Los científicos que orinaban plutonio

En 1951 se formó un inusual y exclusivo club para aquellos que trabajaron en el laboratorio nacional de Los Alamos. Se llamó UPPU y entre sus filas se encontraban miembros del proyecto Manhattan. No es un club muy grande, ya que a mediados de los 90 solo se habían unido 26 personas, lo que muestra la dificultad para entrar en él. Su pertenencia tampoco acarrea muchos beneficios. Para ingresar en él solo hay que exponerse a una alta dosis de plutonio y ser monitorizados durante el resto de sus vidas. La dosis administrada es la necesaria para acabar orinando plutonio.


Dos de sus miembros, Nick Dallas y Ted Magel, llegaron a Los Alamos en 1944. Para entonces, el proyecto Manhattan aún tenía que manufacturar el plutonio necesario para la bomba atómica. Su objetivo era mejorar los métodos y condiciones de trabajo en el laboratorio de metalurgia, descubriendo en poco tiempo como refinar y producir plutonio a demanda.

Después de semanas de trabajo, mientras trataba con plutonio en la caja de guantes, Magel se atravesó accidentalmente el guante con una aguja. Los médicos lo llevaron rápidamente al hospital para extraerle todo el material radiactivo, pero no pudieron eliminarlo todo. Más tarde Dallas y Magel inhalaron una cantidad significativa de polvo de plutonio.

Desde entonces pertenecen al club UPPU y son monitorizados durante el resto de sus vidas. Cada año debían mandar al laboratorio de Los Alamos un galón (3,7854 litros) de orina de un periodo de 24 horas para que puedan medir el contenido de plutonio.

Aunque lo más conocido del plutonio es su toxicidad y peligro, durante los últimos 50 años a los miembros del club UPPU les ha ido relativamente bien si se compara con las medias nacionales. De los 26 originales, solo habían muerto 7 en 1990. Otros fueron muriendo más tarde, como Dallas en el 2007 y Magel en el 2008. De los fallecidos, uno murió de cáncer de pulmón, y otros dos lo tenían al morir, aunque lo hicieron por otras causas. En la época, 17 de los 26 eran fumadores. Otro murió por una enfermedad del corazón, y otros por accidentes de tráfico. La mortalidad fue un 50% menor que la media nacional. Aunque eso no quita que el plutonio siga siendo peligroso. Uno de los supervivientes, Bill Gibson, sigue vivo con 74 años, y, según él, podría seguir así durante mucho tiempo más.

Fueron afortunados. No solo por trabajar en un proyecto histórico sino en sobrevivir sin consecuencias negativas. Otros grupos, como las chicas del radio, no tuvieron tanta suerte.

Fuente:War is boring
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