¿El petróleo viene de los dinosaurios?
La pregunta cumpliría la ley de los titulares de Betteridge, es decir, la de responderse con un simple "no". Al ser un combustible fósil, pensamos que son los restos de los dinosaurios, pero se produce a partir de material orgánico de zooplancton y algas en el fondo del mar o lagos de agua estancada, es decir, sin oxígeno disuelto, o en sedimentos como barro o limo. Con el aumento de capas sobre el fondo, la presión y la temperatura aumentaría y se produciría lentamente el petróleo.
Aunque eso sería suficiente para los curiosos que llegan desde los buscadores con sus dudas, la historia no acaba aquí, porque hubo un gran contribuyente a esta falsa relación entre los dinosaurios y el petróleo.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, los dinosaurios fueron un gran negocio. Era la infame guerra de los huesos, donde los museos competían duramente por tener más, mejores y mayores dinosaurios que la competencia. Fue una época de numerosos descubrimientos, entre los que se encuentran algunos de los dinosaurios más famosos hoy día, como el Triceratops, el Stegosaurus o el Apatosaurus. Sus principales contendientes fueron Edward D. Cope y Othniel C. Marsch, cuya enemistad no terminaría hasta la muerte del primero en 1897.
Unos años después, en 1902, el paleontólogo, prolífico cazador de fósiles y coleccionista de dinosaurios Barnum Brown encontraría el dinosaurio más conocido, el Tyrannosaurus rex. En 1916 se fundó la Sinclair Oil and Refining Corporation, a quien Brown asistió con panfletos promocionales y sellos a cambio de financiación para sus expediciones. Así lo hizo, financiando al, por entonces, conservador del Museo Americano de Historia Natural.
Como estrategia de mercadotecnia se creó a Dino, presente en su logo, para aprovecharse de la fama que aún conservaban los dinosaurios y para hacer creer al público que el mejor petróleo provenía de las rocas más antiguas. Los carteles solían indicar que el petróleo había sido madurado durante 80 o 100 millones de años. Se equiparó a Dino con el poder, la resistencia y el vigor. Aunque los panfletos y libros de sellos mencionaban como el petróleo se formaba incluso antes de los dinosaurios, su asociación con estos perduró.
Fuente: State Historical Society of North Dakota Blog
Aunque eso sería suficiente para los curiosos que llegan desde los buscadores con sus dudas, la historia no acaba aquí, porque hubo un gran contribuyente a esta falsa relación entre los dinosaurios y el petróleo.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, los dinosaurios fueron un gran negocio. Era la infame guerra de los huesos, donde los museos competían duramente por tener más, mejores y mayores dinosaurios que la competencia. Fue una época de numerosos descubrimientos, entre los que se encuentran algunos de los dinosaurios más famosos hoy día, como el Triceratops, el Stegosaurus o el Apatosaurus. Sus principales contendientes fueron Edward D. Cope y Othniel C. Marsch, cuya enemistad no terminaría hasta la muerte del primero en 1897.
Unos años después, en 1902, el paleontólogo, prolífico cazador de fósiles y coleccionista de dinosaurios Barnum Brown encontraría el dinosaurio más conocido, el Tyrannosaurus rex. En 1916 se fundó la Sinclair Oil and Refining Corporation, a quien Brown asistió con panfletos promocionales y sellos a cambio de financiación para sus expediciones. Así lo hizo, financiando al, por entonces, conservador del Museo Americano de Historia Natural.
Como estrategia de mercadotecnia se creó a Dino, presente en su logo, para aprovecharse de la fama que aún conservaban los dinosaurios y para hacer creer al público que el mejor petróleo provenía de las rocas más antiguas. Los carteles solían indicar que el petróleo había sido madurado durante 80 o 100 millones de años. Se equiparó a Dino con el poder, la resistencia y el vigor. Aunque los panfletos y libros de sellos mencionaban como el petróleo se formaba incluso antes de los dinosaurios, su asociación con estos perduró.
Fuente: State Historical Society of North Dakota Blog