Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos descubrió que tenía sodio de sobra y que nadie quería, así que el 13 de enero de 1947 vertieron 10 toneladas al lago Lenore. Por entonces no había riesgo de que uno de los barriles, de 1750 kg, provocara una lluvia de peces, ya que por entonces no había ninguno.