El encuentro de Durero con los tesoros aztecas
En 1920, el artista alemán Alberto Durero viajó de Nuremberg a Amberes para encontrarse con Carlos V. Durero, entonces con 50 años, había trabajado para su abuelo Maximiliano I, que le otorgó su pensión, y necesitaba renegociarla con el nuevo emperador. Por ello dejó Nuremberg el 15 de julio de 1520 con su esposa y su criada, viajando por el Rin a través de Colonia a los Países Bajos. Durero mantuvo un registro de sus gastos y la gente y cosas que veía en su diario.
Los Países Bajos eran el centro político del imperio Habsburgo. El propio Carlos V nació y se crio en Gante, parte de su herencia de María de Borgoña. Sus territorios estaban a punto de expandirse, ya que en ese momento, al otro lado del Atlántico, los españoles habían ganado la batalla de Otumba y apenas quedaba poco más de un año para la caída de México-Tenochtitlan. Antes de que eso ocurriese, Hernán Cortés ya había mandado a Europa tesoros de este nuevo reino.
El 5 de agosto, día de San Oswaldo de Bernicia, el gremio de pintores le había organizado una cena a Durero y a sus acompañantes. A finales de ese mes llegaron los tesoros enviados por Cortés, dándose uno de los primeros encuentros entre un artista europeo y el arte americano:
Desgraciadamente, ninguno de los objetos se conservaron y fueron fundidos por su oro o plata.
Fuente: Historians are Past Caring
Los Países Bajos eran el centro político del imperio Habsburgo. El propio Carlos V nació y se crio en Gante, parte de su herencia de María de Borgoña. Sus territorios estaban a punto de expandirse, ya que en ese momento, al otro lado del Atlántico, los españoles habían ganado la batalla de Otumba y apenas quedaba poco más de un año para la caída de México-Tenochtitlan. Antes de que eso ocurriese, Hernán Cortés ya había mandado a Europa tesoros de este nuevo reino.
El 5 de agosto, día de San Oswaldo de Bernicia, el gremio de pintores le había organizado una cena a Durero y a sus acompañantes. A finales de ese mes llegaron los tesoros enviados por Cortés, dándose uno de los primeros encuentros entre un artista europeo y el arte americano:
Vi las cosas que habían sido llevadas al rey de la nueva tierra de oro, un sol completamente de oro, y una luna completamente de plata del mismo tamaño, también dos habitaciones llenas de armaduras de la gente de allí, y toda clase de armas asombrosas suyas, arneses y dardos, ropa muy extraña, mantas, y todo tipo de objetos maravillosos de uso humano, mucho más dignos de ser vistos que los prodigios. Estas cosas eran tan valiosas que están valoradas en 100 000 florines. En todos los días de mi vida no he visto nada que me alegrara tanto el corazón como estas cosas, porque entre ello he visto maravillosas obras de arte, y me maravillé por la sutil ingenuidad de los hombres de tierras extranjeras.
Desgraciadamente, ninguno de los objetos se conservaron y fueron fundidos por su oro o plata.
Fuente: Historians are Past Caring