¿Por qué Jesús se enfada con una higuera?


En la Biblia, Jesús suele ser un tipo tranquilo que promueve la paz y el perdón, pero hay dos ocasiones donde muestra su ira. La más conocida y comprensible es cuando expulsa a los mercaderes del templo (Marcos 11:15-18; Mateo 21:12-13), mientras la otra ocurre cuando se enfada con una higuera y la seca porque no tiene fruto, ya que no es época de higos (Marcos 11:12-14, 20-26; Mateo 21:18-21). Jesús se encontraba con el estómago vacío, pero ¿esto justificaba sus acciones?

Interpretaciones incompletas


Dado que el suceso ocurre unos días antes de la Pascua judía, en primavera, y la temporada de higos en Israel ocurriría entre verano y otoño, la respuesta de Jesús parece desproporcionada e incoherente. Para justificar su comportamiento, se ha argumentado que buscaba higos de invierno, los primeros brotes comestibles o se decepcionó al no encontrar más que hojas. A pesar de esto, resulta más desconcertante que considere la frase "¡Nunca jamás coma nadie de tu fruto!" una oración respondida por Dios en vez de una maldición.

La interpretación literal, en donde simplemente demuestra el poder de la fe, no tendría sentido en el evangelio de Marcos donde, a diferencia del evangelio de Mateo donde el episodio de la higuera y el templo son consecutivos, los sucesos del templo se intercalan entre los de la higuera. Esto implica que ambos episodios están posiblemente relacionados. Por ello, se razona que simboliza el destino del templo de Jerusalén o la nación judía. Dado que, en el Antiguo Testamento y en algunas tradiciones judías, se relaciona la producción abundante de las plantas con la época mesiánica, también se ha interpretado que la higuera se secó al no recibir adecuadamente a Jesús con frutos. De esta manera, se representa el castigo que debían sufrir el pueblo judío o sus instituciones religiosas. El problema de esta lectura es que no explica por qué se presenta como consecuencia de la oración.

Metáfora recurrente

Este episodio tiene un eco de la parábola de la higuera (Lucas 13: 6–9), donde se da la oportunidad a la higuera de dar fruto abonándola, permitiendo ocupar la tierra con otro bien si no produce nada. En el Antiguo Testamento, la parábola de la viña (Isaías 5:1–7) tiene un final similar, comparándose más explícitamente a Dios como el granjero y al pueblo de Israel como su cultivo, dejándolo sin sus cuidados al no recibir a cambio una cosecha satisfactoria. Tanto en el resto del capítulo como en Ezequiel 19:10-14 se refiere concretamente a los poderosos, señalando a los príncipes de Israel como las vides (Ezequiel 19:1).


Esta comparación se extiende más allá de la Biblia y se usa para quienes no cumplen las expectativas, a pesar de poseer lo necesario para ello. En El relato de Ahiqar, el sobrino de Ahiqar, a quien adoptó, pide perdón por planear matarlo. Ahiqar señala metafóricamente que está obligado a cortarlo como el árbol que no daba fruto pese a estar junto al agua. Aunque su sobrino responde que lo transplante y lo corte si entonces no da fruto, Ahiqar concluye que, si no dio fruto junto al agua, cómo puede esperar que lo haga en otra parte.

Acusación implícita

En relación con Israel, a pesar de contar con el privilegio de ser el pueblo elegido por Dios, los judíos se despojaron de este amor, fidelidad y confianza en numerosas ocasiones (Números 24:5–6; Isaías 5:1–7; 27:2–5; Jeremías 2:3, 21; 11:15–17; 12:10; Ezequiel 17:1–8, 22–23; 19:10–14; Oseas 9:10; 10:1; 14:6–7; Salmos 80:8–16). Esta comparación de los fieles con un árbol que debe dar fruto se mantiene en el Nuevo Testamento (Romanos 7:4-5; 2 Corintios 9:10; Gálatas 6:7-9; Filipenses 1:11; Santiago 3:18). Así, como se indica en la parábola de la cizaña, se juzgará a los justos y pecadores, recibiendo el trato que merecen en la cosecha.

De esta forma, al maldecir una higuera que no había producido higos porque aún no era su época, el público original de los evangelios habría entendido que era una condena a un grupo importante moralmente inadecuado, pronunciada sin esperar al juicio. Como la metáfora se usa para referirse a personas, no puede ser un símbolo del propio templo.


El suceso de la higuera, que ocurrió antes de expulsar a los mercaderes del templo, siguió a los momentos en los que Jesús lloró al ver Jerusalén y entró triunfalmente sobre un burro, un símbolo de que llegaba de manera pacífica. A su llegada, visita el templo una primera vez antes de volver a Betania porque era tarde. Por lo tanto, cuando regresa de Betania y se encuentra la higuera, ya sería consciente de la situación. Por esta razón, su mención del templo como un lugar de oración (Isaías 56:7) y una cueva de ladrones (Jeremías 7:11) aludía directamente a los sacerdotes principales y escribas. Estas acusaciones partían de la prohibición de realizar sacrificios fuera del templo, ya que debían ser inspeccionadas en busca de imperfecciones y compradas allí mismo, como señala Filón de Alejandría en De specialibus legibus. Los pobres podían traer aves o verduras para intercambiarlos por mejores ofrendas, por lo que la disrupción de Jesús evitó que se llevaran a cabo los sacrificios. Al expulsar a los cambiadores de monedas, afectó a la contribución anual para el mantenimiento del templo, que debía pagarse en siclos tirios de plata y por la que los pobres, que no disponían de esta moneda, debían pagar un extra para obtenerla.

En consecuencia, rechazaba que se comercializara la piedad del pueblo, especialmente al afectar a los pobres. Esta misma condena a los fariseos, hipócritas cuyas acciones van en contra de la fe de la que presumen, está presente en otros textos (Marcos 7:9–13; 12:40-44). Por lo tanto, cuando ven la higuera seca y les comunica que la fe puede mover montañas y arrojarlas al mar, en ese caso, puede referirse al monte donde se sitúa el templo. De este modo, al haber recurrido a una oración y no una maldición, indica que deben dejar estos asuntos en manos de Dios y que su acción como personas sea perdonar para que, llegado el momento, ellos también sean perdonados. Por consiguiente, les ofrecía el perdón de los pecados sin templo, sacerdotes ni sacrificios. Tan solo debían ser capaces de perdonar.

Fuente

  • Miquel, E. (2015). The Impatient Jesus and the Fig Tree: Marcan Disguised Discourse against the Temple. Biblical theology bulletin, 45(3), 144-154.

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2 Comments
  • r.
    r. 5 de mayo de 2022, 12:09

    Además de eso: hay que servir al Señor cuando te lo pide, no solo aunque te cueste, incluso si materialmente ves que no puedes. Por cierto, ¿has hecho hoy tus oraciones?

    • TDI
      TDI 5 de mayo de 2022, 12:26

      Las de análisis sintáctico :D . No soy creyente.

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