Sobre las polémicas sobre la falta de fidelidad de las adaptaciones

Cuando se cambia un personaje de una obra popular sin una justificación convincente que lo explique, el público tiende a quejarse. Aunque hay ejemplos donde las características del personaje son irrelevantes y la historia progresa sin verse afectada, las que más se hacen notar son aquellas en las que los cambios no consiguen integrarse.

Aunque hablo predominantemente de películas, también se ve en otros medios, como los cómics, ya que Marvel ha sido conocida por cambiar a personajes con una larga trayectoria para incorporarlos como miembro de alguna minoría social. Estos cambios son además los más criticados al ser los más vistosos y no requerir un conocimiento extenso del personaje para reconocerlos, a diferencia de cuando alteran la historia, personalidad o motivación de los personajes.

Como los que generan más polémica son cambios a favor o en contra de las minorías, la esperanza de cualquier discusión civilizada al respecto es nula, ya que se dividen entre los que rechazan la alteración y los que califican a los primeros de homófobos, machistas o xenófobos. Sin embargo, sin importar la opinión, es razonable pensar que las variaciones injustificadas son como los canarios de las minas, advierten de que si detalles tan sencillos no se han mantenido, qué habrá sido del resto.

Un ejemplo de esto es Dragon Ball: Evolution (2009). Durante años, los foros debatían qué actores podrían encarnar mejor a sus queridos protagonistas y soñaban con ver las escenas más míticas con los efectos especiales de la época. Por entonces, la franquicia volvía estar en pleno auge con las sagas Budokai y Tenkaichi para videoconsolas. En este caso, además de convertir a Son Goku en un estudiante de instituto, anunciaron que Krillin no aparecería, pero por otra parte estarían sus compañeros Teto (Luis Arrieta) y Ami (Shavon Kirskey). Por motivos obvios, Teto terminó llamándose Weaver, pero tanto él como Ami terminaron más olvidados que el cocodrilo con gafas de sol de la Kame House. Los temores de los seguidores estaban tan acertados que hasta el guionista Ben Ramsey terminó disculpándose.

No obstante, los cambios no son siempre una señal fiable de una decepción. Nick Fury, mostrado mayoritariamente como un hombre blanco con la mitad de su cabello canoso, se mostró negro y rapado, especialmente tras su interpretación en las películas por el carismático Samuel L. Jackson. Realmente, aunque tenía sus rasgos característicos, su aspecto no definía al personaje. Habría sido coherente que tuviera su cargo como líder de S.H.I.E.L.D. siempre que mantuviera sus habilidades y liderazgo. Habría sido distinto si, por ejemplo, los cómics y películas hubieran estado ambientados en la edad de oro (desde 1938 hasta la década de 1950).

Pero, nunca mejor dicho, no todo ha de ser blanco o negro. Hay ocasiones donde se produce una alteración incoherente, pero no afecta negativamente a la obra porque es irrelevante al guión. Sin salirnos del Universo Cinematográfico Marvel, Heimdall (Idris Elba) se muestra siempre como un hombre blanco, salvo cuando toma como modelo al actor. En ese caso es coherente que esa imagen sea la predominante, ya que está basado en el dios nórdico homónimo venerado por los pueblos escandinavos. Aunque hay pueblos donde sus dioses pueden tener un color de piel diferente al propio (negro, blanco, rojo, azul, amarillo, verde, etc), en el caso de los dioses nórdicos en los que se inspira, todos son blancos. La única mezcla de "etnia" o "raza" es entre æsir, vanir y jötnar. Que el elegido para el cambio fuera Heimdall resulta irónico, ya que una estrofa del Þrymskviða lo describe como "el más blanco/brillante de los dioses". Dado que los estos cómics beben mucho de la mitología, en comparación a otros, como por ejemplo, Dragon Ball, que solo tiene una inspiración superficial en Viaje al oeste, tendrían sentido las críticas a la falta de fidelidad.

Posiblemente estos cambios no sean más que estrategias publicitarias relativamente económicas para que la gente hable de un producto. Al fin y al cabo, muchas veces son detalles triviales que pueden llegar a pasar desapercibidos, como la homosexualidad de Lefou que no se muestra claramente hasta el final de La bella y la bestia (2014), casi escondido entre una marabunta de actores. La recurrencia de las polémicas que parten siempre del mismo sitio refuerzan esa idea.

En resumen, en vez de alimentar polémicas infértiles, cuando veamos un cambio, preguntémonos si está justificado, si esta explicación es coherente y si afecta al producto. De esta manera, posiblemente se llegue a una discusión más civilizada que enfadándose y/o señalando con el dedo.


Y hablando de señalar, acusar de racista, homófobo o machista a quien se queja de que un personaje no es fiel a la obra original porque se vuelva o deje de ser blanco o negro, hetero u homosexual, hombre o mujer, etc, es como acusar de odiar el amor a los que se quejen de la inclusión sin razón aparente de las relaciones amorosas que no vienen a cuento, algo que se hace desde hace mucho por motivos comerciales y no aporta nada. Irónicamente, para la inclusión no basta sustituir un personaje por otro. Si una empresa quiere mostrarse preocupada y actuar al respecto, todos tienen historias que contar, sin importar la minoría. Si siempre necesitan sustituir a otro personaje, están diciendo "fingimos preocuparnos por esta minoría para quedar bien, pero no tienen historias ni nos importan".
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