¡Cuidado con el queso y las mujeres!

Tradicionalmente, se dice que comer queso antes de dormir provoca pesadillas, causadas por seres malignos y brujas. Sus artes mágicas explicarían, bajo esta interpretación, el peso en el estómago y la incapacidad de moverse. Esta indigestión que conecta el queso con seres como las brujas y las súcubos tiene una relación más profunda, pues alude a todas las mujeres, buenas o malas.

El queso podía referirse tanto a la mujer protectora y maternal como a la atractiva y peligrosa que capturaba al hombre como una trampa a un ratón. Las características del queso o la forma de tomarlo podían aludir a distintos tipos de mujeres. Por extensión, el queso también se refería al sexo, ya sea mencionándose su consumo o su fabricación. Por el contrario, los hombres eran mencionados con el pan. Ambos podrían sugerir un vínculo con los trabajos agrícolas, situando a los hombres agricultor de grano y a las mujeres como lecheras.

En la literatura

La Odisea de Homero presentaba una escena que inicialmente no daba tanta importancia al queso pero que tenía los ingredientes que se usarían posteriormente. Se trata del encuentro con Circe, quien "Ante ellos mezcló queso, harina, amarilla miel con vino de Pramnio, pero añadió al alimento pócimas funestas para que se olvidaran por completo de la tierra patria". El banquete les hace olvidar su hogar, pero además Circe los convierte con su varita en cerdos, lobos y otros animales para que vigilen su palacio. Aunque mantienen su mente humana, son incapaces de comunicarse. Advertido y dotado de un antídoto por Hermes, Odiseo consigue someterla amenazándola con su espada, logrando recuperar la forma de sus compañeros y acostándose con la hechicera. Como las pesadillas, en su antiguo significado como parálisis del sueño, Circe priva a sus víctimas de la capacidad de hablar. Además sugiere una inversión de la dominación sexual cuando los deja indefensos.


Lucio Apuleyo de Madaura sí utiliza intencionadamente la relación entre el queso y las mujeres en Las metamorfosis o El asno de oro. En él, Lucio, su protagonista, viaja al extranjero y entra en la casa de una bruja a pesar de las advertencias. Lucio acepta alimento y sexo de la sirviente de la bruja, buscando transformarse tras ver hacerlo a la bruja. Sin embargo, un error de la sirviente provoca que se convierta en un asno incapaz de hablar y que resulta explotado. En la misma obra, Lucio le habla al viajero Aristómenes sobre cuando casi se atragantó con polenta con queso (polenta caseata). El viajero le responde que él fue a comprar queso fresco y miel, pero un tan Lobo, una forma de referirse a los depredadores sexuales, lo había comprado todo. Entonces se encontró con su amigo Sócrates, que se encontraba en un estado lamentable porque la tabernera y bruja Meroe lo había tomado como amante y le había robado sus pocas ganancias después de trabajar duramente. Aunque Aristómenes lo alojó, la bruja fue con su hermana a vengarse. Meroe le cortó el cuello a Sócrates, le chupó la sangre y le sacó el corazón, colocando una esponja encantada que permaneciese en su cuello a menos que el agua la tocase. Cuando se iban, las brujas orinaron sobre Aristómenes. Sócrates se despertó asustado, débil y hambriento. Aristómenes le quitó importancia porque no tenía ninguna herida en el cuello y le dio queso. Sócrates perdía color conforme comía y Sócrates, temiendo que lo culparan de su muerte, no pudo ni comerse el pan. Después de comerse un queso entero, Sócrates fue a saciar su sed en el río, pero al hacerlo la esponja se desprendió y murió. Por eso Aristómenes se exilió voluntariamente después de enterrarlo.

Agustín de Hipona habla de dos casos que presupone reales en Ciudad de Dios. En uno, como en el relato anterior, una tabernera con habilidades mágicas da algo con queso a los viajeros y los transforma en caballos de carga, devolviéndoles su forma tras emplearlos. En otra, el padre de un praestantius comió queso intoxicado en su propia casa y pasó varios días dormido. En ese tiempo habría soñado que había sido transformado en un caballo y que habría transportado raciones de los soldados, teniendo testigos que lo confirmaban.


En algunas leyendas medievales, el queso es sustituido por los huevos, que también se asocian con lo femenino. En el tratado contra las brujas Malleus Maleficarum, es lo que le ofrece una joven bruja a un joven marinero en Chipre. El destino es el mismo: ser bestia de carga durante tres años. En una novela italiana de 1582, el héroe se convierte en asno tras comer huevos duros de una vieja bruja. En algunos relatos era la mujer la que acababa transformada. Más que el queso y los huevos, el instrumento transformador y dominador habitual en la Edad Media es la brida mágica. Con frecuencia, es una mujer en una posición privilegiada quien abusa por la noche de un joven, que no puede decir nada para defenderse. Solo estando advertido de antemano puede revertir la situación. El cuento de Aristóteles y la cortesana sigue este esquema, pues, en una de sus versiones, Aristóteles advierte a Alejandro que si una mujer ha podido dominar a un hombre sabio, más poder tendrá sobre un joven inexperto. Al igual que una mujer puede ser la víctima del hechizo, el queso también podía ser su antídoto. Además, en las acusaciones de brujería podían combinarse todas las peculiaridades anteriores.


En Las alegres comadres de Windsor de William Shakespeare, el Dr. Caius y Abraham Slender son pretendientes de la hija de los Page. A ambos se les compara con el queso. Caius hace referencia al queso, pareciéndose a las palabras galesas (caws) e irlandesas (caíse) para queso. Al Sr. Slender se le compara con el queso de Banbury que era muy fino. Ninguno se considera idóneo para casarse con Anne Page porque el "pan y el queso están muy bien, pero el queso y queso no tienen sentido" (Bread and cheese is very well, but cheese and cheese is no sense), una expresión que alude a las mujeres como queso y a los hombres como pan. Esta relación también se alude en la negativa de Nym, criado de Falstaff, de llevar la carta de amor a las señoras Page y Ford. En esta obra, Falstaff personifica tanto el papel de acosador como de víctima de unos planes que no resultan como pensaba, mostrando finalmente su estupidez como un burro.

En definitiva, muchos relatos comparten la misma estructura donde una persona se aprovecha de la posición desventajosa de otra para sacar provecho y evitar que esta hable, ya sea por su situación o mediante una transformación. Esta dominación comienza normalmente con el consumo de queso, asociado a las mujeres amenazantes de estas historias. Esta relación puede tener una connotación sexual implícita o explícita. Gracias a ser precavido, al final el protagonista consigue librarse de sus restricciones. Esta relación del queso con las mujeres, como en el refrán "Así es el queso sin corteza, como la doncella sin vergüenza", también quedaría patente en el saber popular, aunque el doble sentido se haya olvidado.

Fuente

  • Oates, C. (2003). Cheese gives you nightmares: Old Hags and heartburn. Folklore, 114(2), 205-225.
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