Solo los valientes se atreven a comer la comida
Lema del Poison Squad. |
Actualmente las noticias nos bombardean con declaraciones de variable valor científico que nos dicen que consumir tal o cual alimento nos ayuda a vivir mejor y/o morir de todos los cánceres posibles. Añoramos cuando simplemente no sabíamos lo que comíamos y podíamos desayunar tranquilamente un bollo de manteca mojado en amianto mientras nos fumábamos nuestro primer paquete de tabaco matutino. Pero, ¿cuándo comenzaron a preguntarse si lo que comíamos era saludable?
Durante el siglo XIX se podían consumir delicias como "cerveza amarga" mezclada con estricnina, pan relleno de tiza o glucosa etiquetada como miel. En aquella época en los Estados Unidos, la seguridad alimentaria era competencia de los gobiernos locales y estatales. Sin embargo, con el paso de una sociedad agraria a una urbana, las leyes alimentarias locales comenzaron a fallar. Se hacían más productos en fábricas usando nuevos químicos como conservantes, como el bórax, ácido salicílico y formaldehído, sin tan siquiera comprobar sus efectos ni informar de ellos en la etiqueta.
Para el químico jefe de la División de Química (luego Oficina de Quimica) del Departamento de Agricultura, Harvey Washington Wiley, esta era una situación inaceptable. Cuando comenzó a trabajar en el Departamento de Agricultura, luchó por la regulación federal de aditivos. Para mostrar los costes físicos de los aditivos, diseñó unos ensayos y en 1902 acudió al congreso y recibió 5000 dólares para llevar a cabo sus pruebas.
Anuncios de gotas de cocaína para el dolor de muelas. |
Los 12 miembros del escuadrón eran cuidadosamente evaluados, midiéndose su temperatura, peso y pulso antes y después de comer. También recogían muestras de heces y orina, y se registraban los síntomas. Si un miembro se pelaba sin permiso, debía volver al peluquero a por el pelo. Era un grupo exclusivamente masculino que no permitía a las mujeres, ya que Wiley las consideraba salvajes que carecían de la capacidad cerebral de los hombres.
En cada cena, se compraba la comida y se pagaba a un cocinero, llamado "Perry", para que preparara los alimentos llenos de conservantes. En las primeras comidas consumían bórax extraído del Valle de la Muerte, que el cocinero escondió primero en la mantequilla. Viendo como la evitaban, la mezcló con la leche. Alegando que sabía "metálica", también la evitaban. Rindiéndose, dio el bórax en cápsulas, aunque los comensales debían lavar los platos entre cada comida. Cuando Perry posteriormente fue sustituido por una mujer, los participantes criticaron que, aunque una mujer valga para la cocina del hogar, no sería capaz de freír huevos de forma científica ni usar formaldehído en la sopa.
La valentía de estos doce hombres despertó el interés de la prensa que, como dijo Los Angeles Times en 1903, eran "mártires de la ciencia". Sin embargo, a pesar de su fama, sus miembros siguieron siendo anónimos. Durante su primer año, aumentaron la cantidad de bórax en sus comidas, por lo que en mayo de 1903, 5 de ellos iniciaron una huelga, ya que consideraban complicado soportar el malestar combinado con el calor veraniego. Finalmente, la situación se resolvió acabando el experimento prematuramente en junio con tan solo siete hombres. Sus conclusiones fueron que además de los dolores de estómago, la pérdida de apetito y dolores de cabeza, el bórax incapacitaba para cualquier tipo de trabajo.
Wiley en el laboratorio con sus ayudantes. |
No todos los resultados se hicieron públicos, ya que las consecuencias del consumo de benzoato se conocieron porque un empleado malinterpretó las órdenes del secretario de agricultura y lo envió a la imprenta cuando estaba de vacaciones. Los grupos de presión intentaron suprimir los descubrimientos, pero la prensa se hacía eco de los venenos de la comida. Intentando evitar que se trivializara su trabajo, Wiley amenazó con despedir a quien filtrara información. Sin embargo, sin acceso a los hechos, los periódicos comenzaron a publicar rumores, por lo que Wiley cedió y publicitó su labor.
Mientras que el escuadrón aún se deleitaba con sus comidas, la Federación General de Clubes de Mujeres y la Asociación Nacional de Mujeres de Color llevaban tiempo defendiendo los asuntos que afectan a las mujeres y sus hogares, incluyendo los alimentos en conserva. Las mujeres salieron a la calle con panfletos para intentar advertir a otras mujeres de los peligros de los productos cotidianos.
Mientras se cocía lentamente el escándalo público sobre la nula regulación de los aditivos, Alice Lakey de la Federación General de Clubes de Mujeres comenzó una campaña por carta en apoyo de la Ley de Medicamentos y Alimentos Puros. Conforme ganaba fama, Wiley unió fuerzas con las mujeres.
En 1905, Laey se convirtió en la líder del Comité de Alimentos Puros y, junto con Wiley, llevaron al presidente Roosevelt y a la audiencia del congreso las cartas de apoyo. A pesar de sus antiguas declaraciones respecto a las mujeres, reconoció que el éxito se consiguió gracias a ellas.
En 1906 el congreso aprobó la Ley de Inspección de Carnes y la Ley de Medicamentos y Alimentos Puros, siendo esta última conocida como la "ley Wiley", aunque fue Roosevelt quien se llevó el reconocimiento. Esta marcaría el camino para la Ley de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos y la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA).
A su vez, el trabajo del escuadrón provocó la aparición de imitadores en varios rincones del país, como Nueva York o Pittsburg, a pesar de llevar varios años disuelto. También fueron protagonistas de varios poemas, como el siguiente de S.W.Gillilan:
Song of the Pizen [Poison] Squad.Fuentes: Atlasobscura, Esquire, The Old Foodie
(Respetuosamente dedicada al Departamento de Agricultura)
Por S. W. Gillilan.
O we're the merriest herd of hulks
that ever the world has seen;
We don't shy off from your rough
on rats or even from Paris green:
We're on the hunt for a toxic dope
That's certain to kill, sans fail.
But 'tis a tricky, elusive thing and
knows we are on its trail;
For all the things that could kill
we've downed in many a gruesome wad,
And still we're gaining a pound a day,
for we are the Pizen Squad.
On Prussic acid we break our fast;
we lunch on a morphine stew;
We dine with a matchhead consomme,
drink carbolic acid brew;
Corrosive sublimate tones us up
like laudanum ketchup rare,
While tyro-toxicon condiments
are wholesome as mountain air.
Thus all the "deadlies" we double-dare
to put us beneath the sod;
We're death-immunes and we're proud as proud--Hooray for the Pizen Squad!