El 19 de febrero de 1994, en el hospital general de Riverside, ingresó por la mañana, transportada por una ambulancia, una paciente llamada Gloria Ramírez con cáncer cervical terminal que apenas respondía a estímulos, ritmo cardiaco acelerado y respiración superficial. Parecía una emergencia común, pero la situación no tardó en torcerse en cuanto le extrajeron sangre.

Intento de reanimación

El personal sanitario que la atendía percibía que Ramírez olía de forma similar al amoniaco. Poco después, la enfermera que le realizó una extracción venosa se desmayó. La doctora que olió la jeringa y notó los cristales blancos en la sangre le siguió, experimentando convulsiones y dificultad respiratoria intermitente. Cuando el resto comenzó a enfermar, el jefe de departamento ordenó evacuar la sala de urgencias, derivando todas las ambulancias a otros hospitales. Este y otros compañeros siguieron intentando reanimarla, intubándola, realizándole una cardioversión, defibrilándola varias veces y administrándole lorazepam, tosilato de bretilio, midazolam, diazepam, lidocaina, magnesio y bicarbonato, entre otros. A pesar de sus esfuerzos, Gloria Ramírez fue declarada muerta a las 8:50, una hora después de que la recogiera la ambulancia.

Buscando la causa en el hospital

Después de morir se observó que una docena de trabajadores habían sido afectados por sus emanaciones y seis fueron hospitalizados. Aunque los equipos del departamento de incendios y materiales peligrosos de la ciudad de Riverside (HAZMAT) evaluaron la presencia de gases tóxicos comunes, las pruebas fueron negativas. En el proceso de decontaminación, Gloria Ramírez fue introducida en una bolsa mortuoria doblemente sellada y en un ataúd hermético. La inspección de la fontanería, ventilación, medicamentos y materiales de limpieza del hospital no mostró ningún agente causante de los síntomas descritos.

Autopsia

Por supuesto, para evitar repetir los incidentes previos, los forenses realizaron la autopsia con trajes herméticos y fuentes de aire externos. Se determinó que Gloria Ramírez había muerto por un disritmia cardiaca por un fallo renal agudo. A esto se le sumaba el carcinoma cervical con metástasis en el sistema linfático, pudiendo haber producido un bloqueo del ureter. Los análisis mostraron la presencia de lidocaina, paracetamol, codeina y morfina, pero no encontraron ningún pesticida en la sangre. Los análisis de gases revelaron la presencia de amoniaco, fosgeno, ácido cianhídrico, ácido sulfídrico y una concentración elevada de acetona. No obstante, ninguno de los tejidos, fluidos o muestras de aire señalaban la presencia de vapores volátiles o tóxicos.

A pesar de haber del estado de su cáncer, Gloria Ramírez no había recibido radioterapia ni quimioterapia. Dos días antes de morir, se le recetó proclorperazina para las nauseas.

Posibles causas

El misterio en torno a su última hora de vida dio lugar a múltiples hipótesis que explicaban su defunción y el fenómeno que afectó a los sanitarios. Algunas, como la histeria colectiva, fueron recibidas con recelo. El problema para llegar a una conclusión se basaba en la dificultad de replicar este suceso.

La hipótesis más aceptada parte con el sulfóxido de dimetilo (DMSO), presente en su sangre cuando llegó la ambulancia a su casa. Este se había metabolizado en metilsulfonilmetano, detectado en su sangre y bilis. Además, su consumo produce un olor a ajo en el aliento, que fue percibido por uno de los sanitarios. El sulfóxido de dimetilo es un disolvente, producto de la elaboración de pulpa de celulosa, que se usa en la fabricación de papel o como anticongelante. El peligro de esta sustancia es que puede penetrar la piel sin causar daños permanentes, de forma rápida y en altas concentraciones. 

Se especuló que podría haber absorbido esta sustancia con el consumo de fenciclidina (PCP), aunque no se detectó en los análisis. Es más probable que usara el sulfóxido de dimetilo como remedio casero, ya que se le reconoce un efecto analgésico, sedante y tranquilizante; se usa popularmente como antiinflamatorio y se ha aplicado como antibacteriano en pacientes con cáncer. 

Normalmente, esta sustancia se elimina por la orina y la respiración. El dimetilsulfuro se produce en pequeñas cantidades cuando se ingiere el sulfóxido de dimetilo, eliminándose por la piel y la respiración. El metilsulfonilmetano se produce en el hígado y se excreta por la orina. Debido a la obstrucción de los ureteres, se habría acumulado en su cuerpo. Esto le habría provocado nauseas con vómitos, deshidratándola y concentrando la sustancia en sangre. La administración de oxígeno en la ambulancia habría acelerado la metabolización a metilsulfonilmetano, que se presenta como cristales blancos a temperatura ambiente y es hidrosoluble. Este podría haberse metabolizado a su vez en sulfato de dimetilo por medio del anión sulfato. Este producto final es considerado un agente de la guerra química que puede ser inhalado o absorbido por la piel, tardando en percibirse los síntomas y permitiendo exponerse a dosis letales. Salvo las nauseas, el resto de síntomas coinciden con los experimentados por los afectados del sulfato de dimetilo.

Debido a que el sulfóxido de dimetilo se tolera bien, debería haber consumido una cantidad alta. A su vez, atendiendo al peso de Gloria Ramírez, debería haber producido 1,7 kg de metilsulfonilmetano. El sulfato de dimetilo habría estado por debajo de los 100 mg, quizás en cantidades de microgramos, ya que no llegó a matar a ninguno de los sanitarios.

Fuente