Los tiburones, las "musas" de la serie B

Pescador pesca un tiburón
Últimamente los zombis y los vampiros aparecen prácticamente en todos los medios: cine, videojuegos, cómics, libros, etc. Sin embargo, ya no dominan el género de cine que los vio crecer: la serie B.

Hoy en día, el rey indiscutible de las películas de bajo presupuesto es el tiburón. Si ya de por sí el tema de animales o cosas que se vuelven locos y buscan destruir a la humanidad es muy frecuente (Incluso se podrían incluir a los zombis aquí), el de los tiburones asesinos es más común porque, aunque en menor grado, en la realidad también pueden atacar a los humanos, por lo que así parecen más..."realistas".

Sin embargo, por muy poco que cueste hacer la película, se supone busca rentabilidad.  Tiburón (Jaws) fue un gran éxito, pero sus secuelas no lo fueron tanto, ya que ni sumando sus recaudaciones conseguían superar a la original. Así que la idea de repetir la temática de "tiburón que se come a bañistas", en principio, quedaría descartada para todo aquel que quisiera aprovecharse de la fama del temible escualo.

Aquí es donde se ponen a trabajar las mentes detrás de las producciones que van directas a VHS y DVD. De esta manera, lo cambiarían mil veces de hábitat, de tamaño o incluso lo cruzarían con otras especies para crear la perfecta máquina de matar y recaudar dinero. Su objetivo sería siempre el mismo: el control de la población humana a través de sanguinarios asesinatos. Como suele pasar en la serie B, llega el punto en el que está todo hecho y hay que recurrir a situaciones disparatadas para conseguir la atención del espectador. Esto hace que las películas de tiburones se agrupen en las dos categorías descritas a continuación.

Cambios de hábitat

Los tiburones se han adaptado para ocupar cualquier tipo de ecosistema. Y cuando digo cualquier tipo me refiero a todos. Nada puede truncar su meta homicida. En Tiburón del pantano (2011), se adentran en los pantanos, quitándole al aligátor el puesto de rey de la cadena alimentaria, mientras que en Tiburones bajo tierra (2011) empiezan a abandonar el medio acuático para atacar a los bañistas donde creen estar más seguros: en la orilla. Pero como todos sabemos, una dieta variada es más sana, por lo que, hartos de comer bañadores e implantes de silicona, los tiburones se van a la montaña, como podemos ver tanto en Snow Shark: Ancient Snow Beast (2012) como en Avalanche Shark (2013).

Sin duda, una vez han pasado por mar y tierra, toca que lleguen al aire. En Sharknado (2013) llegan a la ciudad gracias a los vientos de un potente huracán, dejando indefenso a cualquiera, sin importar donde se encuentre. Todo por cortesía de Syfy. La broma continúa en Sharknado: The second one (2014) y Sharknado 3: Oh hell no! (2015), tornándose cansina en Sharknado: The 4th awakens (2016), Sharknado 5: Global Swarming (2017) y Sharknado 6 (2018).

Querría hacer mención especial a Tiburones en Venecia (2008), cuyo título ya describe perfectamente qué la hace especial.

Cambios corporales


Cuanto más grandes, mejor. Si un tiburón estándar es peligroso, por pura lógica, uno 10 veces más grande debe ser proporcionalmente más sanguinario. Siguiendo esta premisa, aunque el concepto del combate de bestias colosales no era nuevo, se presentó Mega Shark Vs. Giant Octopus, que consiguió sorprender con sus escenas absurdas generadas por ordenador.

Super Shark (2011) también nos enseñó otro tiburón gigante capaz de derribar aviones, pero a diferencia de los escualos de Tiburones bajo tierra, no necesitaba ir bajo esta para atacar a la gente de la playa, sino que le basta con deslizarse sobre ella. Gracias a esto podía enfrentarse a un inestable tanque cuadrúpedo.

Pero el tamaño no lo es todo. Si ya hemos visto que un tiburón y un calamar gigante pueden ocasionar incontables daños materiales y personales, su híbrido también. Sharktopus (2010) se presentaba como un arma del ejército que se descontrola para iniciar una sangría veraniega. El resto del argumento sigue el esquema habitual de las películas de animales homicidas. Sus secuelas siguen la estela del megatiburón y lo enfrentan a otra criatura: Sharktopus vs. Pteracuda (2014) y Sharktopus vs. Whalewolf (2015).

En El ataque del tiburón de dos cabezas (2012), un grupo de jóvenes (y Carmen Electra) se ven obligados a desembarcar en un atolón para no hundirse junto a su barco, pero si estuvieran a salvo, no habría película. De esta manera, el tiburón gigante bicéfalo se las ingenia para montarse un festín. Al menos, hasta que tan solo quede la parejita feliz y traumatizada. Como es tradición, le siguieron dos secuelas: El ataque del tiburón de tres cabezas (2015) y El ataque del tiburón de cinco cabezas (2017).

Tras Dinocroc (2004), Roger Corman recupera a la bestia de Up from the depths (1979) en Dinoshark (2010). Como las bestias de Mega Shark Vs. Giant Octopus, Dinoshark es liberado del hielo ártico debido al calentamiento global. Varios años después, cuando ya ha crecido, comienza su matanza.

Por último, aunque no entre en esta categoría, dejo a Jersey Shore Shark Attack (2012), en la que unas perforaciones ilegales liberan a un grupo de lamias albinas antropófagas. El grupo protagonista está formado por guidos y guidettes, como los popularizados en el programa Jersey Shore, que se enfrentarán a los tiburones luciendo mucho músculo y pocas neuronas.
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1 Comments
  • Unknown
    Unknown 19 de enero de 2014, 23:34

    ok... la franquicia de cine no tiene mas ideas y ahora le agrega super habilidades a los animales, casi imposibles de matar, y el final, siempre de manera patética!!
    Me quedo con los tontos zombies y vampiros actuales, de ellos si sabemos q no existen, solo tenemos q preocuparnos de burlarnos de ellos, no tener que tratar de mentalizar aquellas ideas!

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