La caperucita roja original ni llevaba caperuza ni vestía de rojo


Mientras en el resto de cuentos de hadas hay un consenso en su relato, desde pequeño, notaba que eso no ocurría con Caperucita Roja. Las diferencias solían estar presentes en torno a su conclusión: ¿el lobo se comía a la abuela o esta se escondía en el reloj? ¿Hacía lo mismo con Caperucita o se libraba con su ingenio? ¿Era salvada por un hombre ajeno a la familia? ¿Era un cazador o un leñador? ¿El lobo acababa con la barriga llena de piedras o era ahuyentado? Y no hablemos de las variantes donde el color de la caperuza proporcionaba alteraba el desarrollo del relato. ¿Cuál es, entonces, la Caperucita Roja original?

La verdadera caperucita roja


Tradicionalmente, el relato de Caperucita Roja se atribuye a Charles Perrault, por quien conocemos también a La bella durmiente, al Gato con Botas, Cenicienta y Pulgarcito en los Cuentos de mamá ganso (1697) Sin embargo, ahora sabemos que no hizo más que tomar leyendas orales y adaptarlas a la alta burguesía, donde estaba naciendo la concepción del niño como una etapa distinta al adulto, con una cultura propia. Desde los siglos XV al XVI, coincidiendo con los juicios por brujería, surgieron leyendas sobre ataques de hombres-lobo que mataban y devoraban a los niños, especialmente en Francia. Nombres como Jacques Raollet, Michel Verdun o Pierre Bourgot fueron famosos por los juicios por sus bestiales crímenes, donde aseguraban poder transformarse en licántropos.

Conociendo la versión de Perrault y la tradición oral, Paul Delarue pudo reconstruir su base. En ella, no trata una advertencia a los niños contra el peligro, sino un relato donde la protagonista, cuya caperuza ni se menciona, madura en su encuentro con el lobo, librándose de él gracias a su ingenio y sin ayuda de nadie. No solo devora a su abuela por un engaño del lobo, sino que se desnuda ante él. En su trayecto a la casa de su abuela, tras abandonar el hogar de su madre, debe elegir entre el camino de las agujas y el de los alfileres, siendo la costura una tarea requerida para las aldeanas en la edad adulta. 

Formación y dependencia


Cuando Perrault adaptó esta historia, pretendía ofrecer un cuento didáctico para los niños que pudiera ser disfrutado por los adultos, que percibirían connotaciones sexuales que se les escaparían a los primeros. De esta manera, ofrecía un modelo a los niños para formarse dentro de los valores burgueses y aristocráticos. Además, cambió al personaje principal. La niña se volvió mimada e ingenua, metiéndose literalmente en la boca del lobo, siendo responsable de su muerte. Esta es una constante en Perrault, donde las mujeres son sumisas y no destacan precisamente por su inteligencia.

Esta historia se extendería por Europa en los siguientes siglos y se reincorporaría al folclore. Entre 1811 y 1812, fue contada por Marie Hassenpflug a los hermanos Grimm. En su versión, modificaron el cuento para que tuviera un final feliz, como en El lobo y las siete cabritillas, y eliminaron la sexualidad, pero hicieron a caperucita más dependiente. En consecuencia, tanto la abuela como caperucita son salvadas por un cazador, que llena de piedras la barriga del lobo. Cuando este intenta saltar para escapar, cae ante el peso de las piedras y muere. Posteriormente, aparece otro lobo y la abuela instruye a caperucita en cómo engañarlo para ahogarlo. Los engaños del lobo y la aparición del cazador fueron una reacción a la invasión napoleónica, cuando los franceses fueron bienvenidos inicialmente y las ideas revolucionarias atrajeron a los jóvenes, solo para acabar generando rechazo y ser salvados por los defensores del absolutismo alemán. Esta equiparación de los franceses con lobos se hizo patente también en otros cuentos alemanes de la época.

Más allá de Perrault y los hermanos Grimm


Con todo, en el siglo XIX y XX, ambas versiones se suavizarían, reforzando el valor de la obediencia y las virtudes cristianas e incluso incorporando personajes adicionales, como hadas que ayudan a la protagonista. Según la región, las tendencias variaban. En Alemania, se reforzaba el papel del cazador, mientras en Francia se mantenía la sexualidad de Perrault. En América, se mezclaban detalles de Perrault y los hermanos Grimm con detalles propios. Algunas versiones, especialmente en el periodo de entreguerras, optaron por la parodia enfocada a un público adulto o, como pasó con Pinocho, crear una interpretación nacionalista y racista, como el ensayo de Werner von Bülow. A partir de la segunda mitad del siglo XX, se procura innovar. Para ello, se procuró que caperucita obtuviera independencia para resolver sus problemas, se intentó rehabilitar al lobo y/o experimentar con el cuento alejándose de las normas tradicionales.

Fuente

  • Zipes, J. (1983). The trials and tribulations of little red riding hood. In The Trials & Tribulations of Little Red Riding Hood (pp. 17-90). South Hadley, Mass.; Bergin & Garvey Publishers.

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