Las tabernas de Mesopotamia, lugares de magia, diversión y conflicto
Seguramente, las tabernas de Mesopotamia en los milenios previos a nuestra era no estén entre tus pensamientos habituales, y tiene sentido. Sin embargo, si te dijera que un tipo bastante común de tablillas de protección mágica incluía escenas de sexo en una taberna, entonces te preguntarás qué tienen de especial. Estos locales gozaban de mala fama, pero también servían cerveza, considerado un signo de civilización. Por lo tanto, son comercios de contraste, donde se juntaban lo mejor y peor de la sociedad.
Negocio antiquísimo
Hay pruebas de la existencia de tabernas ya en los textos de Ebla del siglo XXIV a.C. y en los códigos de Ur-Nammu de la Tercera Dinastía de Ur (c. 2112- c. 2004 a.C.). Hasta el primer milenio antes de nuestra era, siguen apareciendo menciones a las tabernas y los taberneros en los textos legales, las remisiones de deudas para estabilizar la economía, documentos administrativos y los concernientes a las buenas prácticas del mantenimiento de la taberna.
Venta de cerveza
En la Epopeya de Gilgamesh, el salvaje Enkidu fue transformado en hombre en una taberna, ya que la cerveza en ella servida era un símbolo de la civilización:
Pan dispusieron ante él; Se atragantó, boqueó y abrió mucho los ojos. Nada sabe Enkidu de comer manjares; A apurar la cerveza no le habían enseñado. La harimtu abrió la boca, diciendo a Enkidu: "Come el pan, Enkidu, porque es deber de vida; Consume la cerveza, porque es costumbre de la tierra"- Enkidu comió el pan, hasta que se hubo saciado; De cerveza apuró siete copas. Despreocupado se hizo su talante, estaba cantando, su corazón exultó y su cara resplandeció. El barbero trató su cuerpo tan peludo, se ungió a sí mismo con aceite y se hizo humano".
Epopeya de Gilgamesh. II.III.85-109
La elaboración de esta cerveza nos ha llegado, entre otros, a través del Himno de Ninkasi, la diosa de la misma, donde empleaban cebada. Según las proporciones de los ingredientes y el tiempo de fermentación, las propiedades de esta variaban y, en el periodo neobabilónico, podían hacerla a partir de dátiles. Al respecto, conviene señalar que la cerveza de la época era más pastosa, bebiéndose con pajitas.
En las tabernas, se podía consumir tanto cerveza elaborada en el local como de importación, si existía algún acuerdo con comerciantes extranjeros. Estos también podían traer vino de occidente. Las leyes de Ešnunna regulaban estos intercambios para que a nadie le dieran gato por liebre, especialmente cuando los taberneros se aprovechaban de la candidez del visitante para pagar por debajo del valor real. Sus malas prácticas también les obligaron a aceptar los precios regulados localmente en siclos de plata o en granos de cebada, pues se podía pagar de ambas formas. Los beneficios para los taberneros no se limitaban a la venta al cliente, sino que secaban las lías, el poso de la cerveza con la levadura muerta, para vendérselas a los ganaderos para alimentar a los animales, especialmente los cerdos, que solían mantenerse cerca de las tabernas. Por otra parte, los taberneros podían actuar como prestamistas de grano, ofreciendo en tiempos se necesidad a cambio de parte de una cosecha futura.
Las tabernas poseían un suministro de grano a cambio del impuesto nēmettum anual que pagaban a palacio real. De esta manera, la venta de cerveza se mantenía y el palacio recibía financiación.
Mala fama
Las leyes al respecto nos indican que eran dados a la picaresca, por lo que fue necesario tanto estandarizar los pesos y medidas como castigar mediante el ahogamiento a quienes defraudaran a comerciantes y clientes ingenuos. Aunque podían aceptar pago en metálico o en especie, tenían prohibido recibirlo de esclavos, pues se consideraba que podía ser robado, aunque algunos taberneros deshonestos podían hacer la vista gorda para sacar beneficios.
Por otra parte, las tabernas solían estar en las afueras de las ciudades, en el campo, los cruces o los canales, es decir, en los límites de la civilización, como el establecimiento de Šiduri, la tabernera velada que llora la muerte de Enkidu en la Epopeya de Gilgamesh. Esta situación límite se reflejaba en sus clientes, que incluían tanto viajeros como a criminales. En consecuencia, eran un lugar donde socializar y divertirse que podía convertirse en una zona de reyertas y conspiraciones. No obstante, esta reputación no impedía que personas de rangos importantes las frecuentaran sin problemas.
La condena a la hoguera mencionada en el Código de Hammurabi a las sacerdotisas nadītum y ugbabtum que abrieran este tipo de negocios o bebieran en ellos ha sugerido la posible presencia de prostitutas, pues estas sacerdotisas tenían prohibido tener hijos y su presencia aquí podía confundirlas con ellas. El requisito de camas en un inventario del periodo persa o las escenas de sexo en el establecimiento en las tablillas protectoras apoyan esta hipótesis. No obstante, se ha interpretado que la magia que emanaban los tanques arriesgaba a corromper la purificación ritual de las sacerdotisas y que se las quemaba ritualmente para purificarlas de nuevo.
Magia
Para los pueblos de Mesopotamia, las posiciones y momentos límite que separaban dos espacios o etapas tenían un increíble poder mágico. Por eso, las puertas o las camas, donde se nacía, se soñaba, procreaba y se moría eran lugares que conectaban distintos puntos. La posición limítrofe de las tabernas también contaba, pero la fermentación que transformaba la bebida tenía una magia que podríamos comparar a la de una bruja en un caldero. Para aprovechar este poder, se hacían rituales de exorcismo tocando los tanques, sus soportes, las puertas y pernos; se recitaban oraciones y se derramaban libaciones de cerveza para los dioses. En otros rituales, el paciente debía pasar por una taberna y hablar con los clientes antes de llegar a su casa.
Fuentes
- Langlois, A. I. (2016). The female tavern-keeper in Mesopotamia: some aspects of daily life. In Women in Antiquity (pp. 149-161). Routledge.
- De Graef, K. (2018). In Taberna Quando Sumus On Taverns, Nadītum Women, and the Gagûm in Old Babylonian Sippar. Gender and Methodology in the Ancient Near East: Approaches from Assyriology and Beyond, 77-115.