Seguro que la mayoría no os lo habéis preguntado tanto como la similitud entre la
i mayúscula y la L minúscula, pero si estais aprendiendo o ya conoces un idioma donde se use el alfabeto cirílico, quizás te hayas dado cuenta que la cursiva de la letra minúscula т, es decir,
т, es idéntica a nuestra
m. Son homoglifas, tienen la misma representación gráfica. Aunque es equivalente a T latina, también deriva de la griega tau y comparte el sonido /t/, en cambio, tiene el sonido /tʲ/ cuando va seguida de ь o las vocales palatizadas.
Ahora bien, si tiene relación con la T latina, ¿por qué se convierte en una especie de m cuando la minúscula es cursiva? La mayúscula cambia lo mismo que cualquier otra cursiva: Т,
Т, en cambio, como hemos visto, la minúscula es т,
т. Si aún no sabéis a qué me refiero, advierto que en algunos navegadores (p.ej: Mozilla Firefox) no se ve la transformación y se ve una т inclinada. No obstante, me parece que en la imagen principal de la entrada es bien visible.
Evolución histórica
En este caso, como en el anterior, la clave está en la caligrafía. Para situarnos, hay que señalar que el alfabeto cirílico fue inventado en el siglo X por Clemente de Ocrida (Kliment Ohridski), pupilo de los hermanos Cirilo y Metódico, en Preslav, capital del Primer Imperio Búlgaro. Se basa en el alfabeto griego con incorporaciones del glagolítico de sus maestros y sonidos eslavos.
|
Texto en semiuncial |
Al principio se usó la caligrafía uncial (устав,
ustav) caracterizado por sus letras verticales escritas cuidadosamente con el mismo tamaño y apenas ligaduras, inscripciones, contracciones o abreviaturas. Conforme pasó el tiempo se desarrolló en el estilo más informal, el semiuncial (Полуустав,
polu-ustav), usado en Rusia de los siglos XIV al XVIII. Ahora las letras se curvaban, estrechaban y elongaban, escribiéndose con ligaduras frecuentes, diacríticos y tildes junto con más abreviaturas y contracciones. En este estilo ya se podía ver como tanto las versiones mayúsculas como minúsculas de la Т tenían unos largos remates descendentes que, en ocasiones, alcanzaban la base de la letra, recordando a una ш invertida.
|
En las escuelas rusas se enseña a realizar así la cursiva, aunque como adulto puedan hacer a ambas como nuestra T cursiva |
Los tipos móviles de las imprentas en los pueblos eslavos orientales del siglo XVI en adelante se basaban en este estilo, con variaciones como letras griegas adicionales o nuevas formas, intentando imitar el
renacimiento que experimentó el resto de Europa. Estos cambios llegaban antes a la región de Rutenia (Bielorrusia y Ucrania) que a Moscú, donde los pocos libros publicados en escritura histórica de cancillería real lo hacían con una mezcla de semiuncial y una cursiva más reciente (скоропись,
skoropis, "taquigrafía" o "cursiva").
|
Abecedario de Karion Istomin |
En 1691, Karion Istomin publicaría su
Abecedario (Буква́рь), que entregaría a la Natalia Kirílovna Narýshkina, esposa del difunto zar Alejo I y madre de Pedro I, y a
Praskovya Fedorovna, esposa de Iván V, al año siguiente. En 1694 compiló 44 placas grabadas por Leontii Bunin de la Armería de Moscú y las imprimió en la Imprenta de Moscú en 1694. Tendría el conciso título
Bukvar’slavenorossiiskikh pismen ustavnykh i skoropisnykh, Grecheskikh zhe Latinskikh i polskikh (Abedecario de letras unciales y cursivas eslavas-rusas, también griego, latín y polaco). Este abecedario era prácticamente exclusivo de la realeza. Mientras este abecedario mostraba las 41 letras en varios estilos, imágenes y versos con palabras que comenzaban con dicha letra, en esa época también se imprimieron alfabetos de 45 o 46 letras. El abecedario de Fedor Polikarpov-Orlov de 1701 fue uno de ellos, contribuyendo al conocimiento trilingue del eslavo, latín y griego.
Esto nos lleva a Pedro I de Rusia (1672-1725), quien iniciaría los mayores cambios. Pedro I era un amante de la cultura europea. Había viajado por Europa y había permanecido durante cuatro meses en los astilleros de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. En Ámsterdam, en el año 1698, conoció al comerciante Jan Tessing. En el 1700 le condeció el privilegio de imprimir, para todo el reino ruso, un número no definido de imágenes y cartas marinas y terrestres americanas, europeas y asiáticas, así como todo tipo de láminas y retratos, además de libros matemáticos, de arquitectura, planificación urbana, militar, marina y otros libros artísticos tanto en eslavo como en latín, o eslavo y neerlandés juntos o por separado, para los súbditos rusos. Este privilegio permanecería en manos europeas durante quince años. Lo único que no podría tratar eran los libros del rito griego de la iglesia eslava, ya que requerían la aprobación de la autoridad ortodoxa de la iglesia oriental y se imprimían en Moscú. También pidió a Elias Kopijewitz, bielorruso convertido al calvinismo que había vivido en Moscú, que seleccionara, recopilara y tradujera los libros de Tessing. No obstante, aunque produjeron libros de temas diversos, debido al extraño eslavo usado y las pocas copias impresas de las que aún menos llegaban a Rusia, el esfuerzo tuvo poco impacto. Al parecer, se debió a una disputa entre los socios antes de que muriera Tessing. Kopijewitz continuó solo, destacando entre su trabajo sus numerosas revisiones de las fábulas de Esopo traducidas del latín, el libro favorito del zar. Estos libros europeos mostraban los estilos romanos e itálicos de la tipografía europea.
Pedro I no podía quedarse esperando a que llegasen los libros desde Ámsterdam, más aún con el inicio de la guerra con Suecia en octubre del 1700. Para ello se imprimieron por primera vez dos libros no religiosos en Moscú, un libro militar en 1699 y otro de aritmética en el 1700. Estos seguirían usando fuentes cirílicas, con sus tildes, contracciones, números cirílicos, etc. Dado que tocaban temas inéditos para los rusos, usaba muchos neologismos, teniendo que editar el propio zar el manuscrito del texto militar. En 1703 se imprimió en Moscú un manual de tablas logarítmicas basado en uno original en latín publicado en 1681 en Ámsterdam. Para ello se tuvieron que abandonar los números cirílicos en favor de los arábigos. También se incluyeron las tipografías romanas e itálicas, así como las griegas para las palabras griegas.
|
Fuente civil |
El número de libros fue creciendo de manera lenta pero constante. Su público se expandía, especialmente gracias al
Vedomosti (Ведомости), considerado el primer diario impreso de Rusia. Su publicación era periódica y usaba fuentes cirílicas hasta 1710. A partir de ese año usaría la fuente civil (гражданский шрифт) o petrina. Esta fuente fue revisada por el propio zar desde 1708 a 1710, decidiendo corregir las letras б, д, п, р, т, ц, щ, ъ, ы, ь и y excluyendo nueve letras del alfabeto cirílico. Los cambios asemejarían su caligrafía a las fuentes usadas en Europa, especialmente en los Países Bajos. Entre estas letras, si tenemos en cuenta el rasgo característico de la Т tanto mayúscula como minúscula en semiuncial, la más parecida a la ш invertida era la m, por lo que se usó para el carácter т cursivo.
|
Pedro I tacha diseños para la letra R, que terminó agrupando a ꙗ, ѧ y R |
En adelante, los libros religiosos serían los únicos que mantendrían el cirilico tradicional, que se consideraba inapropiado para otros temas. Mientras tanto, Rusia se empapó tanto de cultura como de vocabulario extranjero. Durante el reinado de Pedro I se introdujeron 4 500 palabras al ruso, 5 153 si se incluyen las derivaciones. En los 30 años previos, habían sido tan solo 1 000, incluyendo derivaciones.
Hubo cambios de menor calado en los siglos posteriores, pero la revolución petrina es la responsable de encontrar letras idénticas en fuentes latinas y cirílicas. Se podría considerar incluso que, para algunas letras, más que evolucionar, fueron reemplazadas por letras latinas que usurparon su identidad.
Aunque me he alargado un poco para responder a la pregunta, creo que era necesario, no solo por lo interesante de la historia sino porque no hay muchas webs en español que la cuenten.
Fuentes:
Stackexchange,
Paratype
- Cracraft, J. (2004). The Petrine revolution in Russian culture. Harvard University Press.