Si las aves son dinosaurios, ¿por qué no tienen pelvis de ave?


Los dinosaurios no se extinguieron completamente. Las aves modernas (Neornithes) provienen de ellos y cada vez nos damos cuenta de que muchos no son tan diferentes, presentando plumas o una posición de las extremidades superiores similar a la de la alas. Si tenemos en cuenta que los dinosaurios se clasifican en dos grandes grupos, Saurischia ("cadera de lagarto") y Ornithischia ("cadera de ave") según su pelvis, pensaremos que las aves surgieron del segundo grupo, pero estaríamos equivocados.

Una clasificación definitiva

En los inicios de la paleontología, había distintas clasificaciones de la increible variedad de criaturas encontradas en los fósiles. Estas atendían a características físicas, como los dientes o las extremidades, pero ninguna clasificación era universal. En 1887, Harry Govier Seeley logró crear una clasificación que sirviera para todas esas criaturas y fuera ampliamente adoptada, en vez de convertirse en una mera competidora de las demás. De esta manera, situaría a terópodos y saurópodos entre aquellos con cadera de lagarto (Saurischia) y al resto entre aquellos con cadera de ave (Ornithischia). Los saurisquios eran aquellos cuyo hueso púbico se proyectaba anteriormente, mientras en los ornitisquios lo hacía posteriormente, como en las aves. Esta observación no atendía a que creyera que los lagartos y aves tuvieran origen en estas divisiones, sino que simplemente tenían características comunes.

Grupos crecientes

Desde entonces hasta la actualidad, el conocimiento sobre los dinosaurios ha aumentado tanto como su número de especies identificadas. Aunque la clasificación se mantiene, se sabe que la variedad en los huesos de la pelvis es mayor de la que se conocía entonces. Por eso, su identificación responde a rasgos adicionales relacionados con la forma de vida de los especímenes. En el caso de los ornitisquios, dado que son herbívoros, tienen rasgos que se adaptan a un vientre de mayor tamaño, donde alojar el tubo digestivo, necesariamente más largo. Este es así tanto para alojar las suficiente materia para sustentar sus exigencias energéticas como para poder digerirla apropiadamente. 

Por otra parte, las características de la pelvis de los saurisquios no son únicas a terópodos y saurópodos, sino que sobreviven en cocodrilos y, obviamente, los lagartos, entre otros reptiles. Ahora se sabe que los saurisquios, que incluyen tanto a herbívoros como carnívoros, comparten rasgos comunes en el cuello, con vértebras más largas con epipófisis en toda la columna, y las extremidades con manos más largas y pies compactos.

Aunque Thomas Henry Huxley ya propuso que las aves descendían de los terópodos en la década de 1860, siguiendo la publicación de El origen de las especies de Charles Darwin y el descubrimiento del Archaeopteryx, similar al Compsognathus descubierto en el mismo lecho, el público no supo ver la conexión. Esta idea no resurgiría hasta un siglo después. Desde entonces, las semejanzas entre las aves y pequeños terópodos, como dromaeosáuridos y troodóntidos, se han encontrado en las características óseas, las plumas, los tejidos blandos, comportamientos e incluso en moléculas conservadas. Aunque las aves modernas son saurisquios y terópodos como sus ancestros, carecen de la característica definitoria establecida inicialmente, pues han sobrevivido a millones de años de cambios y su pelvis se adaptado con ellas. Por otra parte, reptiles como los cocodrilos poseen pelvis similares a los saurisquios. Ambos casos son producto de la evolución convergente, donde especies no necesariamente relacionadas desarrollan herramientas similares con un mismo fin.

Fuente

  • Brusatte, S. L. (2012). Dinosaur paleobiology. John Wiley & Sons.

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