¿Por qué los perros son tan diferentes?
Los perros (Canis lupus familiaris) son una subespecie de los lobos grises (Canis lupus), sin embargo, su aspecto es mucho más variable en los primeros que en los segundos. Es difícil creer que tanto el chihuahua como el gran danés pertenezcan a la misma subespecie. Charles Darwin ya observó que el aspecto de los perros era tan diverso que debía de haber surgido a partir de varias especies. Ante esto, surge la inevitable pregunta de por qué tienen una diversidad fenotípica tan elevada.
Dicho esto, podría entenderse que si los perros tuvieron varios orígenes, entre las distintas poblaciones fundadoras tendrían una amplia reserva genética necesaria para su diversidad fenotípica, mientras la situación opuesta implicaría una reserva genética limitada que sugeriría una plasticidad del desarrollo en la raza.
A pesar de ello, es posible que algunas razas de perros hubieran estado aisladas en el pasado remoto, como ocurrió con los dingos de Australia (Canis lupus dingo) y los perros cantores de Nueva Guinea (Canis lupus hallstromi) introducidos hace 6000 años, aislados y con una población fundacional pequeña, permitiendo una diferenciación genética limitada. Los perros del Nuevo Mundo, como el xoloitzcuintle, tenían origen en el Viejo Mundo, pero habían permanecido aislados durante milenios.
El efecto fundador, la selección, la endogamia y la deriva genética durante el aislamiento llevaron a la uniformización de las razas y a la diferenciación entre estas. A esto se le suma la selección relativamente reciente para crear pura razas, traducida en una menor variabilidad en el cromosoma Y debido al uso de machos como sementales para transmitir ciertos rasgos. Esto no se observa en los lobos, donde se ha mantenido los patrones de apareamiento y suelen participar un número similar de machos y hembras.
Asimismo, se ha postulado que la diferencia en el aspecto se debe a las alteraciones del desarrollo entre las razas. Con el crecimiento, los cráneos de los perros se estrechan y se alargan. Estas alteraciones limitan, retrasan o aceleran este desarrollo. Los humanos han estado implicado frecuentemente en la selección de rasgos infantiles en individos adultos. En comparación, la morfología ósea de las crías y adultos de gatos no varía tanto, demostrándose una menor diversidad entre sus razas.
El origen de los perros
El lugar donde surgieron los perros es difícil de identificar debido al registro arqueológico irregular. Los datos, por otra parte, apoyan tanto un solo origen como múltiples del lobo gris e incluso, según algunas teorías polifiléticas, del chacal común (Canis aureus). Hay que añadir que durante su domesticación se cruzaron con otros cánidos, como los coyotes, chacales comúnes y lobos etíopes. También se debe tener en cuenta que la identificación de estos primeros perros se hace atendiendo a sus características morfológicas actuales, por lo que no se reconocen como tales aquellos menos diferenciados.Dicho esto, podría entenderse que si los perros tuvieron varios orígenes, entre las distintas poblaciones fundadoras tendrían una amplia reserva genética necesaria para su diversidad fenotípica, mientras la situación opuesta implicaría una reserva genética limitada que sugeriría una plasticidad del desarrollo en la raza.
Surgimiento de las razas
Las razas de perro han existido durante miles de años. Los romanos ya desarrollaron razas de distinto tamaño y forma. Incluso los egipcios representaron distintos tipos de perros. Estos son reconocibles y, por lo general, siguen presentes entre nosotros. El que artistas como Diego Velázquez o Pedro Pablo Rubens los representaran sin rasgos endogámicos sugiere que no habían perdido diversidad ni las razas permanecían aisladas entre sí. Esta situación parece haberse mantenido hasta mediados del siglo XIX.A pesar de ello, es posible que algunas razas de perros hubieran estado aisladas en el pasado remoto, como ocurrió con los dingos de Australia (Canis lupus dingo) y los perros cantores de Nueva Guinea (Canis lupus hallstromi) introducidos hace 6000 años, aislados y con una población fundacional pequeña, permitiendo una diferenciación genética limitada. Los perros del Nuevo Mundo, como el xoloitzcuintle, tenían origen en el Viejo Mundo, pero habían permanecido aislados durante milenios.
El efecto fundador, la selección, la endogamia y la deriva genética durante el aislamiento llevaron a la uniformización de las razas y a la diferenciación entre estas. A esto se le suma la selección relativamente reciente para crear pura razas, traducida en una menor variabilidad en el cromosoma Y debido al uso de machos como sementales para transmitir ciertos rasgos. Esto no se observa en los lobos, donde se ha mantenido los patrones de apareamiento y suelen participar un número similar de machos y hembras.
Asimismo, se ha postulado que la diferencia en el aspecto se debe a las alteraciones del desarrollo entre las razas. Con el crecimiento, los cráneos de los perros se estrechan y se alargan. Estas alteraciones limitan, retrasan o aceleran este desarrollo. Los humanos han estado implicado frecuentemente en la selección de rasgos infantiles en individos adultos. En comparación, la morfología ósea de las crías y adultos de gatos no varía tanto, demostrándose una menor diversidad entre sus razas.
Fuentes
- Ostrander, E. A., & Ruvinsky, A. (Eds.). (2012). The genetics of the dog. CABI.
- Wayne, R. K., & Ostrander, E. A. (1999). Origin, genetic diversity, and genome structure of the domestic dog. BioEssays, 21(3), 247-257.