La singular vida de la orquídea subterranea
Bella y extraña, la Rhizanthella gardneri es una especie de orquídea en peligro de extinción del estado de Australia Occidental que pasa todo su ciclo vital bajo tierra. Es un parásito, extrayendo sustento de una especie de hongo que vive simbióticamente con las raíces del arbusto escoba (Melaleuca uncinata) en el interior de Australia Occidental. A pesar de haber perdido la habilidad de fotosintetizar su propio alimento, esta orquídea subterránea aún conserva sus cloroplastos - orgánulos celulares con sus propios genes presentes en la mayoría de las plantas y que sirven para realizar la fotosíntesis. Rhizanthella gardneri es la planta con menos genes para los cloroplastos, que además no están implicados en la fotosíntesis. Esos genes restantes y su funciones pueden proporcionar una nueva visión de los procesos fundamentales en la vida de las plantas.
Esta inusual orquídea se encuentra en estado crítico de extinción, con solo 50 plantas conocidas en estado silvestre, localizadas en cinco lugares de Australia Occidental. Por su rareza, su ubicación es un secreto. Son muy difíciles de encontrar. El profesor Mark Brundrett de la Wheatbelt Orchid Rescue Project dijo en un comunicado de prensa:
¡Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir ya que a veces se requieren horas de búsqueda bajo los arbustos sobre las manos y rodillas para encontrar tan solo una orquídea subterránea!
Rhizanthella gardneri lleva una vida muy peculiar. La planta pasa todo su ciclo de crecimiento bajo tierra; incluso cuando florece, lo hace varios centímetros bajo la superficie. A diferencia de otras plantas, esta orquídea no fotosintetiza su propio alimento, sino que ha evolucionado para tener una relación parasitaria con un hongo asociado con las raíces del arbusto escoba. (Ciertos tipos de hongos viven simbióticamente con algunos tipos de plantas - el hongo proporciona a la planta nutrientes minerales y agua, y a cambio, la planta le proporciona carbohidratos fotosintetizados). El Dr. Etienne Delannoy, autor principal del artículo científico sobre la Rhizanthella gardneri publicado en Molecular Biology and Evolution, dijo en EarthSky:
Sí, ¡realmente es una planta extraordinaria! Por ejemplo, hay una relación muy estrecha entre la orquídea, el hongo y el arbusto escoba, hasta tal punto que las semillas de la orquídea solo pueden germinar cuando son infectadas por este hongo particular, siempre y cuando el hongo esté micorrizando [viviendo en simbiosis con] el arbusto escoba. Las semillas son carnosas, lo que es único en las orquídeas. Las ratas se la pueden comer y aún así germinar.
Mientras que la inusual vida de esta orquídea realmente captura la imaginación, guarda otro secreto, en el fondo de sus células.
La fotosíntesis es el proceso con el que las plantas usa la luz solar para convertir el agua y el dióxido de carbono en oxígeno y azúcares. Esto se realiza en los cloroplastos - orgánulos de las células vegetales que les da su color verde. Los orgánulos son sub-unidades presentes en las células y con una función específica. Los cloroplastos además contienen su propio ADN. Los científicos postulan que los cloroplastos se originaron a partir de microbios fotosintéticos autónomos llamados cianobacterias que se incorporaron a las células que finalmente se convertirían en plantas. Durante el curso de la evolución, algunos de los genes de las cianobacterias en los cloroplastos se perdieron o exportaron al núcleo de las células vegetales.
La mayoría de plantas y algas tienen 110 genes en sus cloroplastos, pero no todos están codificados para la fotosíntesis. La clasificación de las funciones de esos genes ha sido difícil de hacer en plantas fotosintétizadoras. Pero las células de la orquídea subterránea no fotosintetizadora aún mantienen sus cloroplastos, y esos cloroplastos solo contienen genes que codifican para funciones distintas a la fotosíntesis. El Dr. Delannoy y su equipo secuenciaron el genoma de los cloroplastos de la Rhizanthella gardneri y encontraron que solo tenía 37 genes, el menor conocido en las plantas. Esos 37 genes contenían instrucciones para sintetizar cuatro importantes proteínas vegetales. Este descubrimiento ha proporcionado un significativo paso adelante hacia el entendimiento del propósito de los cloroplastos en las células vegetales, y podría ayudar a los científicos a entender la evolución y las funciones de otros orgánulos celulares.
Fuente: EarthSky