Pinocho fascista, el representante patriótico de la Italia de Mussolini
Entre 1882 y 1883, Carlo Lorenzini, "Collodi", publicó su historia de Pinocho, donde pretendía enseñar a los niños los problemas de la ingenuidad, el rechazo de las responsabilidades y de solo preocuparse por divertirse. Décadas después, de 1923 a 1939, la necesidad del fascismo de reescribir las tradiciones impulsó el desarrollo del Pinocho fascista como medio de adoctrinamiento y propaganda infantil.
Versiones alternativas
Las historias infantiles tienden a tener numerosas versiones que adaptan el relato a los valores y el pensamiento de cada época, como vimos con La bella y la bestia o Cenicienta. La primera de las sucesivas versiones anónimas de Pinocho surgió apenas una década después del original, compartiendo tan solo el nombre de su protagonista. Por lo tanto, no es de extrañar que también cayera bajo la reescritura del pasado usada para justificar el fascismo.
Violencia revolucionaria
El Pinocho fascista no pretendía sustituir al original, sino renovar al personaje enfocándolo tanto a los niños como a los adultos que habían crecido con él. Avventure e spedizioni punitive di Pinocchio Fascista de Giuseppe Petrai, publicado en 1923 por Nerbini, fue la primera versión, presentada como una secuela, aunque Pinocho siguiera siendo parcialmente una marioneta y portándose mal. Al igual que se seleccionaron las características físicas más icónicas de Pinocho, su personalidad solo conserva algunos de sus rasgos. Ya no es inocente, ni tiene dudas morales o arrepentimiento, aunque se exagera su impulsividad y su imprudencia, además de ser violento. En la historia, Pinocho se enfrenta a la vaga y cobarde marioneta Nicolaccio, líder político comunista que usa palabras vacías para expresar ideas sofisticadas que no llegan a nada. Este estaba basado posiblemente en Nicola Bombacci, fundador del Partido Comunista Italiano que posteriormente adoptaría el fascismo. Aquí Gepetto es un zapatero sumiso que adoptó a Pinocho, luchó de joven en la batalla de Custoza (1866) sin esperar nada a cambio y además anima a Pinocho a usar la cachiporra. Gepetto es un personaje que sirve para legitimar los ideales fascistas como un objetivo o sueño histórico que es legado a Pinocho, es decir, los jóvenes. Además, normaliza el uso de aceite de ricino como tortura y publicita la revista satírica del régimen Quattrocentoventi (420).
La misma editorial publicó en 1927 una nueva versión de la historia original llamada Pinocchio fra i Balilla de "Cirillo Schizzo", probable pseudónimo de Gino Schiatti, colaborador del 420. En este caso, Pinocho es un bala perdida que lleva de cabeza a Gepetto, que no le queda otra que resignarse. Sin embargo, Pinocho acaba convirtiéndose en un perfecto líder fascista al unirse a la Balilla. La ambigüedad moral de la historia de Collodi desaparece y todo es claramente blanco o negro. Ambas historias comienzan con Pinocho siendo perseguido por un perro, pero mientras en el relato de Collodi es obligado a actuar como perro guardián, teniendo que rechazar ser corrompido por unos ladrones, en el de Schizo es llevado a la perrera y se enfrenta a dilemas morales. Igualmente, mientras el Pinocho de Collodi completa su educación a pesar de la traición de sus compañeros, el colegio del Pinocho de Schizzo es una herramienta para disuadir el comportamiento anti-social de la marioneta. El colegio y la Opera Nazionale Balilla (ONB) se presentan como unas estructuras elementales de organización de masas del régimen que completan esa socialización, asegurando el equilibrio entre el individuo y la sociedad. Es decir, en ese momento se estaban dando los pasos necesarios para enfocar la educación infantil hacia la producción de ciudadanos obedientes subordinados a las necesidades estatales.
Afán colonizador
Las siguientes versiones fascistas de Pinocho surgieron bajo un fascismo establecido, por lo que abandonaron la actitud revolucionaria y rechazan la actitud pasional y espontánea. De la misma forma, se centran en las necesidades del momento. La invasión de Etiopía (1935-1936) propició la narrativa conquistadora, con reminiscencias del imperio romano, que justificara y favoreciera las acciones tomadas. Irónicamente, en 1930, la intelectual de izquierdas Anna Franchi publicó la novela Pinocchio tra i selvaggi con la editorial Salani. Esta historia vuelve a ser una secuela de la original, con Pinocho como un niño de verdad que se aventura como explorador en los confines de África, aunque se disfraza de marioneta para recuperar su osadía. En la historia, Pinocho se relaciona tanto con animales como con incivilizados africanos, que prácticamente son equiparados. Aunque la historia valora su buen corazón, tiene un tono paternalista que señala la posibilidad de civilizar a los africanos, planteamiento que se descartaría en la invasión de Etiopía.
Esta versión presagiaría el discurso fascista posterior y Pinocchio istruttore del Negus, publicado anónimamente en 1939 por Marzocco. En esta historia, Pinocho es perseguido por campesinos furiosos a causa de su mal comportamiento, cayendo en chocolate y siendo confundido por un británico que lo lleva a Abisinia con el negus. Pinocho se presenta como un intruso, temido por su comunidad y luciendo capacidades como su velocidad, ingenio y fuerza que contrastan con la incorregible, vaga y ociosa población africana, caracterizada por su falta de higiene, inteligencia y de modales al comer. La agresividad e imprudencia de Pinocho no solo se consideran positivos, sino que adquiere un orgullo nacional al reconocerse superior a británicos y africanos, convirtiéndolo en mejor persona. La escena final donde, después de patear en la cara al negus, huye con la bandera italiana para ser reconocido y rescatado por un helicóptero militar nacional.
Fuente
- Sinibaldi, C. (2011). Pinocchio, a political puppet: the fascist adventures of Collodi's novel. italian studies, 66(3), 333-352.