¿Cómo y por qué se empezó a fumar el tabaco? [Patrocinado]


Actualmente, el tabaco se asocia casi exclusivamente a fumar, pero ¿cómo surgió la práctica? ¿Existen distintas formas de consumirlo? ¿Cuál será su futuro?

Nexo de unión continental


Hace millones de años, surgieron en Sudamérica las plantas del género Nicotiana, que se extenderían lentamente al norte. Hace unos 12000 años, a finales de la última glaciación, los humanos domesticaron dos de sus siete especies, N. rustica y N. tabacum, en la región de los Andes, en cultivos conjuntos con otras plantas, como el maíz o los frijoles. No sería hasta el primer milenio antes de nuestra era cuando su cultivo llegó al norte de México.

Antes de la llegada de los españoles, el tabaco ya se consumía desde Alaska a la Patagonia. Entonces ya se consumía con pipas, cañas de junco y cigarros de hojas de maíz, arce u otras plantas salvajes. También se administraba como un medicamento, ya fuera masticado, chupado, aspirado, en enemas o como colirio.

Sin importar la distancia o la evolución de los pueblos americanos, el tabaco se mantuvo como un elemento común. No solo podía tener un uso recreativo, sino que tradicionalmente se conservó como un alimento para los espíritus, una forma de comunicarse con ellos. Con este fin, sus hojas se masticaban, fumaban o aspiraban, se chupaba su resina o se tomaba en infusiones junto con solanáceas del género Datura. Además, tenía una finalidad médica, pues sus hojas se usaban de cataplasma y se creía que su humo purificaba el cuerpo.

Descubrimiento europeo y nuevos métodos de consumo


En el primer viaje de Colón, sus hombres pudieron ver como los taínos consumían las hojas de tabaco, pero sería Juan de Grijalva, el líder de la expedición a Yucatán y el golfo de México en 1518, quien aceptaría por primera vez el tabaco como ofrenda en forma de puro o en pipa. Bastaron menos de dos décadas para que Gonzalo Fernández de Oviedo mencionara su uso en cristianos en Historia general de las indias (1535) y lo condenara como un vicio pagano que permitía a los indios hablar con el Diablo.

Aunque al principio estaban más preocupados por los sacrificios humanos y la idolatría, en 1556, viendo la prevalencia de tal práctica, en el sínodo de Santa Fé en Colombia se prohibió su cultivo y uso. Como publicaba Hernando Ruiz de Alarcón en Tratado de las supersticiones y costumbres gentilicias que hoy viven entre los indios naturales de esta Nueva España, su utilización estaba tan extendida que se usaban en el parto, para tratar enfermedades, para librarse de los hormigueros en los cultivos, además de rituales en la tala, pesca, caza, robos, viajes largos y para alejar la desgracia de las nuevas casas. Es más, la élite colonial y los españoles en la península también lo consumían. Durante el siglo XVII, las tabacerías españolas fueron las responsables de crear los puros, con hojas secas de palmera o maíz como lo sik’ar mayas, para el resto de Europa

A pesar de su rechazo, las iglesias católicas y protestantes no condenaron firmemente el tabaco y se limitaron a evitar que su consumo interfiriera en los actos religiosos, ya fuera por afectar a la transustanciación o por ensuciar las dependencias eclesiásticas. No obstante, al mismo tiempo que rechazaban su abuso, también se beneficiaban de los impuestos sobre el tabaco y en 1655, menos de un siglo después de que el nuncio Prospero Pubblicola Santacroce introdujera el tabaco en Italia, los estados papales tenían su monopolio. Las iglesias protestantes y anglicanas en Norteamérica también hicieron lo mismo, pero sin tanto éxito. Por otra parte, los jesuitas parecen ser los responsables de llevar el tabaco a la corte del emperador mogol Akbar, cuyo médico habría inventado la pipa de agua en la India.

Pero no solo prosperó el tabaco para fumar, ya sea en puro, cachimba o pipa, la forma más primitiva, sino también como tabaco de mascar y el rapé. Debemos tener en cuenta que hasta mediados del siglo XIX no se inventaron las cerillas o fósforos, por lo que estas eran las formas preferidas de consumo por la clase alta de los siglos XVII y XVIII. En Europa, lo habitual era el rapé, tabaco en polvo que se aspiraba por las vías nasales. Tan popular era su uso que bautizó el término "tabaquera anatómica", una zona triangular de la muñeca delimitada por los tendones de los extensores largo y corto del pulgar y la apófisis estiloides del radio, donde se colocaba el rapé para aspirar. Por otra parte, el tabaco de mascar era habitual entre los americanos descendientes de europeos, que podían consumirlo mientras trabajaban.


Los cigarrillos fueron la invención más tardía, surgiendo en España y Portugal de los restos de los puros en el siglo XVII. Entonces ofrecían la ventaja de consumirse rápidamente y no necesitar ninguna herramienta especial por lo que, igual que el tabaco de mascar, podía tomarse trabajando y sin ensuciar la ropa. El perfeccionamiento en su elaboración y su producción en masa durante el siglo XIX permitieron que sus ventas se elevaran mundialmente.

En el siglo XXI, ante el descenso generalizado del consumo de tabaco y las restricciones sanitarias en lugares públicos, el vapeo con los cigarrillos electrónicos surgió como una práctica alternativa que evitaba perjuicios, como la adicción a la nicotina, pero mantenía los aspectos psicológicos y sociales que disfrutaban los fumadores. Es por ello que se ha utilizado como medio para abandonar el consumo de tabaco, dificultando las recaídas, especialmente en aquellos que, acostumbrados a esta nueva práctica, son capaces de experimentar rechazo por el sabor del tabaco.

Fuentes

  • Goodman, J. (2005). Tobacco in history: The cultures of dependence. Routledge.
  • Notley, C., Ward, E., Dawkins, L., Holland, R., & Jakes, S. (2019). Vaping as an alternative to smoking relapse following brief lapse. Drug and alcohol review, 38(1), 68-75.
Siguiente entrada Entrada anterior
No Comment
Añadir comentario
comment url

Libre para donar o aceptar cookies