Profecías de fascimo de George Orwell
La siguiente es una reseña de George Orwell realizada en 1940 de los libros El talón de hierro (1908) de Jack London; Cuando el dormido despierta (1899) de H. G. Wells; Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley; The Secret of the League (1907) de Ernest Bramah.
Fuentes:Orwell.ru
La reimpresión de El talón de hierro de Jack London pone al alcance de la mano un libro que ha sido muy buscado durante los años de agresión fascista. Como los demás libros de Jack London, ha sido ampliamente leído en Alemania, y ha tenido la reputación de ser una predicción precisa de la llegada de Hitler. En realidad no es eso. Es simplemente un cuento de opresión capitalista, y fue escrito en una época en la que varias cosas hicieron posible el fascismo - por ejemplo, el tremendo renacer del nacionalismo - no eran fáciles de prever.Si te ha gustado, ese mismo año Orwell también publicó su crítica al Mein Kampf de Hitler. 9 años después, Aldous Huxley le enviaría una carta donde compararía Un mundo feliz con 1984.
Donde London mostró una intuición especial, sin embargo, fue en percatarse que la transición al socialismo no iba a ser automática o ni siquiera sencilla. La clase capitalista no iba a "perecer por sus propias contradicciones" como una flor muriendo al final de la estación. La clase capitalista fue lo suficiente astuta para ver lo que estaba pasando, ignorar sus propias diferencias y contraatacar contra los obreros; y la lucha resultante sería la más sangrienta y desaprensiva que vería nunca el mundo.
Merece la pena comparar El talón de hierro con otra imaginativa novela del futuro que fue escrita poco antes y a quien le debe algo, Cuando el dormido despierta de H. G. Wells. Haciéndolo uno puede ver tanto las limitaciones de London como también la ventajas disfrutadas por no ser, como Wells, un hombre totalmente civilizado. Como libro, El talón de hierro es enormemente inferior. Está torpemente escrito, no muestra ninguna comprensión de las posibilidades científicos y el héroe es el tipo de gramófono humano que está desapareciendo incluso de los tratados socialistas. Pero por su propia racha de salvajismo, London podría comprender algo que aparentemente Wells no hizo, y es que las sociedades hedonistas no perduran. Todos los que recuerdan Cuando el dormido despierta lo recuerdan. Es una visión de un siniestro mundo parpadeante en el que el mundo se ha endurecido en un sistema de castast y los trabajadores están esclavizados permanentemente. También es un mundo sin propósito en el que las castas superiores para quienes se esfuerzan los trabajadores son completamente vagos, cínicos y carentes de fe. No hay conciencia de ninguna meta en la vida, nada correspondiente al fervor del revolucionario o el martir religioso.
En Un mundo feliz de Aldous Huxley, un tipo de parodia de posguerra de la Utopía Wellsiana, estas tendencias están inmensamente exageradas. Aquí el principio hedonístico se lleva a su límite, el mundo completo se ha convertido en un hotel Riviera. Pero aunque Un mundo feliz era una brillante caricatura del presente (el presente de 1930), probablemente no arroje luz en el futuro. Ninguna sociedad de ese tipo dudaría más de un par de generaciones, porque una clase gobernante que piensa principalmente en términos de un "buen rato" perdería pronto su vitalidad. Una clase gobernante debe tener una moralidad estricta, una creencia cuasi-religiosa de sí misma, una mística. London era consciente de esto, y aunque describe la casta de plutócratas que gobiernan el mundo durante siete siglos como monstruos inhumanos, no los describe como ociosos o hedonista. Solo pueden mantener su posición mientras creen sinceramente que la civilización depende tan solo de ellos, y por lo tanto son de una manera diferente tan valientes, capaces y devotos como los revolucionarios que les oponen.
De una manera intelectual, London aceptó las conclusiones del marxismo, e imaginó que las "contradicciones" del capitalismo, el excedente inconmensurable y demás, persistiría incluso después de que la clase capitalista se organizara en un único cuerpo corporativo. Pero por su naturaleza él era muy diferente de la mayoría de marxistas. Con su amor por la violencia y la fuerza física, su creencia en la "aristocracia natural", su veneración animal y exaltación de lo primitivo, tenía en él lo que algunos llamaríamos justamente una cepa fascista. Esto le ayudó probablemente a entender cómo la clase poseedora se comportaría cuando estuvieran seriamente amenazada. Es justo ahí donde los socialistas marxistas se han quedado cortos. Su interpretación de la historia ha sido tan mecanística que han sido incapaces de predecir los peligros que eran obvios para la gente que nunca habían oído el nombre de Marx. En ocasiones se impele contra Marx que fracasó en predecir el ascenso del fascismo. No sé si lo predijo o no - en esa fecha solo podría haberlo hecho en términos muy generales - pero en todo caso es seguro que sus seguidores no lograron ver ningún peligro en el fascismo hasta que se vieron en la puerta del campo de concentración. Un año o más tras el ascenso de Hitler al poder, el marxismo oficial aún proclamaba que Hitler no tenía importancia y el "fascismo social" (es decir, democracia) era el enemigo real. London probablemente no habría cometido este error. Sus instintos le habrían advertido que Hitler era peligroso. Sabía que las leyes económicas no operan de la misma manera que la ley de la gravedad, que pueden ser mantenidas durante largos periodos por gente que, como Hitler, creen en su propio destino.
Tanto El talón de hierro y Cuando el dormido despierta están escritos desde el punto de vista popular. Un mundo feliz, aunque principalmente ataca el hedonismo, también es por implicación un ataque al totalitarismo y al gobierno de la casta. Es interesante compararlo con una Utopía menos conocida que trata la lucha de clases desde el punto de vista de la clase alta en vez de la media. The Secret of the League de Ernest Bramah fue escrita en 1907, cuando el crecimiento de los movimientos obreros estaba comenzando a aterrorizar a la clase media, quien erróneamente imaginó que estaban amenazado desde abajo y no desde arriba. Como una pronóstico político es banal, pero es de gran interés por la luz que arroja sobre la mentalidad de la apurada clase media.
El autor imagina un gobierno imagina a un gobierno laborista asumiendo el poder con una mayoría tan grande que es imposible sacarlos. Sin embargo, no introducen una economía socialista completa. Simplemente continúan operando el capitalismo para su propio beneficio aumentando constantemente los sueldos, creando un gran ejército de burócratas y gravando a las clases altas hasta que desaparecen. El país por lo tanto "se va a la ruina" ("going to the dogs") dicho coloquialmente; además en su política exterior el gobierno laborista se comporta más bien como el gobierno nacional entre 1931 y 1939. Contra esto surge una conspiración secreta de las clases medias y altas, siendo la forma de levantamiento muy ingenioso, siempre que uno consider el capitalismo como algo interno: es el método de la huelga de consumidores. Durante un periodo de dos años los conspiradores de la clase alta acumulan secretamente fuelóleo y convierten las plantas de combustión de carbón en combustión de fuel; entonces boicotean súbitamente la principal industria británica, la industria carbonera. Los mineros se enfrentan a una situación en el que no serán capaces de vender carbón durante dos años. Hay un alto desempleo y malestar, terminando en una guerra civil, en la que (¡treinta años antes del general Franco!) las clases altas reciben ayuda extranjera. Tras su victoria abolen el sindicato e instituyen un régimen no parlamentario "fuerte" que ahora describiríamos como fascista. El tono del libro es afable, como podía permitirse en esa época, pero la tendencia de pensamiento es inconfundible.
¿Por qué consideraría agradable un escritor decente y amable como Ernest Bramah la visión del aplastamiento del proletariado? Es simplemente una reacción de una clase en apuros que se sentía amenazada no tanto en su posición económica sino en su código de conducta y su forma de vivir. Uno puede ver el mismo antagonismo puramente social a la clase trabajadora en un escritor anterior de mucho mayor calibre, George Gissing. El tiempo, y Hitler, nos han enseñado mucho a las clases medias, y quizás no se posicionarán de nuevo con sus opresores contra sus aliados naturales. Pero si lo hacen o no depende parcialmente en cómo se maneje, y la estupidez de la propaganda socialista, con su hostigamiento constante de los "petty bourgeois", tiene mucho por lo que responder.
Fuentes:Orwell.ru