Esta pregunta cumple la ley de los titulares de Betteridge: puede ser respondido con un no. Aún así, te encontrarás esporádicamente con artículos sobre lo adictivo que es el queso. Generalmente atribuyen esta capacidad a las casomorfinas, un tipo de péptidos que son producto de la digestión de la caseina presente en productos lácteos. Sin embargo, hay que hacer ciertas consideraciones: si realmente esos péptidos actúan como opiaceos, si estas sustancias pasan las barreras necesarias para que actúen en nuestro organismo y si hay suficiente cantidad para que produzca efecto. En líneas generales, estos requisitos se pueden aplicar a cualquier elemento. Aunque no sirve para dar una conclusión, ni de lejos, definitiva, en un entorno cotidiano podríamos valernos de la experiencia: ¿comer queso te produce adicción? En caso afirmativo, ¿sería por las casomorfinas?