Cuando las noticias eran literalmente un rollo

En Estados Unidos, en la década de 1930, temiendo la competencia de la radio, la prensa escrita luchó por mantener el monopolio de la transmisión de noticias, permitiéndole tan solo transmitirlas en franjas limitadas. A pesar de esto, varias estaciones de radio combatieron el monopolio con el servicio de Transradio News. En respuesta, los periódicos comenzaron a comprar estaciones de radio por todo el país. Para estos surgió la pregunta, ¿cómo combinar ambos servicios? Recurriendo al radio-facsímil o radiofax.

Los inicios

En 1846, Alexander Bain patentó el fax, que funcionaba con un péndulo que dibujaba la imagen transmitida por un cable, aunque este no fue viable comercialmente hasta que Giovanni Caselli inventó el pantelégrafo en 1860. La telegrafía sin hilos permitiría que la Radio Corporation of America (RCA) fuera un paso más allá y desarrollara el radiofacsímil o radiofax. El 29 de noviembre de 1924 se pondría a prueba transmitiendo una imagen del presidente Calvin Coolidge de Nueva York a Londres y ya en 1926 transmitían mapas meteorológicos a los barcos en el mar. En 1929 se patentó con el nombre de fotoradio a nombre de Richard H. Ranger y Charles J. Young.

La KPO, propiedad del San Francisco Chronicle, sería la radio pionera en transmitir una imagen el 22 de agosto de 1925. Elegiría a Andy Gump, uno de los protagonistas de la tira cómica The Gumps, con el mensaje "La última maravilla de la radio - imágenes a través del aire. ¿Qué nuevas maravillas nos traerá la ciencia?".

Popularización

En la década de 1930 surgieron versiones de Austin G. Cooley, John Hogan, Milton Alden, etc. Se crearon nuevas estaciones de radio, frecuentemente propiedad de periódicos locales, en varias ciudades del país para evaluar la respuesta del público. Sobre el papel, nunca mejor dicho, la idea era imparable. Se ofrecía las noticias al lector directa y, con la FM, inmediatamente en su domicilio. Si no se escuchaba bien al locutor o el oyente se había ido de la habitación, el mensaje quedaba plasmado para su lectura. Había quien temía que los periódicos pequeños no pudieran enfrentarse a esta competencia y tuvieran que reducir la frecuencia de su publicación o abandonar el negocio, debido a que abría la puerta a nuevos competidores y la inversión requerida era menor. En cambio, aquellos periódicos que manejaban este tipo de servicios no los veían como una preocupación, pues, además proporcionar una información condensada, conocían sus limitaciones.

Fueron años de experimentación a base de prueba y error donde solventar sus problemas y su integración en la frecuencia modulada. En 1939, el radiofax se presentaría por partida doble en la Exposición General de segunda categoría de Nueva York. Por una parte, William Finch y por otra la Radio Corporation of America (RCA) en colaboración con el New York Herald-Tribune. Finch ya era conocido por su "periódico parlante", un dispositivo que interpretaba unas líneas sinuosas en los márgenes del periódico y producía sonido. Ambas radios imprimían en un rollo contínuo de papel, pero el aparato de RCA lo cortaba en páginas de 21,59 cm, mientras la máquina de Finch usaba papel térmico de 12,5 cm e intentó usar papeles de colores para aumentar la legibilidad. Entre ellas también diferían los precios. El receptor de la RCA costaba 220$, mientras el de Finch se vendía por 125$, aunque había dispositivos aún menos costosos, como el "Reado" de Crosley RadioCorp. que se vendía en Macy's por 60$ u 80$, según el modelo.

Los usos eran casi ilimitados: militares, educativos, informativos, comerciales...De hecho, la famosa foto del alzamiento de la bandera en Iwo Jima se transmitió de esa forma desde Guam a Nueva York para que la publicaran miles de periódicos. Incluso a finales de la década de 1940 se redujo tanto su tamaño que los coches de Western Union lo tenían en el salpicadero.

Limitaciones

Como decía, el sistema tenía multitud de limitaciones. Para empezar, la Federación National de Comunicaciones (FCC) relegó las transmisiones de radiofax por AM de 1:00 a 6:00 porque interfería con un ruido estridente en las radios comunes. Otra limitación es que era endiabladamente lento. A esas horas, aparte de no molestar, podías dejarlo imprimiendo y tendrías unas pocas hojas cuando te levantases. Con la radio FM no existía ese problema. Las transmisiones no interferían y cada página tardaba tan solo 15 minutos en imprimirse. Es posible que los consumidores de FM desarrollaran capacidades sobrehumanas para procesar tanta información a tal velocidad.

Eso no es todo. Como pasa actualmente con las cafeteras de cápsulas, los cartuchos de tinta para impresora o, antiguamente, los cargadores para teléfonos móvil, cada modelo era compatible solo con lo suyo. Es decir, debido a la falta de estandarización, si tenías un modelo de radiofax, solo transmitiría mensajes de las estaciones de radio que usaran el mismo sistema. Afortunadamente, el gobierno actuó raudo y, gracias a los avances desarrollados durante la Segunda Guerra Mundial, decretó la interoperabilidad completa en verano de 1948. Aquí conviene señalar que ya en julio de 1944 solo quedaban tres emisoras en el país y ese mismo verano una de ellas se le estropeó el transmisor y no pudo ser reparado porque Finch estaba ocupado con trabajos militares.

Los receptores, especialmente al principio, también eran propensos a averías mecánicas frecuentes que requerían un mantenimiento constante. También había que coordinar el receptor con la transmisión, un problema especialmente importante para las radios AM, que necesitaban a sus oyentes despiertos de madrugada.

Por último, y más importante, su mayor limitación fue su acogida. Aunque en las exposiciones públicas la gente se maravillaba con la invención, rara vez lo adquirían. La razón era evidente: el coste. El precio del radiofax de RCA, ajustado a la inflacción, serían 4 028,97$; El de Finch, 2 289,19$. El papel se compraba aparte. En la máquina de John Hogan, un rollo completo costaba 4$ (73,25$) y el mensaje habitual de 4 páginas costaba 4¢ (73¢) y tardaba una hora en imprimirse. Por ese precio te podías comprar un periódico en menos tiempo y más completo, algo a tener en cuenta después de la Gran Depresión. Por ello, algunos servicios ofrecían alquileres a hoteles y tiendas, suministrándoles el papel. Además, debido a la competición entre los sistemas de la RDA y Finch por dominar el mercado y la falta de estandarización durante años, los usuarios temían malgastar el dinero en el "caballo perdedor".

Desinterés

La radio FM y la televisión mataron el interés del público por el radiofax. Sus defensores aludían que la televisión era una fuente de entretenimiento que no podía competir con la capacidad informativa del radiofax y de transmitir noticias al instante en cualquier punto del mundo. Ofrecían la capacidad de programar horarios para distribuir por temática los documentos ofrecidos. Incluso la inclusión de publicidad en los márgenes podría haber reducido el coste del papel.

En 1948, la RCA presentó el ultrafax, que permitía transmitir miles de páginas en 20 segundos y en la década de 1950 se intentó revivir el invento, pero quedó relegado al uso especializado, como para la transmisión de mapas meteorológicos.

Fuentes

  • Arceneaux, N. (2011). Radio Facsimile Newspapers of the 1930s and 40s: Electronic Publishing in the Pre-Digital Era. Journal of Broadcasting & Electronic Media, 55(3), 344-359.
  • Schneider, J. (2011, February). The Newspaper of the Air: Early Experiments with Radio Facsimile. Retrieved from http://www.theradiohistorian.org/Radiofax/newspaper_of_the_air1.htm
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