cuando es un desaparecido, la broma de las hermanas Fox satisfizo una necesidad: comunicarse con los espíritus. Las innovaciones de la época sirvieron como puerta al más allá, permitiendo oír a los muertos. 

Tecnología para vivos y muertos

Dibujo de Alexander Graham Bell demostrando su teléfono en el salón del liceo de Salem, Massachusetts, en 1877.

Al principio, el espiritismo no se reñía con la ciencia, sino con la religión, pues cuestionaba su concepción de la vida después de la muerte. La ciencia contemplaba esta nueva disciplina con curiosidad, pues suponía un ámbito para indagar sobre los misterios de la fisiología, las reflexiones filosóficas sobre la vida y la muerte y racionalizar lo numinoso.

Esta relación entre la ciencia, en concreto la tecnología, y el espiritismo estuvo presente desde sus inicios. La telegrafía, como los repiqueteos de las hermanas Fox, consistía en una comunicación rápida, a una distancia entonces extraordinaria y mediante un código, con alguien que no veías. Lo mismo ocurrió con el teléfono, percibido en sus primeras demostraciones como un aparato con una extrañeza sobrenatural, como si actuara gracias a fuerzas tenebrosas y sobrenaturales. De manera contemporánea llegaría el fonógrafo y posteriormente la radio y la telegrafía sin hilos. Todos estos inventos permitieron reformular la concepción del mundo, ahora menos inalcanzable e impenetrable. No obstante, dichos inventos también eran en cierto modo enigmáticos y escalofriantes.

Por una parte, los esquizofrénicos vieron una oportunidad de explicar sus alucinaciones auditivas. Interpretaban que unos haces de rayos (Strahlenfäden) transmitían llamadas a distancia directamente a sus mentes, siendo la razón por la que oían cosas que nadie más captaba. Por otra parte, la ciencia argumentaba que el sistema nervioso y los cables que transmitían las corrientes eléctricas de telégrafos eran asimilables. Es decir, que aquello presente y practicable en uno lo era también en el otro. Aunque en las células excitables, como las neuronas, hay detalles comunes, el organismo es mucho más complejo. Por eso elucubraban que la consciencia residía en el campo magnético de la corriente eléctrica de nuestro sistema nervioso y, por ello, la telepatía y la comunicación con los muertos era posible. Tanto Bell como Edison probaron a enroscarse cables en torno a la cabeza para lograr esa telepatía y, décadas después, se imaginaban métodos similares para registrar los pensamientos.

Oyendo a los muertos 

Houdini replicando el truco de los médiums con la trompeta.

Conociendo someramente la situación, toca hablar de los métodos en sí para comunicarse con el más allá. El primero es simplemente reconocerse el don de oírlos. La médium Cecil M. Cook, quien tuvo la desgracia de recibir la visita de Houdini y la policía, confesaba en How I Discovered My Mediumship (1919), que cuando tenía cuatro años, las voces le hablaron por primera vez por la chimenea, pidiéndole cumplir tareas concretas, pero no todos necesitaban esta capacidad. Ella y William W. Aber, en Guide to Mediumship (1906), recomendaban usar las "manifestaciones de trompetas". Eran megáfonos de aluminio con la boquilla tapada que colocaban en un cuenco con agua en el suelo, pues aducían que la humedad actuaba como una especie de batería. Las piernas debían rodear dicho cuenco con los pies tocándose. El espíritu se comunicaría levantando el megáfono, afirmando que puede haber varios intentos fallidos pero, cuando comenzara, progresaría con rapidez.

Este método pretendía actuar como el fonógrafo, que usaba electricidad y amplificaba el sonido. Edison declaró en 1888 que su invento captaba sonidos fuera del rango de la audición humana, es decir, infra y ultrasonidos. Lo mismo ocurría con su micrófono de carbón. De hecho, aunque despreciaba a los médiums y sus métodos extravagantes, valoraba que debía existir un método científico para contactar con la ultratumba. En una entrevista de Betie Charles Forbes en Scientific American en 1920, explicó que creía que el organismo estaba compuesto por gran enjambre de individuos eternos e infinitesimalmente pequeños con sus propias unidades de vida que, tras la muerte de la persona, quizás podrían retener su personalidad tras descomponerse el cuerpo. Declaraba que llevaba un tiempo trabajando en un dispositivo que fuera lo suficientemente sensible para captar y amplificar sus ondas electromagnéticas. 

Teléfono espectral de Edison.

Nunca tuvo éxito, ni tampoco la Sociedad por la Investigación Etérica que le sucedió tras su muerte. De ser así, habría cubierto el área de investigación criminal que ocupó la optografía. A pesar de ello, hubo más intentos de continuar su investigación. Attila von Szalay comenzó a intentar grabas voces espectrales en 1936 tras oír la voz de su difunto hermano. Fracasó al probar a grabarlos en un disco de gramófono de 78 revoluciones por minuto, pero afirmó lograrlo en un magnetofón en 1956. Junto con Raymond Bayless, en 1959 suspendió una trompeta en un armario insonorizado y, en el interior de la parte larga de la trompeta, colocó un micrófono que conectaba a una grabadora situada en la habitación donde se encontraba dicho armario. Aunque Bayless había permanecido en dicha habitación sin escuchar nada anómalo, en la grabación oyeron una voz que decía "Esto es G" ("This is G"). Fuera o no cierto, la realidad es que el magnetófono de bobina abierta era más accesible, barato y permitía grabaciones más largas.

En la década de 1940, James G. E. Wright, el creador del blandiblú, y Harry C. Gardner también continuaron el trabajo de Edison, que aparentemente contactó con ellos en una sesión de espiritismo. Crearon una caja de sonido llena de una solución de permanganato de potasio, que actuaba de electrolito para la base de la antena sumergida en ella. A su vez, la antena estaba conectada al micrófono, también dentro de la caja, sobre el que se situaba una trompeta de aluminio. La caja estaba insonorizada y tenía un pequeño agujero en un lado. La trompeta que estaba conectada a la caja podía llegar a otra habitación. Como, sorprendentemente, el invento no funcionó, probaron a situar junto a la caja a un médium, en cuyo plexo solar se formaría la mencionada laringe ectoplásmica. El micrófono captaría el sonido y por el altavoz se oiría claramente su mensaje. Supuestamente, se manifestó Edison para recomendarle tapizar la caja con masilla de silicona. Un mensaje digno de un momento tan trascendental.

El músico Friedrich Jürgenson declararía que en el verano de 1959, mientras grababa a solas el canto de los pájaros en un bosque en Suecia, en la grabación oyó a un hombre hablando tenuemente en noruego sobre  las voces nocturnas de las aves, junto con sonidos donde reconoció un avetoro (Botaurus stellaris). Dedujo que debía haber captado una emisora de radio, en Rösterna Från Rymden (1964) cambió de parecer y consideró que fueran mensajes de OVNI pero, asegurando que siguió captando voces en las grabaciones, difíciles de entender e incluso en completo silencio, las atribuyó en Sprechfunk mit Verstorbenen (1967) a los muertos. En un caso oyó "Mölnbo. Bloque principal. ¡Doce minutos tras las doce!", el horario de trenes de la ciudad de Mölnbo, donde vivió. También percibía mensajes inesperados en las retransmisiones de radio, que grababa y manipulaba. Cuando estuvo un tiempo sin grabar esas voces, seguía oía una voz femenina en el ruido blanco, como en su maquinilla eléctrica, o escuchaba su llanto, sus palabras y frases en la lluvia que le decía "Mantén contacto a través del aparato...¡por favor, por favor, escucha!". Él mismo pensó que estaba desarrollando esquizofrenia pero, para probarse que no era así, volvió a grabar las voces para demostrar que eran reales.

Konstantin Raudive se interesó por Jürgenson, usando el mismo método, en Unhörbares wird hörbar (1968), más conocido como Breakthrough (1971), y Überleben wir den Tod? (1973). Con ello captaría los fenómenos de voz electrónica (EVP), conocidas popularmente como psicofonías (1), siendo un tipo sonoro de transcomunicación instrumental (ITC). Seguía la línea de Edison de rechazar el espiritismo del siglo XIX y estimaba las grabaciones como pruebas empíricas objetivas, rechazando el subconsciente y la interpretación del oyente. A pesar de ello, admitía que podía malinterpretarse y escucharse aquello que se deseaba. De hecho, su compañero David J. Ellis contó que forzaba las interpretaciones en sonidos mundanos. Pudo demostrar que mostrándoles ruido blanco a un grupo de personas para que transcribieran una conversación, varios lograron producir frases. 

El escritor William S. Burroughs manifestaba que nuestra memoria archiva todas las voces que hemos oído y que las grabaciones simplemente las perciben. Como Oliver Lodge y William Crookes, señala que la mente es como un receptor cósmico que recibe señales de radio del espacio y los pacientes psicóticos tan solo son capaces de sintonizar dicha red. Pero, a pesar de todo, los supuestos mensajes en la cacofonía sonora son una glosolalia, una aparente articulación de sonidos sin significado ninguno, salvo el que intenta darle nuestra mente.

Notas

  1. Técnicamente, las psicofonías son realmente la voz del espíritu a través del médium. 

Fuentes

  • Enns, A. (2005). Voices of the dead: Transmission/translation/transgression. Culture, Theory and Critique, 46(1), 11-27.
  • Johnson, P. C. (Ed.). (2014). Spirited things: the work of" possession" in Afro-Atlantic religions. University of Chicago Press.
  • Barušs, I. (2001). Failure to replicate electronic voice phenomenon. Journal of Scientific Exploration, 15(3), 355. 
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