La falsedad del relato de la usura de los judíos medievales
Los judíos pasaron de comerciantes en la Alta Edad Media a prestamistas en la Baja Edad Media, aprovechándose de la prohibición de la iglesia cristiana de la usura. Aunque no tenían derecho a poseer tierras, unirse a los gremios y eran discriminados, los gobernantes los protegían para aprovecharse de los beneficios de sus servicios. En resumen, es lo que se suele repetir, pero ¿es del todo cierto?
En Inglaterra, donde con más firmeza se mantenía la creencia en la función económica medieval judía, los análisis de los impuestos sugieren que los prestamistas eran una minoría. Su número era aún menor si tenemos en cuenta a quienes ofrecían préstamos profesionalmente, con regularidad. Solo unas pocas familias eran lo suficientemente ricas para ser prestamistas profesionales.
El II Concilio de Letrán condenó la usura por la rapacidad insaciable de los prestamistas. 70 años después, a principios del siglo XIII, se extendería a los judíos la campaña eclesiástica contra la usura, ya que hasta entonces las penas como la excomunión obviamente les eran indiferentes. De esta manera, se actuaba contra ellos indirectamente, como aislándolos comercialmente de los cristianos u ordenando a los jueces y alguaciles a no compeler a los deudores a pagar la usura a los judíos. Estas condenas se fueron extendiendo, como hacia aquellos que actuaran en nombre de los prestamistas judíos.
La iglesia estaba sobrepasando conscientemente su juridisción al actuar sobre las comunidades judías, por lo que apelaron a los señores seculares para frenar la usura judía. Para entonces, tanto los reyes como la iglesia se entrometían en la jurisdicción rabínica. El control de la usura cristiana y judía formaba parte de una campaña para la reforma moral cristiana ligada a las cruzadas. En el siglo XIII se promovió el anti-judaísmo con acusaciones de blasfemia y herejía y la conversión y segregación de judíos. Estos eran el enemigo principal, por lo que comenzaron las expulsiones bajo la justificación de que seguían practicando la usura incluso después de ser ilegal, especialmente tras los fracasos de la tercera, cuarta y quinta cruzada, aunque la mayoría eran probablemente demasiado pobres para embarcarse en ese negocio.
Del Haskalá surgiría el Wissenschaft des Judentums (WDJ), un movimiento, inicialmente afín y luego opuesto al primero, que explicaría que las ocupaciones tradicionales de los judíos no se se debían solamente a la negación de los estados europeos de proporcionar una emancipación completa, sino que ellos también eran responsables. Esta postura se manifestó en la marginalización de la publicación de Geschichte der Israeliten, donde Isaak Jost analizaba las prácticas judías medievales de los préstamos y variaciones de las tasas de interés, al depender demasiado de las antiguas visiones del Haskalá en el que las ocupaciones judías eran consecuencias de la persecución gentil y el oscurantismo rabínico. No obstante, tanto líderes judíos reformistas como historiadores no judíos incorporarían posteriormente esta obra en su narrativa histórica clásica.
En la segunda mitad del siglo XIX, los judíos de occidente experimentaron el éxito económico de su nuevo paradigma, abandonando los empleos tradicionales por aquellos de vendedores, dependientes y, en el caso de los más afortunados, gestionando grandes empresas o sociedades de acciones. La prensa se mostraba entonces triunfante con el comercialismo judío, citando en ocasiones la obra de Jost. A pesar de sus esfuerzos y los elogios de los no judíos, seguían viéndose como un grupo anormal. La luz del filosemitismo parecía arrojar ya sus sombras.
El historiador medieval legal Otto Stobbe y el economista político Wilhelm Roscher serían quienes darían forma a la narrativa medieval clásica. Stobbe cuestionaba cómo los judíos del siglo XIV sufrían tal persecución a pesar de su tratamiento favorable en la práctica judicial y la doctrina legal; cómo cambió su actitud la legislación judía secular; si el fanatismo durante las Cruzadas se hizo permanente y cómo se efectuó a pesar de la seguridad legal y política de los judíos tras estos sucesos.
Roscher respondería con la función económica medieval de los judíos, basándose en sus políticas procomerciales liberales. Según Roscher, los judíos eran una civilización más avanzada que manejaba el comercio y los negocios para las naciones menos avanzadas. Sin embargo, razonaba que las naciones maduraban y se emancipaban por medio del conflicto. Entonces presenta que con el abandono del comercio, los judíos retuvieron su superioridad dedicándose a los préstamos. Además, habla de los judíos como un pueblo inmutable en el tiempo y totalmente uniforme, y considera su explicación de pueblos "tutores" y "alumnos" como una ley histórica.
Con el cambio de siglo, esta función especial de los judíos se mantendría con Werner Sombart y Max Weber estereotipando al judío prestamista medieval, que solo cobraba intereses a los no judíos, y considerando a los judíos como una comunidad que, en principio, se había aislado voluntariamente. Su popularidad estableció sus afirmaciones como hechos que siguen repitiéndose sin cuestionarse incluso por historiadores destacados, siendo pocos, como Toni Oelsner en 1958 y 1962, quienes ofrecían una crítica.
Situación medieval
Los documentos históricos muestran a comerciantes, cambistas y banqueros italianos, lombardos, flamencos, ingleses, franceses, españoles, alemanes y, en algunas ocasiones, judíos, que ofrecían crédito comercial y al consumo durante la Edad Media. A finales de la Edad Media, los mercados, el comercio, las inversiones y el crédito crecieron enormemente, creando relaciones entre urbes, pueblos, la artesanía, la agricultura e incluso con las administraciones reales y papales.En Inglaterra, donde con más firmeza se mantenía la creencia en la función económica medieval judía, los análisis de los impuestos sugieren que los prestamistas eran una minoría. Su número era aún menor si tenemos en cuenta a quienes ofrecían préstamos profesionalmente, con regularidad. Solo unas pocas familias eran lo suficientemente ricas para ser prestamistas profesionales.
El II Concilio de Letrán condenó la usura por la rapacidad insaciable de los prestamistas. 70 años después, a principios del siglo XIII, se extendería a los judíos la campaña eclesiástica contra la usura, ya que hasta entonces las penas como la excomunión obviamente les eran indiferentes. De esta manera, se actuaba contra ellos indirectamente, como aislándolos comercialmente de los cristianos u ordenando a los jueces y alguaciles a no compeler a los deudores a pagar la usura a los judíos. Estas condenas se fueron extendiendo, como hacia aquellos que actuaran en nombre de los prestamistas judíos.
La iglesia estaba sobrepasando conscientemente su juridisción al actuar sobre las comunidades judías, por lo que apelaron a los señores seculares para frenar la usura judía. Para entonces, tanto los reyes como la iglesia se entrometían en la jurisdicción rabínica. El control de la usura cristiana y judía formaba parte de una campaña para la reforma moral cristiana ligada a las cruzadas. En el siglo XIII se promovió el anti-judaísmo con acusaciones de blasfemia y herejía y la conversión y segregación de judíos. Estos eran el enemigo principal, por lo que comenzaron las expulsiones bajo la justificación de que seguían practicando la usura incluso después de ser ilegal, especialmente tras los fracasos de la tercera, cuarta y quinta cruzada, aunque la mayoría eran probablemente demasiado pobres para embarcarse en ese negocio.
Ilustración judía
En los siglos XVIII y XIX, se produce la ilustración judía o Haskalá, un movimiento judío occidental que pretendía sacar a la comunidad de la exclusión integrándose en las naciones gentiles. Se crearía así una cultura judía secular, con enfasis en la historia e identidad judías. Este interés sería el que reviviría las creencias medievales.Biografía de Isaak Jost |
Del Haskalá surgiría el Wissenschaft des Judentums (WDJ), un movimiento, inicialmente afín y luego opuesto al primero, que explicaría que las ocupaciones tradicionales de los judíos no se se debían solamente a la negación de los estados europeos de proporcionar una emancipación completa, sino que ellos también eran responsables. Esta postura se manifestó en la marginalización de la publicación de Geschichte der Israeliten, donde Isaak Jost analizaba las prácticas judías medievales de los préstamos y variaciones de las tasas de interés, al depender demasiado de las antiguas visiones del Haskalá en el que las ocupaciones judías eran consecuencias de la persecución gentil y el oscurantismo rabínico. No obstante, tanto líderes judíos reformistas como historiadores no judíos incorporarían posteriormente esta obra en su narrativa histórica clásica.
En la segunda mitad del siglo XIX, los judíos de occidente experimentaron el éxito económico de su nuevo paradigma, abandonando los empleos tradicionales por aquellos de vendedores, dependientes y, en el caso de los más afortunados, gestionando grandes empresas o sociedades de acciones. La prensa se mostraba entonces triunfante con el comercialismo judío, citando en ocasiones la obra de Jost. A pesar de sus esfuerzos y los elogios de los no judíos, seguían viéndose como un grupo anormal. La luz del filosemitismo parecía arrojar ya sus sombras.
El historiador medieval legal Otto Stobbe y el economista político Wilhelm Roscher serían quienes darían forma a la narrativa medieval clásica. Stobbe cuestionaba cómo los judíos del siglo XIV sufrían tal persecución a pesar de su tratamiento favorable en la práctica judicial y la doctrina legal; cómo cambió su actitud la legislación judía secular; si el fanatismo durante las Cruzadas se hizo permanente y cómo se efectuó a pesar de la seguridad legal y política de los judíos tras estos sucesos.
Wilhelm Roscher |
Roscher respondería con la función económica medieval de los judíos, basándose en sus políticas procomerciales liberales. Según Roscher, los judíos eran una civilización más avanzada que manejaba el comercio y los negocios para las naciones menos avanzadas. Sin embargo, razonaba que las naciones maduraban y se emancipaban por medio del conflicto. Entonces presenta que con el abandono del comercio, los judíos retuvieron su superioridad dedicándose a los préstamos. Además, habla de los judíos como un pueblo inmutable en el tiempo y totalmente uniforme, y considera su explicación de pueblos "tutores" y "alumnos" como una ley histórica.
Shylock, el clásico judío usurero de El mercader de Venecia |
Con el cambio de siglo, esta función especial de los judíos se mantendría con Werner Sombart y Max Weber estereotipando al judío prestamista medieval, que solo cobraba intereses a los no judíos, y considerando a los judíos como una comunidad que, en principio, se había aislado voluntariamente. Su popularidad estableció sus afirmaciones como hechos que siguen repitiéndose sin cuestionarse incluso por historiadores destacados, siendo pocos, como Toni Oelsner en 1958 y 1962, quienes ofrecían una crítica.
Resumen
Los judíos ofrecían préstamos en la Edad Media, pero la práctica no era habitual, extendida ni exclusiva de estos. Las campañas morales que partieron de la iglesia cristiana promovieron la creencia, reforzándola con el fracaso de las cruzadas y la expulsión de los judíos. El interés de la ilustración judía por la historia de su pueblo volvió a sacar el tema a la palestra y con los razonamientos de Wilhelm Roscher se estableció que los judíos tenían una función económica. Roscher, Sombart y Weber popularizaron la afirmación que aún sigue repitiéndose en nuestros días, a pesar de que se sustenta sobre unos cimientos que no aguantarían una inspección exhaustiva.Fuentes
- Mell, J. L., & Mell, J. L. (2017). The Myth of the Medieval Jewish Moneylender. Basingstoke: Palgrave Macmillan.